miércoles, 28 de mayo de 2008

La séptima sinfonía de Bruckner


Mañana, jueves 29 de mayo, iré a ver el primer concierto de Daniel Barenboim con la Staatskapelle Berlin, en el Teatro Coliseo, en función de primer ciclo de Mozarteum; el concierto consistirá del poema sinfónico “Noche Transfigurada” de Arnold Schönberg, y la séptima sinfonía de Anton Bruckner, que comentaré a continuación.
Sin duda alguna, lo más famoso de esta gran sinfonía es su segundo movimiento; el Adagio; que tiene grandes reminiscencias wagnerianas, inspiradas por la admiración de Bruckner hacia Richard Wagner; en cierta medida es una marcha fúnebre dedicada al maestro de Bayreuth, que murió ese mismo año en Venecia; su “arquitectura” tiene mucho del Tristán e Isolda, por lo que me gusta denominar a este Adagio, que es considerado por muchos, como el mejor movimiento de una sinfonía, jamás escrito; “jugo de Tristan”, ya que es una suerte de concentrado del Tristan de Wagner. El Adagio se escribió a principios de 1883, con anterioridad al resto de la sinfonía, que fue terminada ese mismo año, ya muerto Wagner. El estreno tuvo lugar en Leipzig en 1884, bajo la batuta de Arthur Nikisch y fue un éxito rotundo .
La sinfonía tiene el formato clásico de sonata en cuatro movimientos; el primer movimiento es un Allegro moderato, que empieza con acordes que recuerdan al preludio de Lohengrin; y tiene un interesantísimo “crescendo”, muy alegre y al mismo tiempo solemne; y con reminiscencias a Los Maestros Cantores y El anillo del Nibelungo y termina con gran ímpetu.
El tema del primero, se repite en el segundo movimiento; el famoso Adagio, denominado “Sehr feierlich und sehr langsam” (muy solemne y muy despacio), tiene un clímax a menos de un minuto de haber comenzado, que recuerda mucho al “Blickmotiv” (motivo de la mirada) de Tristán e Isolda, luego sigue un intervalo lento y muy íntimo, hasta repetir el motivo y luego llegar a un momento culminante de esplendor en el que en el estreno mundial en Lepizig , el director Arthur Nikisch, añadió los platillos, que a Bruckner le disgustaban, pero agradaron mucho al público y hoy en día, la mayoría de los directores los añaden. El clímax, usa temas del propio Bruckner; de su Te Deum. El movimiento termina con un motivo suave “de resignación”, que recuerda la muerte de amor de Isolda.
El tercer movimiento, se compone de dos formas; un pequeño Scherzo, denominado “Sehr schnell” (muy veloz), vivaz y alegre, aunque sin perder nunca el decoro bruckneriano, y un Trio “Etwas langsamer” (algo más lento).
El cuarto movimiento, es el más bruckneriano de todos “Bewegt, doch nicht zu schnell” (movimiento, pero no demasiado rápido), tiene la solemnidad y alegre serenidad que caracterizan al maestro austríaco.
En síntesis, la séptima sinfonía es un homenaje de Bruckner a Wagner, con reminiscencias bastante obvias a Lohengrin, Tristán e Isolda, Los maestros cantores de Nürnberg y El anillo del Nibelungo. Esta sinfonía ha sido además, mi pasaporte a la música de este genio austríaco tan edificante, como a mí me gusta llamarlo “a la española”… Veremos cómo se desenvuelve Barenboim, yo le tengo mucha fe.

Benedicto, Buenos Aires, 28 de mayo de 2008.

martes, 27 de mayo de 2008

El conde Martin (con un final alternativo)


Opera en cuatro actos con libreto de Augustin von Reichenau y libreto de Sebastian von Schloss


Personajes:

Catalina II, emperatriz de Rusia (soprano)
Elwira von Oldenburg, princesa alemana, pariente de la emperatriz, viuda del gobernador de Buenos Aires (mezzosoprano)
Don Hernán de Almaviva y Figueroa, joven criollo, hijo de la princesa Elwira von Oldenburg y el gobernador de Buenos Aires (tenor)
Martin von Blandta-Malek, conde húngaro, embajador de Austria en San Petersburgo (barítono)
Ilona Ferenczy, condesa húngara, abuela de Martin (contralto)
Don Ignacio de Mendoza y de la Cerda, embajador español en San Petersburgo (tenor)
Júlia Várady, princesa húngara, prima en segundo grado y prometida del conde Martin (soprano)
Preceptor francés (barítono)
Amalia von Oldenburg, princesa alemana, sobrina de Elwira, luego esposa de Don Ignacio (soprano)
Un chambelán (tenor)
Un paje (soprano)

Lugar y época:
San Petersburgo y alrededores en la segunda mitad del siglo XVIII.



Acto I

En la embajada española en San Petersburgo, Don Ignacio da una gran fiesta en la que recibirá a la emperatriz y a varios miembros de la corte. Entre los invitados están el embajador de Austria, el conde Martin von Blandta-Malek, con su abuela, la condesa Ilona Ferenczy, y su prometida, su prima en segundo grado Júlia Várady, un chambelán anuncia la llegada de alguien muy importante; la princesa Elwira von Oldenburg, alemana, pariente de la zarina. Todos se alegran mucho de ver a la princesa Elwira, que va acompañada de un joven apuesto y rubio; Martín le pregunta a Don Ignacio quién es el joven, éste le contesta que es el hijo de la princesa Elwira y el fallecido gobernador de Buenos Aires, pariente suyo, nacido en América, al morir su padre, su madre lo ha llevado a Europa para darle noble educación. Don Ignacio le pregunta a Martin si desea que los presente, éste dice que estaría encantado, presenta a la princesa Elwira y a su hijo con el conde Martin, éste le pregunta si hace mucho que llegó a San Petersburgo, Don Hernán le contesta que hace dos días y es huésped de su pariente Don Ignacio. El conde Martin le dice que volverán a verse en el palacio de verano, con motivo del cumpleaños de la zarina. Llega Júlia y le pregunta a su prometido qué estaba haciendo, éste responde que había saludado a la princesa Elwira von Oldenburg, y a su hijo, que han llegado de viaje; Júlia le dice que se prepare porque de un momento a otro llegará la zarina, todos corren a la escalinata donde precedida por una comitiva imperial, el Patriarca, el embajador francés, el príncipe de Prusia, y el rey de Polonia, todos reciben con gran júbilo a Catalina, la Grande.


Acto II

En los jardines de Zarskoe Selo, se encuentra toda la corte e invitados festejando el cumpleaños de la zarina, Don Hernán cuenta historias de la lejana América a un grupo de jóvenes rusas, éstas cantan una canción folkórica a la que se suman jóvenes rusos y todos bailan y cantan en ruso, ésto divierte mucho a Don Hernán. El conde Martin observa todo desde un pabellón del jardín y le confiesa a su amigo Don Ignacio una tremenda pasión que lo atormenta; le dice que ama a la persona incorrecta. Don Ignacio cree que habla de alguna joven de la corte de la zarina; Martin le confiesa que siente una fascinación mortal por el hijo de la princesa Elwira von Oldenburg. "¡Mi primo!" exclama Don Ignacio; Martin le pide a su amigo que guarde su secreto por el amor que le tiene. Llega un preceptor y reprende en francés a los jóvenes rusos que cantan y bailan de esa manera indecorosa en el cumpleaños de Su Majestad y le dice a Don Hernán que no cause más disturbios. Llega la condesa Ilona y le dice al preceptor que deje divertirse a los jóvenes, al fin y al cabo están cantando en la lengua de la patria y cantan canciones de su país y eso honra a la zarina y al imperio, el preceptor, echa a la anciana, llamándola húngara entrometida; Don Hernán indignado, desenvaina su espada y obliga al preceptor a retractarse con la dama, que merece el mayor respeto. Se arma un gran escándalo; Don Ignacio interviene, diciéndole a su pariente que le dé la espada, la cual entrega a la emperatriz, ésta exige una explicación por los disturbios, Don Hernán dice que el preceptor ha ofendido el honor de una noble anciana húngara. La zarina pregunta si eso es cierto y la condesa Ilona dice que Don Hernán la ha defendido gallardamente. La emperatriz reprende al preceptor a quien le dice que al día siguiente deberá dejar Rusia y volver a Francia y le dice a Don Hernán que es un noble ejemplo el suyo que ennoblece a la nación, llega el conde Martin a socorrer a su abuela, ésta le dice que se encuentra bien y le debe una gratificación a Don Hernán, Martin se arrodilla ante éste y le besa las manos, Júlia consternada hace lo mismo.


Acto III

Un año ha pasado, y el conde Martin ha postergado la boda con su pariente Júlia varias veces. Todas las medianoches, un carruaje, pasa por la embajada de España, donde recoge a Don Hernán vestido de incógnito y lo lleva a una posada en las afueras de la ciudad, ahí los dos se aman en secreto; Júlia ha notado la distancia de su prometido y una noche, decide seguirlo, cuando se da cuenta de todo, lo calla y en una escena de altísimo contenido dramático, monta un caballo y galopa hasta el canal de invierno, es aquí donde Júlia tiene un aria que es una de las cumbres de la ópera y decide suicidarse ya que el hombre que ella ama y al que ha unido su destino para toda su vida, le es infiel de la manera más abominable, y se tira al canal helado.


Acto IV

Han pasado cinco años, tras la muerte de Júlia, Don Hernán ha decidido poner fin a los encuentros con Martin y es ahora un alto funcionario de la corte de la zarina. Martin ha abandonado Rusia y ha viajado por toda Europa, sin encontrar paz en ninguna parte, vuelve a San Petersburgo, el martes de carnaval, donde se realiza un gran baile de máscaras en la ópera, Martin no ha dejado de pensar en Don Hernán en ningún momento, su abuela Ilona ha muerto, sin una ocupación, sin una familia, habiendo perdido a su prometida y a su amor, el conde Martin piensa que su vida ya no tiene sentido, se ha dedicado a jugar por toda Europa, y ha perdido la gran fortuna de su familia. Se reencuentra con su viejo amigo Don Ignacio, que sigue siendo embajador de España en San Petersburgo y se ha casado; Martin le pregunta quién es su esposa, él le contesta que es la princesa Amalia von Oldenburg, al escuchar este nombre, martin tiembla, le pregunta qué parentesco tiene con Don Hernán de Almaviva, éste le dice que es su prima y que es una joven alemana que goza del favor de la emperatriz; Martin le pide a Don Ignacio que se la presente, ésta está con su tía, la princesa Elwira, y su primo, Don Hernán, Martin lo reconoce y lo saluda. la princesa Amalia pregunta de dónde se conocen, y el conde Martin, dice que hace mucho tiempo, su primo Don Hernán ha salvado el honor de su familia. Amalia reconoce en Martin al nieto de la condesa Ferenczy, que fue defendida por su primo en Zarskoe Selo, historia muy difundida en Rusia, y cuya prometida murió arrojándose al canal de invierno en circunstancias misteriosas; Martin se retira, un paje le anuncia en voz baja a Don Hernán que quieren hablarle el la escalinata. Don Hernán acude al encuentro del conde Martin; éste le dice lo ha amado todo el tiempo, durante los últimos cinco años, y le cuenta de sus andanzas por Europa, sin suerte y habiéndolo perdido todo, anhelando más que nada ese momento. Don Hernán le dice que algo entre ellos es imposible, su aventura pasado causó la muerte de Júlia y luego de un emotivo dúo de despedida, vuelve al baile. Martín se va en dirección al río Neva. Don Hernán tiene una gran aria en la que expresa todo su desasosiego y sentimientos guardados, y sale corriendo por las laderas del río al encuentro de Martin donde le dice que vivirán juntos para siempre en el Hermitage y cae el telón con los dos jurándose amor y fidelidad eterna.



Augustin von Reichenau, Buenos Aires, 27 de mayo de 2008.

lunes, 26 de mayo de 2008

El conde Martin


Opera en cuatro actos con libreto de Augustin von Reichenau y libreto de Sebastian von Schloss


Personajes:

Catalina II, emperatriz de Rusia (soprano)
Elwira von Oldenburg, princesa alemana, pariente de la emperatriz, viuda del gobernador de Buenos Aires (mezzosoprano)
Don Hernán de Almaviva y Figueroa, joven criollo, hijo de la princesa Elwira von Oldenburg y el gobernador de Buenos Aires (tenor)
Martin von Blandta-Malek, conde húngaro, embajador de Austria en San Petersburgo (barítono)
Ilona Ferenczy, condesa húngara, abuela de Martin (contralto)
Don Ignacio de Mendoza y de la Cerda, embajador español en San Petersburgo (tenor)
Júlia Várady, princesa húngara, prima en segundo grado y prometida del conde Martin (soprano)
Preceptor francés (barítono)
Amalia von Oldenburg, princesa alemana, sobrina de Elwira, luego esposa de Don Ignacio (soprano)
Un chambelán (tenor)
Un paje (soprano)

Lugar y época:
San Petersburgo y alrededores en la segunda mitad del siglo XVIII.



Acto I

En la embajada española en San Petersburgo, Don Ignacio da una gran fiesta en la que recibirá a la emperatriz y a varios miembros de la corte. Entre los invitados están el embajador de Austria, el conde Martin von Blandta-Malek, con su abuela, la condesa Ilona Ferenczy, y su prometida, su prima en segundo grado Júlia Várady, un chambelán anuncia la llegada de alguien muy importante; la princesa Elwira von Oldenburg, alemana, pariente de la zarina. Todos se alegran mucho de ver a la princesa Elwira, que va acompañada de un joven apuesto y rubio; Martín le pregunta a Don Ignacio quién es el joven, éste le contesta que es el hijo de la princesa Elwira y el fallecido gobernador de Buenos Aires, pariente suyo, nacido en América, al morir su padre, su madre lo ha llevado a Europa para darle noble educación. Don Ignacio le pregunta a Martin si desea que los presente, éste dice que estaría encantado, presenta a la princesa Elwira y a su hijo con el conde Martin, éste le pregunta si hace mucho que llegó a San Petersburgo, Don Hernán le contesta que hace dos días y es huésped de su pariente Don Ignacio. El conde Martin le dice que volverán a verse en el palacio de verano, con motivo del cumpleaños de la zarina. Llega Júlia y le pregunta a su prometido qué estaba haciendo, éste responde que había saludado a la princesa Elwira von Oldenburg, y a su hijo, que han llegado de viaje; Júlia le dice que se prepare porque de un momento a otro llegará la zarina, todos corren a la escalinata donde precedida por una comitiva imperial, el Patriarca, el embajador francés, el príncipe de Prusia, y el rey de Polonia, todos reciben con gran júbilo a Catalina, la Grande.


Acto II

En los jardines de Zarskoe Selo, se encuentra toda la corte e invitados festejando el cumpleaños de la zarina, Don Hernán cuenta historias de la lejana América a un grupo de jóvenes rusas, éstas cantan una canción folkórica a la que se suman jóvenes rusos y todos bailan y cantan en ruso, ésto divierte mucho a Don Hernán. El conde Martin observa todo desde un pabellón del jardín y le confiesa a su amigo Don Ignacio una tremenda pasión que lo atormenta; le dice que ama a la persona incorrecta. Don Ignacio cree que habla de alguna joven de la corte de la zarina; Martin le confiesa que siente una fascinación mortal por el hijo de la princesa Elwira von Oldenburg. "¡Mi primo!" exclama Don Ignacio; Martin le pide a su amigo que guarde su secreto por el amor que le tiene. Llega un preceptor y reprende en francés a los jóvenes rusos que cantan y bailan de esa manera indecorosa en el cumpleaños de Su Majestad y le dice a Don Hernán que no cause más disturbios. Llega la condesa Ilona y le dice al preceptor que deje divertirse a los jóvenes, al fin y al cabo están cantando en la lengua de la patria y cantan canciones de su país y eso honra a la zarina y al imperio, el preceptor, echa a la anciana, llamándola húngara entrometida; Don Hernán indignado, desenvaina su espada y obliga al preceptor a retractarse con la dama, que merece el mayor respeto. Se arma un gran escándalo; Don Ignacio interviene, diciéndole a su pariente que le dé la espada, la cual entrega a la emperatriz, ésta exige una explicación por los disturbios, Don Hernán dice que el preceptor ha ofendido el honor de una noble anciana húngara. La zarina pregunta si eso es cierto y la condesa Ilona dice que Don Hernán la ha defendido gallardamente. La emperatriz reprende al preceptor a quien le dice que al día siguiente deberá dejar Rusia y volver a Francia y le dice a Don Hernán que es un noble ejemplo el suyo que ennoblece a la nación, llega el conde Martin a socorrer a su abuela, ésta le dice que se encuentra bien y le debe una gratificación a Don Hernán, Martin se arrodilla ante éste y le besa las manos, Júlia consternada hace lo mismo.


Acto III

Un año ha pasado, y el conde Martin ha postergado la boda con su pariente Júlia varias veces. Todas las medianoches, un carruaje, pasa por la embajada de España, donde recoge a Don Hernán vestido de incógnito y lo lleva a una posada en las afueras de la ciudad, ahí los dos se aman en secreto; Júlia ha notado la distancia de su prometido y una noche, decide seguirlo, cuando se da cuenta de todo, lo calla y en una escena de altísimo contenido dramático, monta un caballo y galopa hasta el canal de invierno, es aquí donde Júlia tiene un aria que es una de las cumbres de la ópera y decide suicidarse ya que el hombre que ella ama y al que ha unido su destino para toda su vida, le es infiel de la manera más abominable, y se tira al canal helado.


Acto IV

Han pasado cinco años, tras la muerte de Júlia, Don Hernán ha decidido poner fin a los encuentros con Martin y es ahora un alto funcionario de la corte de la zarina. Martin ha abandonado Rusia y ha viajado por toda Europa, sin encontrar paz en ninguna parte, vuelve a San Petersburgo, el martes de carnaval, donde se realiza un gran baile de máscaras en la ópera, Martin no ha dejado de pensar en Don Hernán en ningún momento, su abuela Ilona ha muerto, sin una ocupación, sin una familia, habiendo perdido a su prometida y a su amor, el conde Martin piensa que su vida ya no tiene sentido, se ha dedicado a jugar por toda Europa, y ha perdido la gran fortuna de su familia. Se reencuentra con su viejo amigo Don Ignacio, que sigue siendo embajador de España en San Petersburgo y se ha casado; Martin le pregunta quién es su esposa, él le contesta que es la princesa Amalia von Oldenburg, al escuchar este nombre, martin tiembla, le pregunta qué parentesco tiene con Don Hernán de Almaviva, éste le dice que es su prima y que es una joven alemana que goza del favor de la emperatriz; Martin le pide a Don Ignacio que se la presente, ésta está con su tía, la princesa Elwira, y su primo, Don Hernán, Martin lo reconoce y lo saluda. la princesa Amalia pregunta de dónde se conocen, y el conde Martin, dice que hace mucho tiempo, su primo Don Hernán ha salvado el honor de su familia. Amalia reconoce en Martin al nieto de la condesa Ferenczy, que fue defendida por su primo en Zarskoe Selo, historia muy difundida en Rusia, y cuya prometida murió arrojándose al canal de invierno en circunstancias misteriosas; Martin se retira, un paje le anuncia en voz baja a Don Hernán que quieren hablarle el la escalinata. Don Hernán acude al encuentro del conde Martin; éste le dice lo ha amado todo el tiempo, durante los últimos cinco años, y le cuenta de sus andanzas por Europa, sin suerte y habiéndolo perdido todo, anhelando más que nada ese momento. Don Hernán le dice que algo entre ellos es imposible, su aventura pasado causó la muerte de Júlia y luego de un emotivo dúo de despedida, vuelve al baile. Martín se va en dirección al río Neva.



Augustin von Reichenau, Buenos Aires, 26 de mayo de 2008.

jueves, 22 de mayo de 2008

Escena lírica


HARALD:
Qué te detiene... Es ya tarde; ven conmigo.
Tu augusta madre te ha llamado,
Has oído?

SEBASTIAN:
Otra noche sin verlo!

HARALD:
Peligrosa llama tu nutres!... Oh cómo, dónde,
La primera chispa
En tí ha aparecido?

SEBASTIAN:
En los torneos. El apareció
Con una negra armadura y el yelmo
Negro y sin blasones, el escudo,
Desconocido guerrero, que de todos
Los honores obtuvo... Al vencedor sobre los cabellos
La corona... Guerra civil entretanto...
No lo he visto más... Como dorado sueño
Fugitivo imagino! El volvía
Largo tiempo... pero luego...

HARALD:
Qué sucedía?

SEBASTIAN:
Escucha!

Callaba la noche plácida
Y bella de cielo sereno
La luna, el plateado rostro
Mostraba hermoso y pleno...
Cuando sonar por el aire,
Entre todo se transfigura...
Dulces al oído y tranquilos
Los acordes de un laúd,
Y versos melancólicos
Un trovador cantó.

Versos humildes
De un hombre que reza a Dios;
En ellos se repetía
Un nombre... el nombre mío!
Corrí al balcón...
El estaba, era él, él mismo!
Sentí la alegría que solamente a los ángeles
Les está concedido probar!...
Al corazón, a la mirada estática,
La tierra en un cielo pareció!

HARALD:
Todas las inquietudes que narraste
disturban mi alma!... Yo temo...

SEBASTIAN:
Invano!...

HARALD:
Estraño y triste presentimiento
En mi se revela este hombre misterioso!
Intenta Olvidarlo...

SEBASTIAN:
Qué dices? Oh basta!

HARALD:
Cede al consejo de la amistad...
Cede...

SEBASTIAN:
Olvidarlo!... Ah! tu has dicho una cosa
Que mi alma entender no sabe.

De tal amor,
Mal se puede decir con la palabra.
De un amor, que yo sólo entiendo,
Mi corazón se embriagó!
Es mi destino y se cumplirá
Si yo con él no estaré...
Si por él no vivo,
Es por él, que moriré!


Benedicto, basado en Salvatore Cammarano, Buenos Aires, 22 de mayo de 2008

domingo, 18 de mayo de 2008

Dos adagiettos


Probablemente, una de las piezas musicales más famosas de Gustav Mahler, sino la más famosa, sea el adagietto de su quinta sinfonía, que iré a ver el próximo primero de junio al Luna Park de la Ciudad de Buenos Aires, con la Staatskapelle Berlin, bajo la batuta de Daniel Barenboim. Este adagietto fue compuesto con bastante anterioridad al resto de la sinfonía, y fue una dedicatoria amorosa del compositor a su esposa Alma. Los motivos de la gran fama de este pequeño pedazo de música son varios; su belleza melódica, su gran emotividad, su aire nostálgico y su languidez. Pero el mayor motivo de su inmensa fama, es sin duda, haber sido elegido por Luchino Visconti como el Leitmotiv de la banda sonora de su film “Muerte en Venecia”. Para cualquier persona que haya visto algo de cine clásico, es imposible disociar los acordes del adagietto “sehr langsam” de las suntuosas terrazas del lido, el Grand Hotel des Bans, las imágenes cosmopolitas de las playas que frecuentaban la élite de principios de siglo XX, así como la fascinación desesperada y enfermiza de un hombre maduro, por un bello adolescente andrógino…
Ahora bien; en este escrito, me propongo comparar dos versiones, a mi juicio “de antología” del adagietto de la Quinta Sinfonía de Mahler. La quinta sinfonía tiene ligeras variaciones con la forma de sonata de la sinfonía clásica, se compone de cinco movimientos, a cada uno de los cuales, el compositor le ha asignado un nombre en alemán. El primero es una marcha fúnebre, el segundo se lo denomina “movimiento tormentoso” y es de gran intensidad; el tercero es un scherzo, un movimiento ágil y alegre, que se contrapone al cuarto movimiento, el adagietto, denominado “sehr langsam”, que significa “muy despacio”; el último movimiento, es un Rondo-Finale, Allegro, mucho más vivaz que el adagietto, pero que repite algunos de sus temas.
Las versiones del adagietto que quiero comparar son; la de Sir John Barbirolli, registrada analógicamente en Londres en 1969 con la New Philharmonia Orchestra, y editada por EMI; y la de Leonard Bernstein, registrada en Frankfurt en 1987 con la Orquesta Filarmónica de Viena, ésta en forma digital.
Ambos directores son grandes mahlerianos consagrados, y ambas orquestas son de un nivel altísimo. Sin embargo, las dos versiones son infinitamente distintas, la una de la otra. Si obviamos la cuestión de que una es analógica y la otra es digital, podremos apreciar que la de Barbirolli es mucho más concreta que la de Bernstein, que es mucho más apasionada y dramática. El primer aspecto a tener en cuenta, es el minuto, con veinticuatro segundos que hay de diferencia entre la de Barbirolli, que dura nueve minutos con cincuenta y dos segunos; y la de Bersntein, que dura once minutos, con dieciséis segundos. Esto, nos da la pauta de que los tempi de Bernstein, son mucho más lentos que los de Barbirolli, pero las diferencias no se acaban aquí, ni mucho menos; la versión de Barbirolli es mucho más homogénea y lineal, con un fraseo prolijo y sin grandes sobresaltos, mientras que la de Bernstein es una caja de Pandora; empieza muy débil, y va increscendo, hasta tener momentos de enorme tensión en los clímax, y luego vuelve a una paz etérea. Otra diferencia fundamental, es el sonido de la orquesta. Mientras la New Philarmonia suena prolija y ordenada, bajo la batuta de Barbirolli, la Filarmónica de Viena tiene momentos irregulares en la vorágine de emociones de Bernstein.
Desde luego hay muchas cosas más parta decir de una versión y de otra, y hay muchas más versiones excelentes para comparar. Pero me parece oportuno señalar las diferencias más básicas entre estas dos grandes versiones del adagietto de la quinta sinfonía de Gustav Mahler, y me dan una idea de lo que veré el primero de junio en el Luna Park, de la mano de Barenboim.

Benedicto, Buenos Aires, 18 de mayo de 2008.

sábado, 17 de mayo de 2008

Buscando a Tomi


PERSONAJES:

-Agustín: estudiante de 15 años.

-Nicolás: su mejor amigo.

-Martín: compañero de colegio de Agustín y Nicolás.

-Tomás: hermano menor de Martín.

LUGAR Y EPOCA:

Cortada de Olivos en la primavera de 1998.


M: Qué buena que está la hermana mayor de Victoria! Por Dios!

N: Todo bien Tincho, pero la mina tiene 23 años, no te va a dar bola ni ahí.

M: Vos decís? Yo soy un pibe fachero, además ahora a las minas grandes les gustan los pendejos.

T: Tincho…

M: sí?

T: puedo ir al Combate a comprar unos caramelos?

M: Bueno, pero tené cuidado!

T: Me das plata?

M: Tomá, acá tenés diez pesos, traeme el vuelto, no tardes mucho…

N: Qué edad tiene Tomi ya?

M: Once.

N: Parece mentira, ahora nos parece chico, pero parece que fue ayer que nosotros teníamos esa edad… Y nos interesaban las golosinas, las películas de dibujos animados, e ir al tren de la Costa.

M: Y sí, ahora nos interesan otras cosas…

N: Sí, a full…

M: Che Nico, a vos qué mina te gusta?

N: Ninguna por el momento…

M: Pero te gustan las mujeres?

N: Sí, obvio!

M: Pero por ejemplo, alguna mina de la tele, una modelo…

N: No, no, ninguna… Mis intereses están en otro lado, ya tendré tiempo para enamorarme…

M: Y cuáles son tus intereses?

N: Los aviones, los trenes, los autos, los barcos…

-silencio-

N: Che Tincho, vos ya tuviste tu primera vez?

M: Sí.

N: Cómo fue?

M: Con una trola.

N: Fue hace mucho?

M: En el verano.

N: Cómo era ella?

M: Negra.

N: Negra africana?

M: Era dominicana.

-silencio-

M: La semana que viene, vamos a Munro y la ponés!

N: El cielo libre y guarde!

M: Che! Sos trolo?

N: No! Simplemente no me interesan las mujeres…

M: Entonces sos puto…

N: No! No quiero tener sexo en toda mi vida.

M: Hacete cura entonces!
N: No, ni en pedo! Quiero dedicar mi vida al transporte comercial.

M: Qué tipo raro sos! Vos y tu amigo Agustín, siempre se sacan diez, no les interesan las minas, no van a bailar…

N: Qué sé yo… somos así… hablando de Agustín; hace rato que debió haber llegado, no sé qué estará haciendo…

-10 minutos más tarde-

N: Mirá, ahí viene Agustín…

A: Hola gente!

N: Dónde estabas que no venías?

A: Disculpen la tardanza, estaba en el puerto, nos quedamos con Joaquín limpiando la cubierta del barco de mi viejo.

N: Y Joaquín dónde está?

A: Se fue a su casa, tenía que estudiar, mañana le toman recuperatorio de biología… Che Tincho!

M: Sí, qué hacés Agus? ni te saludé, disculpá…

A: Lo vi a Tomi recién…

M: Sí, ya sé, fue al Combate…

A: No! Qué combate? Estaba en el puerto…

M: En el puerto? Pendejo de mierda, cuando lo agarre lo voy a matar… Qué estaba haciendo en el puerto?

A: Se estaba subiendo al catamarán…

M: Al catamarán??? Pero si no tiene plata para ir al catamarán, yo sólo le di diez pesos.

A: Qué sé yo? A lo mejor él tenía algo, y te pidió lo que le faltaba…

M: No! Si mis viejos se enteran me matan… Tenemos que ir a buscarlo…

N: Dónde querés ir a buscarlo bolas, al medio del río???

M: Sí, Agus, vamos en el velero de tu viejo…

A: Vos estás demente? Mi viejo se llega a enterar que le usé el barco y me acribilla…

M: Por favor, tiene once años, y le puede pasar cualquier cosa…
N: Dale Agus! Va a ser divertido…

A: No no, ni en pedo!

M: Por favor, te pago por hora, cinco pesos por cada hora que estemos arriba del barco…

A: Nah, dejá, vamos, pero mi viejo ni por puta casualidad se puede enterar que salimos al río con su barco…

M: Oka! Es un pacto de silencio entre nosotros tres…

-Van al puerto, desamarran el barco, y salen al Río de la Plata-

A: Para dónde mierda va el catamarán ese?

N: Va para el lado de Buenos Aires…

M -desde adentro- Che! Miren todo lo que hay en la cocina, mirá lo que es esta cerveza, dónde la compraron?

A: la trajeron mis viejos de la República Checa.

M: Uh! La cerveza checa es la mejor de todas, como las putas checas, más buenas no pueden estar…

N: Y vos cómo sabés, si nunca viajaste a Europa?

M: Pero las vi en revistas y películas porno, además, mi abuela estuvo y trajo cerveza checa… Che, la podríamos abrir!

A: Estás loco?! Mi viejo se llega a enterar y me manda a Checoslovaquia de una patada en el orto…

M: Dale Agus! No seas amargo… además hay cuatro botellas, no va a notar que falta una…

A: Vos te crees que mi viejo es boludo…

M: Dale, no seas forro! Sabés las ganas que tengo de tomarme una birra de estas…

A: Bueno, está bien, abrila, pero una sola, después le digo a mi viejo que se la dí a Joaquín por haberme ayudado a limpiar la cubierta…

M: Wow! Tenés para hacer pochoclo! Hacemos pochoclo?

A: Ni en pedo! Vas a hacer un enchastre, y mi viejo se va a enterar que estuvimos acá…

M: Le decís que comiste pochoclos con Joaquín…

A: Pero mi viejo no va a creer que comimos pochoclo sin tomar nada…

M: Genial! Abrimos otra cerveza, y le decís que tomaste una cerveza con los pochoclos y la otra se la diste a Joaquín…

A: Te voy a matar!

M: El pochoclo dulce o salado?

N: Con la cerveza queda mejor salado…

-toman la cerveza con el pochoclo, Martín hace un buen enchastre, que limpia Nicolás-

M: Che chicos, estoy cansado… me voy a tirar a dormir una siestita…

A: Vas a desacomodar la cama…

M: Dejate de joder, le decís a tu viejo que la usaste para coger con Joaquín, si total sos medio trolo…

A: Andate a la puta que te parió! Yo me vuelvo a Olivos, me hacés sacar el barco, tomás la cerveza de mi viejo, comés el pochoclo. No ayudás en nada, y ahora me decís trolo…

M: Te estoy jodiendo! No te calentés… dale, vos seguí navegando que vas bien, yo me acuesto a dormir que no doy más, cuando veas al catamarán, avisame…

A: Yo me voy a graduar de pelotudo con honores…

N: Nah, es divertido… además el día está re lindo, está re bueno para tomar solcito…

A: mmm, a mí me preocupa que el río esté tan bajo, podemos barar en cualquier momento…

-La quilla del barco de repente se encalla en un banco de arena-

A: La putísima madre que lo re parió a Martín, a Tomás y a la mar en coche! Nos quedamos varados… Nico, andá a la conejera y traeme el bichero… Y despertá al otro zángano y decile que venga a ayudar…

-Nicolás entra, agarra el bichero, y despierta a Martín-

M: qué pasa?

N: Despertate boludo! Que baramos, y tenemos que desencallar el barco… Levantate y vení a ayudar…

M: Uh! Qué mala onda! Justo estaba soñando que me garchaba a la hermana de Vicky…

N: Bueno, ahora vas a soñar que vas a desencallar el barco; vení!
A: -desde la cubierta- Traigan dos bicheros, y pónganse uno a cada lado del barco, y empujen…

-Lejos de desencallarlo, el barco se escora a babor-

A: la concha de mi tía! Y ahora qué mierda hago?

N: Llamá a prefectura con el handy…

A: No! En prefectura, todos conocen a mi viejo, y le van a contar…

M: Bueno, ya que no se puede hacer nada, yo me saco la remera y me voy a tomar sol…

N: Esperá, sacate las zapatillas, no camines por la cubierta que está limpia…

A: No! Caminá despacio, en la cubierta de un barco jamás hay que descalzarse… es muy peligroso…

-Martín va a la proa y se tira a tomar sol, Nicolás se queda con Agustín que está en la popa junto al timón; a la media hora aparece un barco, es el catamarán-

N: Agus! Tincho! Miren, es el Catamarán…

-Martín pega un salto-

M: Es mi hermano, es Tomás!

A: Nico! Andá a buscar la bocina, rápido

-Tocan la bocina y el catamarán se acerca-

A: –gritando- Capitán! Somos de la marina del puerto de Olivos, , no nos podría desencallar y llevarnos hasta Olivos?

-Un marinero del catamarán les tira un cabo que atan a la proa y desencallan el barco-

T: Ese es el barco de un amigo de mi hermano! Uh! Y mi hermano está ahí… Martín! –gritando- Qué hacés ahí?

M: -también gritando- Te fuimos a buscar, y se varó el barco…

-el catamarán vuelve al puerto de Olivos, remolcando al velero, al llegar vuelven a amarrarlo y ordenan todo. Se encuentran con Tomás-

M: Pendejo de mierda! Te voy a dar tantas paradas en el culo que no vas a poder sentarte nunca más…

T: Por favor, no le cuentes nada a mamá ni a papá…

M: no, me matan a mí también, pero en el barco había seguro gente del barrio. Se van a enterar…

N: Qué hora es?

M: Las siete y media.

N: Bueno, nosotros hicimos un pacto de silencio, si nuestros padres se enteran, mala suerte, ahora volvamos cada uno a su casa y acá no pasó nada…

-vuelven cada uno a su casa-.



Augustin von Reichenau, Buenos Aires 17 de mayo de 2008.