viernes, 4 de enero de 2008
Pace, pace, mio Dio!
¡Paz, paz, Dios mío! Cruel desventura
me hace languidecer;
Como el primer día, tantos años hace que dura
mi profundo sufrimiento.
¡Paz, paz, Dios mío!
Lo amé, ¡es verdad! Pero con belleza y valor
entretanto, Dios lo adornó.
Lo amo aún, y no sabré la imagen suya
quitar de mi corazón.
¡Fatalidad! ¡Fatalidad! ¡Fatalidad! Un delito
me ha separado para siempre de él!
Alvaro, te amo y sobre el cielo está escrito:
¡Nunca más te veré!
Oh Dios, Dios, haz que yo muera:
Sólo la muerte puede darme verdadera calma.
En vano espero paz en esta alma.
En presa a tanto dolor.
En medio de tanto dolor.
Miserable pan, que viene a consolarme
la vida desconsolada ¿Pero quien llega?
¿Quien osa profanar el sagrado lugar?
¡La Maldición! ¡La Maldición!
Texto: Francesco Maria Piave, traducción: Augustin von Reichenau, baróon de Gauensdorf y conde de Ferenczy, Buenos Aires, 4 de enero de 2008.
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