domingo, 5 de abril de 2009

El concierto de la Filarmónica


Sala de conciertos e la Filarmónica de Berlín, el maestro Christian Thielemann, dirigirá las oberturas “Hebridas” de Mendelssohn y “Corsario” de Berlioz. Luego del intervalo, en la segunda parte del concierto, dirigirá la Sinfonía “Fantástica” de Berlioz. Tomás Reining, Wilhelm Fassbaender y Benedicto, ocupan sus lugares que han conseguido a 10 euros. Luego de la primera parte del concierto, entre aplausos y vítores, los tres van a al hall, donde toman un refrigerio.

Tomás: Me gustó el estilo cuidado y “karajaniano” de cómo dirigió Mendelssohn, Berlioz parece no ser lo más suyo, veremos qué tal hace la Fantástica… (entre la gente divisa a alguien conocido) Ben (sobresaltado) ¿Ves aquél chico de allá?

Benedicto: Sí, ¿Qué tiene?

Tomás: Es Sebastián Fagoaga Larreta, el chico de Belgrano del que te hablé la otra noche en casa, nunca imaginé encontrármelo acá… ¡Vení que te lo presento!

Benedicto: ¡Ni se te ocurra! Ya te dije rotundamente que no…

Tomás: Yo lo voy a saludar…

Benedicto: ¿Estás loco? Ni lo conocés…

Tomás: ¡Dale! ¡No seas idiota! (Tomás se acerca al joven que está junto a dos chicas y le habla en alemán) “Disculpame ¿Hablás español?”

Sebastián: Sí, ¿Nos conocemos?

Tomás: Indirectamente, soy argentino, me llamo Tomás Reining, en Argentina vivía en Martínez, antes vivía en Olivos. Mis primos Santiago e Ignacio Feliú Resúa, jugaban con vos en el CASI, también te conocen amigos y ex compañeros míos, Tomás Lassini, Mariano Agosti, Gonzalo von Carolsfeld, conozco a tu padre, Gonzalo, y a tu madre Amalia. Mi tío, Willie Rossi, fue compañero de tu padre, y mi tía, Pilar Feliú Resúa, fue compañera de tu madre…

Sebastián: ¡Sí, los conozco a todos! ¡Qué loco! No sé cómo me reconociste, pero me alegra haber encontrado alguien conocido, acá, tan lejos de nuestra tierra…

Tomás: Te tengo en el Facebook, después buscame, mi nombre es Tomás Reining…

Sebastián: Ok, te voy a buscar…

Tomás: Aquél chico que está allá es mi amigo Benedicto, él es de Belgrano y vino a pasar un tiempo a Berlín conmigo y mi amigo con el que estoy viviendo, no lo encuentro ahora…

Sebastián: Ah, buenísimo, (señalando a las chicas) Ellas son mis amigas: Jimena, de Corrientes, y Paula, de Brasil. (Tomás Reining las saluda),

Tomás: Vengan a saludar a mi amigo (caminan hasta donde está Benedicto, que permanece reacio) Tomás, él es mi amigo Benedicto, Ben, él es Tomás, amigo de la familia.

Sebastián: ¡Un gusto, Benedicto!

Benedicto: (incómodo) El gusto es mío…

Tomás: (A Sebastián) ¿Y te gusta la música clásica?

Sebastián: Escucho de todo, pero vinimos por Jimena, que es violinista…

Tomás: ¿Y qué les está pareciendo el concierto en general?

Jimena: Estuvo muy buena la primera parte, ahora viene el plato fuerte…

Tomás: Lo mismo digo, ¿No Ben?

Benedicto: Ajá.

Sebastián: ¿Y dónde están ustedes acá en Berlín?

Tomás: Mi pareja y yo, tenemos una casita en Wannsee.

Sebastián: Ah, estás viviendo acá, yo estoy en un albergue cerca de Tiergarten. Me gustaría quedarme por acá, no sé si exactamente en Alemania, a lo mejor Francia o España…

Tomás: Euskadi o Navarra…

Sebastián: ¿Cómo sabés?

Tomás: ¡Por Dios! Tu padre es fanático nacionalista vasco…

Sebastián: Veo que lo conocés bien…

Tomás: ¡Es un genio don Gonzalo!

Sebastián: ¿De dónde lo conocés?

Tomás: (baja la voz) del grupo de Irmgard Bergner…

Sebastián: Ah, vos… (Tomás asiente con la cabeza) Y él (señalando con la cabeza a Benedicto, Tomás hace un gesto afirmativo)… Bueno, tu nombre era…

Tomás: Tomás, Tomás Reining…

Sebastián: Bueno, te dejo mi dirección de Email, arreglemos para encontrarnos en algún momento…

Tomás: ¡Dale! Sería una idea excelente…

Sebastián: Bueno, ¡Suerte che!, nos estamos viendo, ¡Suerte Benedicto! (todos se saludan y se separan en el camino de regreso a las butacas)

Benedicto: No me interesa hacer amistad con este pibe…

Tomás: ¿Pero no te pareció copadísimo?

Benedicto: Pero no lo conozco, y vos tampoco lo conocés.

(Llegan a sus butacas, se sientan junto a Wilhelm)

Tomás: Tenés que arriesgar Ben, ¿Vas a quedarte toda tu vida en Buenos Aires haciendo nada? Hay que dar el gran salto, cuesta, a mí me costó años, Vos podés hacerlo, en mi caso era el fantasma de mi madre muerta, en tu caso, es la imagen omnipresente de tu madre viva ¡Vos tenés que venirte a Europa Ben!

Benedicto: No es tan fácil Tomás, ya es un gran logro que me haya animado a tomar un avión y venir hasta acá… Voy de a poco…

Tomás: Pero se nos pasa la vida y no hacemos nada Benedicto, vos tenés mucho potencial ¿Qué hacés anulado allá? Yo te quiero ver feliz, haciendo lo que te gusta, y con una persona que te quiera…

(Se anuncia en alemán y en inglés, que va a empezar la Fantástica, aparecen los músicos, el director, la gente aplaude y empieza la sinfonía que dura alrededor de una hora, al acabar los tres jóvenes salen de la sala de concierto comentando la obra, hasta que vuelven a cruzarse con Sebastián Fagoaga Larreta y sus amigas, se saludan cordialmente, Wilhelm y Tomás Reining, se dirigen a la esquina, Benedicto se queda unos pasos atrás)

Benedicto: (a Sebastián) ¡Ey! ¿Tu nombre era?

Sebastián: Sebastián, el tuyo Benedicto, ¿No?

Benedicto: Sí, te acordaste de una…

Sebastián: Es un nombre difícil de olvidar

(pequeña pausa)

Benedicto: Te paso mi celular y mi Mail.

Sebastián: ¡Dale! Yo te paso el mío…

Benedicto: ¿Te gusta la paella?

Sebastián: Sí, ¡Me encanta!

Benedicto: Yo la hago muy rica, arreglamos, y una noche te venís a comer a la casa de Tomi en Wannsee ¿Te gustaría?

Sebastián: Sí, buenísimo…

Benedicto: Bueno che, me voy que mis amigos se van a ir y me voy a quedar solo…

Sebastián: Dale, nos estamos viendo: ¡Buena suerte!

(Se saludan con un beso en la mejilla, y Benedicto camina hacia la esquina con paso acelerado y sonriente)


Manuel Lamas, 5 de abril de 2009

La escena del retrato


Una noche de primavera en la cocina de la casa de Tomás Reining y Wilhelm Fassbaender en Wannsee, Wilhelm está durmiendo y Benedicto y Tomás están hablando en castellano mientras toman café y escuchan Tristán e Isolda dirigido por Fritz Reiner con Kirsten Flagstad y Lauritz Melchior…

Tomás: (sirviendo el café en dos tazas y agregandole leche, crema y canela) No creo que ningún kelper, que tiene el 96% de las necesidades básicas cubiertas, y bastante más, le interese ser ciudadanos de un país con instituciones y una clase política como la nuestra, y que además, culturalmente, sólo la liga que somos occidente y tenemos una supuesta mayoría de blancos.

Benedicto: ¿Y eso qué importa? los kelpers son sólo 2000 personas o sea, que ocuparían un par de manzanas en departamentos de Londres ellos no son un pueblo no tienen derecho a la autodeterminación.

Tomás: ¿Imaginás a un millón de correntinos, santiagueños, chaqueños, formoseños, salteños, jujeños, catamarqueños, riojanos y tucumanos ahí?

Benedicto: ¿Y cual sería el drama con eso?

Tomás: Imaginate 50 años del archipiélago con esa composición étnica...

Benedicto: Ademas... En Tierra del Fuego hay solo 60.000 habitantes, y la mayoria son provincianos, y son muy civilizados y estan llenos de guita.

Tomás: Yo estuve en Tierra del Fuego, y es verdad que tienen el nivel de vida más alto de la república, y hay mucha gente del NOA, del NEA y de Chile, pero no son ellos quienes le dan el alto nivel de vida a Tierra del Fuego.

Benedicto: Bueno lo mismo puede pasar en las Malvinas.

Tomás: Pero los que hicieron que Tierra del Fuego sea una Gales austral, fueron los ingleses, holandeses y franceses, junto con familias tradicionales criollas de origen castellano-vasco.

Benedicto: No se si es tan cierto de todos modos ¿Por que las islas, que son argentinas, deberían ser algo diferente del resto del país?

Tomás: Sería excelente que tuviésemos soberanía reconocida internacionalmente sobre las islas. Pero la guerra no es la manera, y menos aún contra la OTAN.

Benedicto: eso es lo que dije

Tomás: Ya lo sé. La guerra del 82, sólo embarró el terreno, y logró que todo aquél que reclame la soberanía por la vía diplomática, sea tildado de fascista. Me retracto. No sólo embarró el terreno Eso es lo menos malo que logró. El costo más alto fue la muerte de tantos jóvenes.

Benedicto: ajá

Tomás: (Cambiando de tema) Ben, tengo algo para mostrarte, muestra en su notebook la foto de un chico rubio de pelo lacio y ojos azules, muy guapo, con una hermosa sonrisa que deja ver una dentadura perfecta (pausa) ¿Comés?

Benedicto: ¿Quién es?

Tomás: Hijo de padre de grupo de alemana de buen pasar...

Benedicto: ¿Hijo de quién, edad, de dónde?

Tomás: Hijo de don Gonzalo María Fagoaga y doña Amalia Larreta de Fagoaga, 27 años, Belgrano, ex rugbier CASI, está viviendo en Berlín, haciendo una pasantía de Economía Internacional en la Universidad de Kladow...

Benedicto: Muy bien llevados los 27 años, parece de menos. Pero se me hace que es Una marica perdida…

Tomás: ¿Y eso por qué?

Benedicto: Porque parece que se pasa la planchita, y eso sólo lo haría una mujer, o una maricona empedernida y perdida, reconozco que puedo errar (pausa) ¿cómo se llama?

Tomás: Sebastián Fagoaga Larreta

Benedicto: ¿Lo conocés en persona?

Tomás: No. Pero nuestras familias se conocen por varios lados. Y varios ex compañeros míos lo conocen. Me han dicho que es muy devoto y es fácil verlo en Misa.

Benedicto: ¿Es gay?

Tomás: Naturalmente...

Benedicto: ¿Tiene novio?

Tomás: Tenía.

Benedicto: ¿Está en el placard o fuera?

Tomás: Si el padre va al grupo de Irmgard...

Benedicto: ¿Qué importa eso? ¿Acaso no van muchos que cuentan de lo difícil que es que sus hijos no se acepten a si mismos?

Tomás: No es el caso de don Sebastián Es tan gay como euskera: 50% del País Vasco Español y 50% de la Navarra Francesa...que por si todo lo que te conté fuera poco, debe su nombre al Santo Mártir que le da nombre a la ciudad de origen de la ilustrísima familia de su padre... Benedicto... yo logré superar mis fantasmas, me vine a vivior a Alemania y soy feliz en la medida de mis posibilidades con Wilhalm... Un boccato di cardenale así se encuentra una vez por lustro con suerte... Te lo estoy regalando con moño...

Benedicto: ¿Quién? no te comprendo.

Tomás: Benedicto; Gay, ex rugbier, rubio, de ojos azules, ABC1, católico practicante, 100% vasco, y su nombre lo debe al Santo Patrono de una ilustre familia de Donostia... Que por si eso fuera poco, es el santo más sexy de todos…

Benedicto: ¿Y con eso qué?

Tomás: ¿Preferís un negro de Paraguaybaires?

Benedicto: A ver… Ya reconocí las cualidades del pibe ¿No estás conforme? Te dije que es lindo y tiene muy bien llevados sus 27 años, al parecer de menos

Tomás: Don Ottavio siempre ponderó las virtudes viriles de los inmigrantes de Euskadi, que había muchos en su época... (Benedico se ríe)

Tomás: Además... Mirá esa sonrisa, ese "Joie de vivre", una foto lo transmite, ves la foto y te dice "soy un pendejo re copado y la vamos a pasar bárbaro" Por otro lado, ya es hora de que sientes cabeza, vos bien sabrás que hay un proverbio que dice que sólo Dios tiene derecho a la soledad...

Benedicto: No entiendo a qué vas que tiene que ver ese pibe conmigo y mi soledad.

Tomás: Sos un buen pibe. Completamente loco de remate, pero cultísimo, copado y buena persona. Me gustaría mucho verte feliz en pareja con un chico que te merezca. Y Sebastián Fagoaga Larreta, me parece el candidato ideal. Por otro lado, tenés que dejar la Argentina y tu vida allá atrás, despegar, vos tenés mucho potencial, Benedicto...

Benedicto: (Se ríe estrepitosamente) Loas sean dadas a tus cometarios y tus buenas intenciones pero ese pibe y yo no nos conocemos, así que eso que decís esta bien lejos de ser posible.

Tomás: Bueno, si me avisás, empiezo a mover influencias... Pero tenés que apurarte... Comprenderás que hay muchísima demanda.

Benedicto: Bueno, un "premio mayor" tan grande sólo es merecido para quien lo vaya a buscar y ponga su empeño en tal empresa. Y nada más alejado de mi modo de hacer las cosas. Por otra parte, cuando decías "te lo estoy regalando",ahora comprendo, delirabas: porque no podés regalar lo que antes no sea tuyo…

Tomás: No me subestimes Benedicto, detrás de mi complicadísima personalidad y la historia sin fin de los fantasmas de mi madre, se esconde alguien más inteligente de lo que crees...

Bendicto: Tomás... sabés que no te subestimo. Pero si el pibe no es tuyo, no podés regalarlo…

Tomás: Le regalé Sebastián Dessaix a dos...

Benedicto: ¿Cómo es eso?

Tomás: Imaginate si no puedo regalarte un Sebastián a vos...

Benedicto: Claro, a Rubiofuego...

Tomás: Y a Rodrigo Martínez Alzaga… Al único Sebastián que no regalo es a mi gato.

Benedicto: (Se ríe) Vos venís a ser como esas duquesas gordinflonas y podridas en guita, parientas de media Europa y miembro (aunque tal vez remoto) de casi todas las casas reales. Que eran las encargadas de armar los matrimonios arreglados de toda la prole de los reyes… (pausa) Las que se juntaban entre ellas a tomar en té y decían: "a Maria Antoinette de Habsburgo-Lorena, por su personalidad, alcurnia, estilo, carácter, ademas de conveniencias políticas, la podemos casar con Monsegnieur Le Dauphin, dom Louis August de Bourbon-Orléans et Saxónie…

Tomás: Pero yo no doy Sofías Federicas, ni Sofías Doroteas, ni Estanislaos Augustos de
Hannover o Sajonia ochenta mil, yo doy Sebastianes de Donostia, de la Navarra Francesa,
del cantón francés, del cantón alemán, de Irlanda, de Toscana, de Abruzzo y del Volga...

Benedicto: Ajá, la idea era la comparación. Nuevamente agradezco tus pensamientos, pero seguro le encontrarán más utilidad alguno de tus otros amigos, más interesados en noviar, que este humilde servidor, y hasta tal vez más dignos de tales distinciones. (cambiando de tema) Te recomiendo un libro que estoy leyendo que es magnífico por donde se lo mire: "La Rebelión de las Masas" de José Ortega y Gasset.

(Tomás Reining mirá a Benedicto de soslayo, hace rato que terminaron el café, el primer acto del Tristán está llegando a su fin)


Manuel Lamas, Buenos Aires, 5 de abril de 2009

viernes, 27 de marzo de 2009

Excursión a la Garganta del Diablo


Después de caminar entre selva y saltos de agua, por pasarelas, el paseo inferior y el superior, hacer un alto para almorzar, hay que tomar el trencito que lleva a la estación “Garganta del Diablo”, el clima es caluroso y muy húmedo, como si fuera un baño turco, y la sensación es de descongestión nasal. Una vez que el tren arriba, ahí hay que caminar aproximadamente un kilómetro por pasarelas que van graciosamente como una culebra entre riachos e islas, hasta que se llega a lo más grande, lo más magnífico y majestuoso, el tercer salto de agua más grande del mundo, y el segundo en importancia. Lo que se experimenta ahí, es difícil de explicar con palabras. La fuerza inconmensurable de millones de litros de agua de río… es uno de los pocos lugares del mundo, donde la energía hidráulica no adulterada por la mano del hombre, produce al ser humano, y también a todo ente, ya sea animal, vegetal, o mineral, una modificación integral del estado físico, que repercute sobre el estado de ánimo. Una gran nube de vapor fresco, aminora el intenso calor de la selva a los rayos del sol, que forman un precioso arco iris, que ornamenta el espectáculo; y al asomarse a la baranda, se siente una pulsión inigualable. Lo más feo que tiene la excursión, es que hay que volver.

Manuel Lamas, 27 de marzo de 2009

jueves, 26 de marzo de 2009

La Fantástica


Sala común del albergue Jules Ferry en París, después de haber pasado el día en Versalles, Sebastián von Schloss, Gustl y la Bastion, están comiendo sándwiches de fiambre y queso con Coca Cola y papas fritas en el hostel, mientras suena en un equipo de música, la Sinfonía Fantástica de Berlioz, dirigida por Rafael Kubelik, en una edición Aguilar del diario La Nación.


Sebastián: (A Gustl y la Bastion) Una vez en su vida, tuvo razón el puto reprimido, malparido de la Argerich… En recomendarme la Fantástica de Berlioz…

Gustl: Ideal para escuchar en París con todo este “eyecandy” ¿Tenía razón o no mein scönes Bastien?

Sebastián: ¡Claro que sí! Ach, mein Gott! ¡Qué orgasmo musical el franchute este!

Gustl: ¿Cuál, cuál?

Sebastián: ¡Estúpida! Musical dije, ¿Cuál va a ser? Ay, me siento doña Eugenia de Montijo…

Gustl: Así de golfa sos, Schlampe!

Sebastián: O ja! Mir gefällt es sehr viel! Y más aún por el maestro Kubelik, que era de la Chequía, ¡Qué lindos modelos porno hay en la Chequía!

La Bastion: ¡Cuack!

Sebastián: ¡Pelotuda semi analfabeta, No sé para qué te trajimos, bruta y simplona como sos, hubiera sido mejor para vos ir a Disney…

La Bastion: Cri cri..

Sebastián: Vés Gustl, es un bichito, lo único que sabe hacer son ruiditos…

La Bastion: ¡Es que sos re freak Sebastián, vos y las cosas raras que hablás, me das miedo!

Gustl: Haya paz, chicas, haya paz, que me siento mal… Yo te perdono Sebastián Arnoux que nos hayas robado al chongo del avión, no nos quieras dar su paradero, y el otro día no hayas venido a Fontainebleau, para quedarte acá haciendo desgustaciones en los baños del hostel…

La Bastion: ¡Cualquiera! No fui porque me dolía la panza, me extraña de vos Agustín…

Gustl: Va con onda Sebastián Arnoux, yo no soy cómo esta (señala a Sebastián von Schloss)

La Bastion: ¡Todo bien!

Gustl: ¡El baile de la Fantástica! ¡Qué homosexualismo!

Sebastián: (A la Bastión) ¿Y a ella no le decís nada? (refieriéndose a Gustl)

La Bastion: El no es oligofrénico como vos.

Gustl: ¡Haya paz chicas por favor! ¡Yo no soy sensible, yo soy hipersensible!

(Se acerca una muchacha alta rubia, con cuerpo de modelo)

Bridget: Hej! Can I take a bear with you?

Gustl: (a la defensiva) Entschuldigung?

Bridget: German?

Gustl: (contrariado) Servus! Ich heiße Augustin und komm’ aus Österreich…

Sebastián: Don’t take care, mademoiselle, my friend is Austrian and Hungarian, but don’t fells well. I’m German, and he (mostrando a la Bastion) is Argentine. We all live in Buenos Aires…

Bridget: (sensual, sentándose junto a Gustl), Ok, my name’s Bridget, I’m Sweddish.

Sebastián: Gustl and I were several times in Sweden, are you from Stockholm?

Bridget: Yes… Who’s Gustl?

Sebastián: He!

Bridget: Nice name Gustl!

Gustl: (parco) My name’s Augustin, but the people tells me Gustl as a familiar.

Bridget: That’s great! If you want, we could go for a walk soon.

Gustl: I’m sorry, mademoiselle Brigitte, I’m not intersested.

Bridget: Are you gay?

Gustl: Of course!

Bridget: It’s Amazing! I love gays, I find you really sexy…

Gustl: I’m so sorry mademoiselle, I do not want to be agressive, but I would have to ask you that leave us allone.

Bridget: Ok, as you want… Jens, Niels, come with me (Dos rubios, altos y muy bien parecidos se acercan a Bridget).

Gustl: Wait, wait, wait, wait, wait! Are them with you?

Bridget: Yes, of course!

Gustl: How much? I can pay that you want…

Bridget: (En posición provocadora) I wanna you pay me with your body.

Gustl: Go to hell, dirty bitch!

Sebastián: Wait a moment! (A Gustl!) Nena, mirá lo que son, es por el bien de los dos (señala con los ojos a la Bastion) Y de esta subnormala también…

Gustl: (determinante) ¡Antes muerta!

Jens: (se acerca a la Bastion) ¿What’s your name?

La Bastion: Sebastián, and yours?

Jens: Jens.

La Bastion: Are you gay?

Jens: Open minded…

La Bastion: Cool! And he? (señalandoa Niels)

Jens: He’s my friend…

La Bastion: His name?

Jens: Niels…

La Bastion: Open minded too?

Jens: Ja… Sebastian, come with us to go for a walk…

La Bastion: I’d like it… (a Sebastián von Schloss y Gustl) ¡Los veo chicos! (se van los tres)



Manuel Lamas, 26, de marzo de 2009

Encuentro entre Benedicto y Tomás Reining


-Benedicto

-Tomás Reining

-Wilhelm Fassbaender


La acción transcurre en el jardín de la casa que Tomás Reining y Wilhelm Fassbaender han comprado en Wannsee, es sencilla pero muy encantadora, y con un bellísimo jardín. Es un domingo de junio a las 8 de la noche, no se ha puesto el sol, Tomás está haciendo un asado al estilo argentino, está descalzo, lleva bermudas y una remera celeste, Wilhelm lleva bermudas y está sin remera, y Benedicto, el amigo de Tomás que los ha ido a visitar por un mes, lleva una bermuda floreada y una remera azul que dice British Airways, que compró en el aeropuerto de Londres, hace tres días, cuando iba camino a Berlín.

Tomás: (A Benedicto en alemán) A mí me parece que deberías venirte y probar suerte acá, manejás el idioma, te gusta este país, sos muy hábil en lo tuyo, la crítica que hiciste de La Fanciulla que fuimos a ver ayer en la Deutsche Oper, satisfizo a todos los melómanos berlineses de nuestro ámbito. Y creo que Wilhelm tiene razón, deberías escribirla, tu alemán es mejor que el de muchos alemanes, nosotros podemos ayudarte a publicarla en algunos magazines o web-magazines, así te harías conocido acá.

Benedicto: Me cuesta dar ese salto, no sé, en Argentina tengo todo, no me veo viviendo lejos de donde viví siempre, de mis afectos, de mi familia… Además, no tengo papeles, estaría acá como ilegal, y en la primera de cambio, me deportan…

Tomás: (Removiendo el carbón, dando vuelta la carne y los chorizos)Te conozco desde que somos re chicos, fuimos compañeros de colegio, siempre te fascinó la cultura centroeuropea, tu lugar está acá, no en la Argentina. Y en cuanto a los papeles, tus cuatro abuelos son españoles, basta con que tus padres se hagan ciudadanos, para que te pasen la ciudadanía a vos, y serías ciudadano de la Unión Europea, y dejarías de ser un ilegal acá.

Benedicto: Bueno, no me presiones Tomás, tiempo al tiempo, yo quiero afianzarme, estar ducho en actuación, teatro, canto, dramaturgia, y dirección escénica, y veré qué puedo hacer en la Argentina, y si me va mal, es probable que me venga a Alemania.

Tomás: (interrumpiendo) A ver quién quiere sándwich de chorizo; les da a Benedicto y a Wilhelm (pausa, retoma el tema anterior) Las cosas no se piensan tanto Benedicto. Yo estuve años y años perdiendo el tiempo en la Argentina, hasta que me decidí a dar el gran salto, si me quedaba allá iba a ser infeliz toda mi vida, acá se valora lo que hago, acá tenés lugar en nuestra casa, hasta que encuentres un lugar.

Benedicto: No es tan así, allá yo tengo todo, acá no tengo nada, mis afectos están allá.

Tomás: (mientras pone dos provoletas en la parrilla) Lo mismo creía yo, pero era mentira, mi verdadero afecto estaba acá, lo supe desde el viaje que hice a los 21 y conocí a Wilhelm, y ahora los dos vivimos en una casa re linda en Wannsee, que es propiedad de los dos, y hacemos lo que nos gusta.

Benedicto: Bueno Tomás, para mí no es tan fácil… Vos lo sabés muy bien, porque a vos también te pasó.

Wilhelm: (transpitado, tomando una botellita de Pilsen) Tomás, tenés que ser más compresivo con tu amigo, vos estuviste 4 años indeciso ¿Y qué te ataba Tomás? ¿Qué tenías para perder?

-Tomás no responde-

Wilhelm: (se pone una remera que dice “Golden West”) Vos decías que era esto, y esto otro… (pausa) era el fantasma de tu madre, que muerta hacía ya más de 7 añoso, no te dejaba moverte, te ataba a la casa de tu abuela en su casa de lujo. No presiones a tu amigo Tomás, él más que nadie conoce sus tiempos, y haber hecho este viaje, ya es un gran paso.

(Pausa general)

Wilhelm: (a Tomás) Ayudame a poner la mesa y a servir las cosas., mucho no entiendo yo de la “provoleta” y el “bife de chorizo”

(Ponen la mesa, entre Wilhelm y Tomás sirven)

Benedicto: (a Tomás, comiendo provoleta con pan y aceite de oliva) Bueno, por lo menos te voy a hacer caso y voy a escribir la crítica de La Fanciulla en alemán, y dársela a ustedes para que la publiquen…

Wilhelm: Nosotros no la vamos a publicar, te vamos a dar una mano…

Tomás: (A Benedicto) ¿Ensalada mixta, o ensalada de papa?




Manuel Lamas, Buenos Aires, 26 de marzo de 2009

Un regalo del cielo


Personajes:

- Friedrich Sebastian Wilhelm Thomas Gottlieb August von Schloss-Hohenzollern und zu Sachsen-Coburg-Gotha (Sebastián).

- Augustin Maria Ferdinand Franz Joseph Xaver Otto Karl von Reichenau-Esterházy et Ferenczy-Andrassy von Patáky (Gustl).

- Sebastián Arnoux O’Farrell (La Bastion).

- Frédéric.

- Azafata.


(Luego de despachar el equipaje en el están de Air France del espigón internacional del aeropuerto de Ezeiza, pasar por migraciones y por el Free Shop, donde compran perfumes, chocolates y una botella de Scotch, Sebastián, Gustl y la Bastion, esperan 15 minutos, hasta que se anuncia por altavoz, primero en castellano, y luego en inglés, que los pasajeros del vuelo 5277 de Air France, con destino a París, pueden embarcar. Se acercan a la puerta correspondiente, pasan por la manga, y llegan hasta la puerta del Boeing 777 que los llevará a la “Ciudad Luz”, donde el jefe de cabina, un muchacho pelirrojo, de unos 30 años, les da la bienvenida a bordo en un precario español, los tres jóvenes atraviesan la primera clase, luego la Business, y finalmente llegan al “gallinero”, también llamado clase turista o económica, donde durante trece horas tendrán que estar apretujados casi sin poder reclinarse y comiendo una cosa recalentada que pretende obtener el título de comida, y teniendo como único consuelo, una diminuta pantalla de plasma, donde podrán elegir ver una docena de películas, dibujos animados, video juegos, el clima y la ubicación del avión, y algo de música funcional para nada interesante. Llegan a la fila 19, sus asientos son los tres al lado izquierdo del pasillo izquierdo.)

Sebastián: ¿Dónde querés sentarte vos Gustl: ventanilla, centro o pasillo?

Gustl: Me da igual.

La Bastion: A mí también me da lo mismo.

Sebastián: Bueno, andá vos Gustl a la ventanilla, así mirás, y podemos toquetearnos y éste (señala a la Bastion) nos tapa.

La Bastion: Por mí mejor, así es más fácil salir para ir al baño.

(Sacan de sus mochilas, sus notebooks, y Sebastián saca un mazo de naipes franceses, luego de esto, las acomodan en los compartimentos superiores y finalmente ocupan cada uno su asiento.)

Sebastián: (despliega la mesita del asiento de adelante y apoya el mazo) El avión va a tardar más de media hora en despegar, nos da tiempo a jugar un partido de Carioca…

Gustl: El avión no es lo más cómodo que hay para jugar a las cartas…

Sebastián: ustedes quisieron hacer el viaje a lo gasolero, si era por mí, iba en primera, ahora se callan y se joden.

Gustl: Cuando tengas el eyecandy en las habitaciones séxtuples de los hostels, no vas a querer volver más a las suites imperiales…

Sebastián: Eso espero… Abran sus mesitas y pónganse de forma lo más diagonal a mí posible, Bastion, ¿Te acordás como es? La primera mano son dos piernas, la segunda es una pierna y una escalera, la tercera son dos escaleras, la cuarta son tres piernas, la quinta son dos piernas y una escalera, la sexta son dos escaleras y una pierna, y la séptima son tres escaleras… (Sebastián mezcla las cartas, Agustín corta el mazo, y Sebastián reparte seis cartas a cada uno, que se acomodan en la mano, las ordenan de menor a mayor, por palo y por juego.)

Gustl: ¡Mmm! Qué puquiría di mierda…

La Bastion: Bueno, si vamos a hablar…

Gustl: Ah no chiquita, ¡Así no! ¡Así yo no! Encima que me toca un juego de mierda, no puedo hablar ¿Pero estamos todos locos?

Sebastián: No le hagas caso Gustlein, está fula, porque está sin el macho…

La Bastion: ¡Cualquiera! Rodri no tenía plata para venir, podemos separarnos un mes y medio y no me voy a morir…

Sebastián: Le pudiste haber pagado el viaje vos, que sos una suiza de buen pasar que vive en la Horqueta… (mira su juego) “Herrgott im Himmel!” Me hace falta una sola carta y me voy…

La Bastion: Yo no soy el Banco Santander…

Gustl: Tengo dos noticias para darte Sebastián Arnoux, una buena y una mala, la buena es que ni vas a pensar en tu marido, porque en los hostels de Francia, Alemania y el Benelux, uno deleita la vista como no lo hace ni ante el glaciar Perito Moreno, motivo por el cual insití en hacer el viaje de esta manera y no a lo “alta aristocracia”. La mala es que me voy (muestra sus dos piernas, una de reinas, y la otra de nueves.) Quinientos puntos por irme de una, ¿Tienen para anotar? (pausa) dejen, yo tengo (se anota quinientos puntos en su Palm).

La Bastion: ¡Mala la marica!

Sebastián: Dicen que el que tiene suerte en el juego…

Gustl: Yo no pretendo tener suerte en el amor, ya la tengo, quiero tener eyecandy en Uropa, y si es posible, también degustar…

La Bastion: ¡Una prostituta!

Sebastián: ¡Ay Mannette! Qué poco glamour tienen tus frases moriacasanescas…

Gustl: Yo mezlco ahora, cortás vos Sebastián Arnoux… (mezcla y le dice a Sebastián von Schloss) dale el mazo a Sebastián Arnoux para que corte (Sebastián von Schloss le alcanza el mazo a la Bastion, éste corta, se lo da a Sebastián von Schloss y éste se lo da a Gustl) Basti, dale siete cartas a Sebastián Arnoux (Gustl reparte siete cartas para cada uno, le va dando una a Sebastián von Schloss para que este dé una a la Bastion, se quede con una él, y Gustl se queda a su vez con una al final, así hasta llegar a siete)

Sebastián: Bueno, ahora es una pierna y una escalera… (acomodan el juego) mmm… “C’est interessant!” (La Bastion tira una carta) ¡Minusválida mental!

La Bastion: ¿Eh?

Sebastián: ¡No me tires eso! Me arruina el juego…

La Bastion: ¡Me alegro! (cambiando de tema) ¡Cómo odio los aviones! Son incómodos, uno se marea, y cuando llegás a donde vas, siempre hay que cambiar el reloj y es otra época del año y el clima es diferente…

Sebastián: (atento al juego) Esta la gano, ya es un hecho que gané…

Gustl: ¡Mostrá!

Sebastián: No, todavía no tengo el juego…

Gustl: Bueno, entonces descartate de alguna que no te sirva…

Sebastián: ¡Es que me sirven todas!

Gustl: Me importa un carajo, descartate igual… (Sebastián se descarta de un siete de corazones) ¡Uy, justo la que me hacía falta a mí! Acá tienen pierna de jotas, y escalera de corazones sin comodines… mmm tatatatatatá: mil doscientos cincuenta puntos, por haberme ido, más el puntaje, más no tener comodines, más los quinientos de la primera mano, son mil setecientos cincuenta puntos, ustedes dos están en cero, ahora te toca mezclar a vos Sebastián Arnoux, y Basti corta…

(Suena una campanilla, y por altavoz se oye una voz aflautada hablando en un castellano muy gangoso y nasal “¡Buenos días, señores pasajeros! Les habla el comandante, Alexandre Duval, en nombre de Air France y de la alianza SkyTeam, les doy la bienvenida al vuelo 5277 con destino a París, esta aeronave es un Boeing 777-300ER, el vuelo saldrá a las 11:45 am del Aeropuerto Internacional de Ezeiza, Ministro Pistarini, y la duración estimada será de doce horas y media, ante cualquier inconveniente, dirigirse al personal de abordo, que tengan ustedes un buen viaje” el capitán repite el mismo discurso en francés, y en inglés, el avión sale de la base y carretea hacia la pista mientras una voz femenina por alto parlante, recuerda a los pasajeros que deben permanecer sentados con los asientos derechos y los cinturones de seguridad ajustados hasta que la señal lo indique, así mismo no está permitido usar celulares ni aparatos electrónicos hasta que se indique y no está permitido fumar hasta haber bajado del avión, al mismo tiempo que en las pantallitas de plasma que hay delante de los asientos, se les muestra a los pasajeros cómo usar la máscara de oxígeno en caso de que sea necesario, el tobogán-balsa, y cómo evacuar el avión en caso de emergencia. Sebastián Arnoux, Sebastián von Schloss y Gustl, ya guardaron los naipes y plegaron las mesitas en los asientos de adelante, enderezaron sus asientos y se abrocharon los cinturones de seguridad, se oye por altavoz: “estamos próximos al despegue” El avión se posiciona en la pista, Gustl hace la Señal de la Cruz y reza interiormente “Padre Nuestro”, “Ave María”, y “Gloria”, se oyen las turbinas acelerando, y el avión empieza a carretear cada vez más fuerte por la pista hasta que el enorme cigarro de acero de cientos de toneladas levanta vuelo y en pocos segundos, se puede divisar fácilmente la Capital Federal y los alrededores, el Río de la Plata, hasta que llegan a tener tal altura que se encuentran atravesando las nubes y así hasta que la señal informa a los pasajeros que pueden desabrochar sus cinturones de seguridad, reclinar y abandonar sus asientos y encender algunos aparatos electrónicos)

Sebastian: (vuelve a abrir la mesita y apoya su notebook, que la enciende) A ver… Ya tenemos el itinerario, acá hay un mapa de Europa, llegamos a París, donde vamos a estar diez días, nos hospedamos en el Hostel Jules Ferry, que queda a cinco minutos de La Concorde, de ahí salimos en tren a Bélgica, primero Bruselas, tres días, Brujas, dos días, Amberes, dos días, luego Holanda, vamos a Utrecht a visitar a nuestras amigas holandesas, cinco días en Utrecht, de ahí a Rotterdam, tres días, Amsterdam, diez días, de ahí tren a Hamburg, cinco días, de ahí a Luxemburgo, nos quedamos cuatro días en mi casa, y de ahí un charter a Charles De Gaulle, y de vuelta a Buenos Aires.

(se acercan dos azafatas con un carrito)

Azafata: (A Gustl) ¿Qué desea tomar señor?

Gustl: Cerveza, por favor (la azafata le alcanza una lata de Grolsch y un vaso)

Azafata: (A Sebastián von Schloss) ¿Usted, señor?

Sebastián: Cabernet Sauvignon, y un vaso de agua mineral bitte… (Le alcanza una botellita individual de vino de Burdeos y llena un vaso con Evian)

Azafata: (A la Bastion) ¿Usted, señor?

La Bastion: Coca Cola Zero por favor… (La azafata le sirve un vaso con Coca Cola Zero)

Azafata: (A Gustl) ¿Carne o pollo?

Gustl: Pollo… (La azafata le alcanza una bandejita con una media pechuga en un colchón de hongos y cebolla con una salsa bechamel y papas noisette, un pancito redondo y una tartita de frutos rojos)

Azafata: (A Sebastián von Scholss) ¿Carne o pollo?

Sebastián: Carne… (Le alcanza una bandejita con dos medallones de lomo con una salsa oscura y espinaca a la crema, el pancito redondo y una tartita Marquis de chocolate)

Azafata: (A la Bastion) ¿Carne o pollo?

La Bastion: Pollo… (Le da la misma bandejita que le dio a Gustl, y sigue repartiendo las bandejas de comida, los tres muchachos empiezan a comer) Nos dan re posquito, y está recalentado…

Gustl: Y eso que de las que vuelan a Europa, podría decirse que Air France es la mejor…

Sebastián: Yo hago de cuenta que estoy comiendo en un restaurant de La Cité, frente a Notre Dame…

Gustl: Mirando los chongos galos…

Sebastián: (luego de beber un sorbo de vino) ¿Lo único que pensás es en los chongos? Parece que en lugar de pensar con la cabeza, pensaras con el culo…

Gustl: Miralo a Ottavio, tiene 97 y se pasó a media humanidad… la otra mitad eran mujeres… ¡Puta madre! ¡Estoy cagado de sed! Se me acabó la cerveza…

La Bastion: Yo soy hombre de un solo hombre…

Sebastián: ¡Claro! Tu novio es Alzaga de segundo apellido, vasco francés…

La Bastion: Vasco español.

Sebastián: ¡Se dice euskera!

Gustl: (comiendo lo último que queda del pollo) ¿Y vos cómo sabés?

Sebastián: ¡Ay nena! Mi mamá fue a colegio español para señoritas en Viena, de la Orden de San Ignacio de Loyola… que era de Euskadi…

Gustl: Bueno querida, te informo que euskera es el idioma vasco, el País Vasco español, se entiende que Navarra queda afuera, en vascuence se dice Euskadi… Aunque no sabría precisarte si el apellido Alzaga es de Navarra o de Euskadi…

Sebastián: “Herrgott im Himmel!”

Gustl: “Servus Mariae nunquam peribit! Et ave Maria, gratia plena!”

Sebastián: ¡Callate pelotuda!

La Bastion: ¿Qué les pasa locas?

Sebastián: (Les señala a un joven rubio de ojos celestes, incipiente vello facial rubio, delgado y esbelto, labios rosados, zapatillas beige, jean y remera color celeste pastel, que se levanta de su asiento, en la fila del medio, tres filas más adelante que ellos, y camina como desorientado, y de a ratos se detiene cerca de ellos tres) ¡Mirá lo que es! ¡La puta que vale la pena estar vivo! ¡Ya empezó el eyecandy! Antes de llegar a los hostels, y en un avión, en el cielo… ¡Cerca de Dios!

Gustl: ¡Callate MOMA! Hacé menos escándalo (lo mira) La verdad que el pibe está bárbaro, y mirá, está solo, se levanta, va de acá para allá se para cerca nuestro y se hace el boludo, seguro que es loka, y argentino…

Sebastián: Para mí es alemán, tiene pinta de alemán, se parece a mí, pero más flaco, chicas, A la mierda el viajecito de hostels, cuando llegamos a Charles De Gaulle, rento un charter a Luxemburgo y nos llevamos a esa belleza a mi casa, y ahí nos lo enfiestamos las tres durante un mes y medio…

La Bastion: ¡Qué putos que son! Sólo buscan pija, no saben lo que es estar enamorado, yo le soy fiel a mi novio, no hay otro hombre en el mundo para mí…

Sebastián: ¡Así no cogés nunca imbésila!

Gustl: Bueno, basta, no se peleen, ahora va a pasar la azafata a retirar las cosas de la comida, cuando haya orden en el avión: ¡Pegamos el batacazo!

Sebastián: ¡Forra! ¡Te lo querés quedar vos y no compartirlo! ¡Te conozco! ¡Toda tu vida fuiste una quitamachos!

Gustl: ¡No tarada! Al que le toca le toca…

Sebastián: ¡Yo canté prí!

La Bastion: Yo no participo…

Sebastián: ¡Quedate con tu gigolo venido a menos de San Isidro!

La Bastion: Cuack!

Sebastián: Ahí vienen las azafatas, tardan las mogólicas… hablemos en alemán así no nos entienden, ¡Franchutas del orto!

La Bastion: Yo no entiendo alemán, mami…

Sebastián: Sos poquita cosa Sebastián Arnoux, ni hablar alemán sabés, ¡Andate a La Horqueta con tu pitufo!

La Bastion: Que mide dos metros…

Sebastián: Y la tiene de doce centímetros…

La Bastion: Cuack!

Gustl: ¡Calmate nena, estás cebada! ¡Tomate un Rivotril!

Sebastián: Tenés razón Agustín, a ver, ¿Cómo era el Mantra budista?

Gustl: ¡No sé, yo soy católico!

(Las azafatas despejan la zona y a los cinco minutos el chico rubio se vuelve a levantar y se dirige a la parte trasera del avión y aminora su paso, al pasar por donde están los nuestros, Sebastián von Schloss, golpea a la Bastion y le dice que lo deje pasar a buscar la cámara de fotos)

Sebastián: (Al chico rubio) “Ich entschuldige mich! Kannst du…

Frédéric: (Con acento afrancesado) Eh, discúlpame, yo no hablo alemand…

Sebastián: ¿Español?

Frédéric: Un poquito (se ríe).

Gustl: (desde su asiento) ¿De dónde sos?

Frédéric: Bélgica.

Sebastián: (Con ímpetu y seguro de sí mismo) Vlaamse?

Frédéric: No, français…

La Bastion: Je parle pas français…

(Sebastián von Schloss y Gustl se miran estupefactos y miran a la Bastion llenos de odio)

Sebastián: Pero no se le entiende nada, porque él es de Suiza, y en Suiza hablan el francés que estaba de oferta…

Frédéric: ¡No! El francés de la Suisse est tres bien… Pero prefiero hablar castellano…

Gustl: ¡Eso lo hacemos muy bien los tres!

Sebastián: Sentate en mi asiento, no te quedes ahí parado…

Frédéric: No, no, así está bien…

Sebastián: ¿Cómo te llamás?

Frédéric: “fgredegrík”, en castellano es Fedeguico…

Sebastián: Ah, tres bien! Je m’apelle Frédéric Sebástien; “Friedrich Sebastian”, je suis allemand… Mon ami Augustin est austrichien et hongrois…

Frédéric: ¡Muy bien! (a la Bastion) ¿Y vos?

La Bastion: Yo soy de Argentina, mis abuelos son de Suiza y de Irlanda.

Frédéric: Tres bien! Yo apasionado par l’Irlanda, e la Suisse est encore une grande nation… (pausa) Al lado de mí hay un asiento vacío, cuando vos quieras podés venir a sentarte comigo… ¿Cuál es tu nombre?

La Bastion: Sebastián.

Frédéric: Es muy bonito nombre!

Sebastián: Yo me llamo igual…

Frédéric: Sí, ya me lo habías dicho. Bueno ¿Quieres venir al asiento que está al lado de mí?

La Bastion: Bueno, voy un rato, vuelvo después chicos, kisses!

(se van)

Sebastián: ¿Vos viste eso?

Gustl: Sí que lo ví, no soy ciego…

Sebastián: ¡Bastion hija de una gran puta! Haciéndose la mosquita muerta, mirá, se fue con el belga, y en cualquier momento, saborea la “velga”...

(Una violentísima turbulencia sacude al avión, Gustl y Sebastián von Schloss se toman de la mano y rezan sottovoce)

Sebastián y Gustl: (al unísono) Salve, Regina, Mater misericordiae, vita dulcedo, et spes nostra, salve. Ad te clamamus, exsules filii Hevae, ad te suspiramus, gementes et flentes, in hac lacrimarum valle. Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos
misericordes oculos ad nos converte; et lesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exilium ostende. O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria. Amen!

(Las azafatas sirven el desayuno, y finalmente llegan al aeropuerto Charles de Gaulle, la Bastion vuelve con Sebastián y Gustl)

Sebastián: ¿Y Frédéric?

Gustl: Eso, ¿Qué pasó con el pendejo?

La Bastion: Ah, sí, es re copado, tiene veintiún años y ya se recibió de periodista, habla francés, inglés español y chino, re limamos hablando, se me pasó volando el viaje…

Sebastián: Bueno, decile que venga…

La Bastion: No, ya se fue, estaba apurado, perdía la conexión a Bruselas.

Gustl: ¿Pero no sabés dónde vive en Bruselas?

La Bastion: No, no le pregunté…

Sebastián: ¿Y su apellido? ¿Algún dato para ubicarlo?

La Bastion: No, rien de rien… Ah, Gustl, tenemos que terminar el partido de carioca, a ver si te logro sacar del puesto de invicto…


Finis operis.

Manuel Lamas, Buenos Aires, 21 de marzo de 2009

La octava de Bruckner


Personajes:

Friedrich Sebastian Wilhelm Thomas Gottlieb August von Schloss-Hohenzollern und Sachsen-Coburg-Gotha (Sebastián).

Augustin Maria Ferdinand Franz Joseph Xaver Otto Karl von Reichenau-Esterházy et Ferenczy-Andrassy von Patáky (Agustín).


La escena transcurre en el cuarto de Sebastián en el palacio de este en Gelly y Obes y República del Líbano.


Sebastián: ¡Ay nena! Estoy cagada de calor…

Agustín: Será calor interno… no hace frío y está prendido el aire acondicionado… (pausa) ¿Qué pensás monet?

Sebastián: (toma su abanico, lo abre y se apantalla cual Sissi Emperatriz) ¿Será verdad lo que me dijo hoy la Gabo?

Agustín: ¡Ay Mónica! Vos sabés que la Gabo es mitómana… además me extraña de vos, como rubio ario del Reich, sabrás que cuando ven uno como vos, o como Friedrich en este país de negros, es como si fuera un chino, todos piensan que es el mismo, porque piensan que son todos iguales, porque en su puta vida ven uno…

Sebastián: ¡Ay Harriet Stephanie! Sos tan ramera como lo fue tu bisabuela…

Agustín: ¡Más respeto chiquita! Que mi bisabuela fue puta sí, pero era baronesa de nacimiento, y de una familia con muchísimo abolengo… (pausa) Mi bisabuelo, que era archiduque de Austria, príncipe apostólico de Hungría y príncipe real de Bohemia y Moravia, tuvo que casarse por cuestiones políticas, con una duquesa italiana, por eso, mi abuelo era un bastardo, y hoy yo no soy un archiduque…

Sebastián: Bueno, justamente, duquesa es más que baronesa… Igual no importa, ¡el caso es que sos una quitamachos!

Agustín: ¿Cuándo te robé un macho yo a vos?

Sebastián: Un millón de veces…

Agustín: ¿Por ejemplo?

Sebastián: (se detiene a pensar) Muchísimas veces, además todo el mundo lo dice, ¡sos más puta que las gallinas Goldy!... La Eduarda por ejemplo, decía que eras una quitamachos y una puta de mierda que te encantaba tragar la leche…

Agustín: ¡Herrgott im Himmel! ¡El muerto se asusta del degollado! Esa provinciana pelagatos, lo que me tiene es envidia, porque soy hermosa, millonaria, heredera de un imperio farmacológico y uno musical, y soy príncipe, dos veces conde, una vez barón y caballero de Santiago… Ella se hace la bien, no tiene dónde caerse muerta, dice que es de una familia patricia de Córdoba, que es descendiente de marqueses y condes que vinieron a Sudamérica en el siglo XVI, fundaron ciudades, escuelas, universidades, etc, etc, ¿Qué pruebas tiene? ¡Se mofa de nosotros, diciendo que somos europeos emigrados! Si es tan regia como dice ser ¿Por qué está tramitando la ciudadanía española, para irse a chupar pijas a Barcelona? Además, me tiene envidia porque yo soy decente… docente decente: y por eso me calumnia, porque yo tengo un novio rubio, lindísimo, de ojos azules, un metro ochenta y siete, que huele a Vivere y es tres veces gran duque, dieciséis veces duque, tres veces príncipe, de las cuales, una es principe heredero imperial, y la otra príncipe heredero real, y caballero de la Orden Teutónica…

Sebastián: Y dueño de la cuarta fortuna del globo, la persona que más ingerencia política tiene tradicional, protocolar y realmente en Alemania, la Unión Europea y el mundo, Luxemburgo como feudo, primo de todos los monarcas del mundo occidental, autor de cuatro libros premiados, mejor promedio de los más prestigiosos colegios, que habla siete idiomas indistintamente, que conocés desde los cinco años, te ama con locura, y tiene un Schwanz de veinte por seis…

Agustín: ¿Y ella? De día lava copas y limpia pisos en algún bar de Sitges o Vilanova i la Geltrú, y de noche mama verga en ese mismo bar, y por un euro más, se traga la leche…

Sebastián: ¿Vos te harías coger por el rubiecito alemancito que conocimos en Las Cataratas?

Agustín: ¡Obvia nena!

Sebastián: ¿Le chuparías la pija?

Agustín ¡No hagas preguntas estúpidas! ¡Le haría salir más leche del agua que cae por la Garganta del diablo!

Sebastián: ¿Cogerías bareback?

Agustín: (lo piensa)

Sebastián: ¿Ingestarías?

Agustín: (piensa un poco más) No no… es muy riesgoso, pero la saborearía…

Sebastián: ¿Y serías activo con él?

Agustín: ¡Eso nunca! ¡Pero nena! ¿Qué te pensás: que soy lesbiano?

Sebastián: ¿Ves? Sos una puta viciosa… ¿Por qué no te hacés transgénero?

Agustín: ¡No quiero ser transgénero! ¡Me encanta ser varón! Soy re lindo, re sexy, mucho más chongo que vos, todos mueren por mí, y a vos te caliento como nadie…

Sebastián: ¡No entendés Agustín! Nuestra relación está gastada, nos conocemos desde que tenemos cinco años, te quiero como nunca quise a nadie en el mundo, me inspirás los sentimientos más tiernos, comparto casi todo con vos, me voy de viaje una semana sin vos y siento que me voy a morir, y tengo tanta química con vos, como la que no tengo con otro ser humano en el mundo… (pausa) Pero si quiero que me rompan el culo, tengo que pagar, o regalar un castillo, un paquete accionario, un campo, un auto de colección, un viaje a Punta del Este, o un Iphone, dependiendo de quién sea… ¿Y vos, que sos la persona por la que mataría? ¡No hay reciprocidad!

Agustín: Sí la hay Blondi, sí la hay principito mío, yo te amo tanto como vos a mí, y lo sabés, sólo que no puedo ser activo, no me sale, si lo hiciera me sentiría profanado, ultrajado, ni se me para cuando me cogen, acabo en seco, no puedo Bastilein, no puedo, por eso permito que busques activos por ahí cuando lo necesitás, vos podés ser activo, para mí es imposible…

Sebastián: ¿Y por qué me quitarías a Friedrich, como me has quitado a otros machos que a mí me gustaban?

Agustín: No sé, seduzco mejor, además yo soy un genio chupando la pija, y a los chongos les encanta, vos no sabés chupar pija, te da asco…

Sebastián: Bueno, al fin y al cabo tengo tu amor incondicional…

Agustín: Yo digo una cosa ¿Era necesario hablar de esto con la octava de Bruckner de fondo?

Sebastián: ¡Me extraña de vos Gustl!

Agustín: Tenés razón, no vamos a escuchar música para inferiores…


Manuel Lamas, Buenos Aires, 3 de marzo de 2009

Prosit Neujahr!


Era 31 de diciembre, una madrugada cálida y agradable, Tomás Reining, vestido con unas bermudas petróleo y una remera verde inglés, descalzo, con el pelo largo y la barba crecida, estaba sentado en el escritorio de su cuarto de la casa de su abuela en Martínez, con un té de escarambujo en un jarrito con la cara de Gustav Mahler, mientras escuchaba la Séptima Sinfonía de Anton Bruckner, dirigida por Eugen Jochum con la Orquesta Filarmónica de Berlín. Sus pensamientos se iban a la capital alemana, y si bien escuchaba atentamente la música de Bruckner, recordaba la parte en la que Don Alvaro, alistado en el ejército en Italia, peleando contra los alemanes dice: “Sevilla… Leonora… ¡O recuerdos!”, sólo que en lugar de Sevilla, iba Berlín, y en lugar de Leonora iba otro nombre. De repente le daba un sorbo a su jarrito, y miraba la figura de Mahler, amor de su adolescencia tardía, se remontaba a sus 18 años, cuando evocaba sus primeros viajes a Europa, la Viena Imperial, el maravilloso reino de Bohemia y Moravia, luego, su estadía en Berlín, entonces estaba enceguecido con Mahler, le encantaba todo ese juego alegre y ensoñador que evocaban la decadencia de un imperio y de una Era entre Praga, la ciudad dorada, las mágicas aldeas de Bohemia, los gitanos de Transilvania, y la elegancia decadentista de la Viena del 1900, la última vez que sería una ciudad grandiosa y capital de un vasto imperio.
Pero en ese vasto y multifacial imperio, había otra cara, que nada o muy poco tenía que ver con el decadentismo, con el expresionismo, los escritores vanguardistas, el erotismo, los poemas sinfónicos, Freud y el psicoanálisis; las aldeas checas, y los zíngaros. Esta cara de la Viena de los Habsburgo, era recibida con moderación incluso por la clase dominante en esa época, la aristocracia austríaca, húngara y alemana, quienes preferían vivir despreocupadamente, dándose a su modo, a la decadencia imperante. Las caras visibles de esa otra gran cara, eran los misántropos, austeros y hoscos austríacos y alemanes, aquellos que reivindicaban un pasado glorioso del Sacro Imperio Romano Germánico, donde los emperadores eran caudillos y su poder era casi como el de un cardenal o un Papa, estos hombres ejercían su poder en las grandes catedrales góticas, eran valerosos guerreros, austeros en extremo, su religiosidad era inconmensurable. El más fiel exponente de esta cara de la Viena Imperial, era Anton Bruckner, un anciano solterón, sencillo, organista en su abadía y extremadamente católico. Su arte no tenía nada de vanguardista, ni decadente. Jamás un poema sinfónico, ni una ópera: sólo sinfonías clásicas beethovenianas en cuatro movimientos, misas, motetes, te deum, eso era Bruckner, su música era austera, solemne, religiosa “a la española”, si entendemos la religiosidad de la España del siglo XVI, bajo los Austrias. Obviamente, que toda esta mojigatería, no podía atraer a un chico de 20 años, que a pesar de ser melancólico y solitario, en el fondo de su ser, sentía una gran alegría y ganas de vivir. Fue durante el 2008, que el arte de Bruckner, penetró en Tomás Reining, de la mano de su “tutor”, al estilo que lo eran los amigos mayores de los jóvenes de condición en la Antigua Grecia: su querido amigo que había conocido en Berlín: Wilhelm Fassbaender. Wilhelm era sólo un año mayor que Tomás, pero le infundía tanto respeto, que jamás pudo llamarlo por ningún apodo, habían vivido juntos, durante un año y medio en Berlín, y Tomás, cuya madre había muerto cuando él tenía 15 años, y no veía en su padre a un referente, tomó a Wilhelm como su tutor intelectual y espiritual. De todo lo que le enseñó Wilhelm a Tomás Reining, sólo hubo algo en lo que tardó varios años en iniciarlo, y fue en la música de Bruckner. Tomás, quien intentaba sobrellevar la ausencia y el recuerdo de su madre, la indiferencia hacia su padre, y el resto de su familia, deseaba vivir un mundo de quimeras, alegre y efímero, pero intelectual, como aquella Viena decadente del año 1900, aquella ciudad en la que Mahler mostraba su música intelectual, vanguardista, chispeante y con un dejo de decadencia.
Tomás Reining, acabó de tomar su té de escarambujo, y le dio un vistazo a su jarrito con la cara de Gustav Mahler y se le figuró el consultorio de su psicoanalista, lo vio todo claramente, las pinturas de Klimt, el diván, el sillón, la lámpara de pie, la alfombra, las cortinas verdes, los varios diplomas enmarcados en la pared, entre los que sobresalía grande el de la Universidad de Buenos Aires, entonces se acordó de un artículo que había escrito hacía un tiempo, al que le había dado el pintoresco título de “La sexualidad del bruckneriano celibidacómano”, que tenía intención de publicar en una revista ameteur de música clásica online, y Wilhelm lo desautorizó rotundamente, diciendo que ese artículo era digno de un fiel de la religión maradoniana: en él hablaba de varones taciturnos, mesurados, generalmente muy religiosos, que sentían inclinación por las ciencias duras, la mayoría de ellos ingenieros, matemáticos o físicos, o estudiantes de alguna de estas disciplinas.
Entonces, abrió su cuenta y se puso a escribir un mail a Wilhelm, en alemán, por supuesto. El mail decía así:

Querido Wilhelm,

te escribo desde mi austral ciudad para desearte un próspero 2009. Te comento que acabo de escuchar la Séptima Sinfonía de Bruckner, y ahora estoy con un Motete, si tengo algo de resistencia, voy a despedir el año con el Te Deum. Estoy escuchando la versión de Jochum, todavía no llego a Celibidache: quién te dice, en dos años esté estudiando Ingeniería Industrial, y comulgando todas las vísperas ¡Dios Santo! Me parece que el té de escarambujo que estoy tomando tiene alguna sustancia alucinógena, por las incoherencias que estoy diciendo.
Dilecto amigo, he tomado la decisión: en abril a más tardar, me voy a Berlín y me quedo hasta que me plazca, mi madre es un precioso tesoro que guardo siempre conmigo, ya nada me duele ya en esta tierra, espero que no me duela crecer y hacerme hombre, con tu Bendición, y la de Dios Padre, Nuestro Señor.

Mis mejores augurios!
Tu Tomás Reining.


Manuel Lamas, 31 de diciembre de 2008

La tía Carola


Personajes:

Sebastián

Agustín

Carola

Casa de Sebastián en Núñez.


Agustín: Che, Sebas…

Sebastián: ¡Eu!

Agustín: Tengo que pedirte un favor…

Sebastián: -ordenando los discos de su repisa- Decime…

Agustín: Necesito que me vendas un disco tuyo.

Sebastián: Mmm, vos sabés que no vendo mis discos…

Agustín: Pero lo necesito para regalárselo a mi prima que viene de Austria, y hasta dentro de dos años no la vuelvo a ver, es su sinfonía favorita de su compositor favorito, dirigida por su director favorito…

Sebastián: Te va a convenir comprarlo en la disquerías, así se lo regalás nuevo…

Agustín: Es que en la disquerías lo venden a 120 pesos y yo no tengo esa plata, y vos lo tenés casi nuevo, lo compraste la semana pasada…

Sebastián: ¿Vos querés que yo te venda la Novena de Mahler por Giulini con la Sinfónica de Chicago?

Agustín: ¡Exactamente!

Sebastián: ¿Y cuánto me darías?

Agustín: 60 pesos, es la mitad…

Sebastián: No Agustín, bajo ninguna circunstancia, yo tardé mucho tiempo en comprar ese disco, y quiero comprarme el Così de Böhm y el Don Carlo de Visconti, no llego ni en pedo…

Agustín: Pero sos mi mejor amigo, hacelo por mí, ¡no seas garca!

Sebastián: No, no puedo, ya tengo la plata para el Così y cuando vuelva Guillermo de Nueva York, me va a traer el Don Carlo que ya se lo encargué.

Agustín: Pero yo quiero recibir a mi prima con ese disco, por favor, te doy 60 ahora, y te pago 6 pesos durante 10 semanas para pagarte el resto…

Sebastián: ¡Ni en pedo! Con la inflación que hay, cuando me lo hayas terminado de pagar, va a costar el doble…

Agustín: Bueno, te pago 8 por semana, más no puedo, hacelo por todas las que hice por vos…

Sebastián: No Agustín, lo siento mucho, pero no…

Agustín: Bueno, muy bien, ahora en 10 minutos viene tu tía Carola, vos la semana pasada le pediste plata a ella supuestamente para comprar unos libros para la facultad, y los dos sabemos muy bien que te compraste discos, y hoy le vas a pedir de nuevo, y tenés pensado comprarte más cosas, si vos no me vendés esa novena de Mahler, yo le cuento todo a tu tía…

Sebastián: ¡Esperá! Yo te lo doy, me das los 60 pesos ahora, y el lunes me das los otros 60…

Agustín: No, 60 ahora y 8 pesos durante 10 semanas es mi última oferta…

Sebastián: ¡Sos bien guachito!

Agustín: Decime vos…

-golpean la puerta-

Sebastián: ¿Quién es?

Carola: -desde afuera- Soy yo Sebi, la tía Caro…

Agustín: Decidite ya...

Sebastián: Un momento, ya abro… -va a la repisa y agarra el disco de la Novena de Mahler poro Giulini- Tomá, te lo regalo, andate por la puerta de servicio, y no vuelvas a aparecerte nunca más por acá…

Agustín: Pero somos mejores amigos…

Sebastián: Vos me demostraste qué tan amigos somos, desaparecé si no querés que te rompa la cara –Agustín se va triste, Sebastián le abre a su tía-

Carola: ¿Cómo está mi sobrinito? Te traje unas medias lunas de La Argentina, que tanto te gustan, pero… ¿Dónde está Agustín?

Sebastián: De eso quería hablarte tía, ya no va a haber más Agustín, me peleé con él…

Carola: ¿Pero qué pasó? Si ustedes son amigos de toda la vida… Contame querido…

Sebastián: Agustín me robó.

Carola: ¿Cómo que te robó?

Sebastián: Sí tía, viste que la semana pasada yo te pedí 120 pesos que vos me diste de la pensión del tío para comprar un libro importantísimo para rendir Lingüística III?

Carola: Sí…

Sebastián: Bueno, yo ya lo había reservado en la librería que está al lado de la facultad, y cuando voy a pagar, no tenía plata en la billetera, yo había ido a comprar unas cosas a la farmacia, y Agustín estaba en casa, no había nadie más, cuando volví de la farmacia, él se había ido dejándome un mensaje de texto, diciendo que tenía que irse a Florida, que su abuela se había caído, y me robó la plata, hoy lo ví de nuevo, y tuvo que contarme toda la verdad, lo eché de mi casa y estuve llorando durante media hora…

Carola: ¡Ay Sebas, hijito! ¡Qué barbaridad! No te preocupes, yo te doy la plata de nuevo, decime cuánto era, ¿120 pesos?

Sebastián: No dejá tía, no vas a pagar vos los platos rotos, gracias pero no lo puedo aceptar…

Carola: No, bajo ninguna circunstancia, tomá la plata –le da el dinero-.

Sebastián: ¡No tía, no! –Hace ademán de no agarrarlo!

Carola: ¡Te digo que sí canejo!

Sebastián: Bueno, te agradezco muchísimo, ¡Es un desgraciado!

Carola: ¡Ah, pero esto no se va a quedar así, yo voy a hablar con la madre de ese sinvergüenza y le voy a contar todo! ¡Para que aprenda!

Sebastián: No tía, por favor, te pido que no hables con nadie, a mí me hace muy mal, yo no quiero saber más nada de Agustín nunca más en mi vida…

Carola: Bueno, mi chiquito, bueno, ¡quedate tranquilito!

Sebastián: ¡Gracias tía, te lo agradezco de corazón! –guarda el dinero en su billetera y abraza a su tía-




Manuel Lamas, 20 de enero de 2009

Sobre las mujeres


Alguna noche de primavera, Tomás Reining y Wilhelm Fassbaender, están sentados en un banco de madera cerca del lago en Wannsee y conversando…

Tomás: En Argentina, hace unos años escribí un pequeño relato con un alias, antes de venir para acá, lo traduje al alemán, y puse mi verdadero nombre, me gustaría leertelo…

Wilhelm: ¡Adelante!

Tomás: Acá va, se llama “La escena de la carta”: (lee en voz alta y en alemán) En la inmensidad de las estepas rusas, vivió Tchaikovsky, una hermosa y opresiva juventud... Fue ahí donde se inspiró para ponerle música al maravilloso poema de Alexander Pushkin, sobre el cual estoy escribiendo... ¡Dios misericordioso! ¡Cuánta belleza! ¡Cuánta dignidad! ¡Cuánta pasión! inconmensurable vehemencia... Y yo allí estaba; un niño de apenas 14 años, en la Mongolia moscovita; en ese aterrador y fantástico desierto... ¡Cuánto más cruel y fascinante para un niño que mil disneylandias! Y ahora, un joven sin rumbo, como el protagonista de la obra de Pushkin, hecha ópera por Tchaikovsky "Bajé de un barco y fui directamente a un baile", recordando ideas nihilistas; un lenguaje muy ornamentado... Y es una más... Pero ¡qué intensa es! ¿Qué es lo que soy? me gusta parafrasear a Thomas Mann y decir que soy un “pequeño burgués mimado por la vida”. Caprichoso, hedonista, moderno, contradictorio; evidentemente no tengo la mesura de Hans Castorp; ni siquiera la del asesino Raskolnikov; más bien soy alocado y pasional como Onegin o la joven y endeble Tatyana.
Una soprano rusa, cuyo nombre desconozco, interpreta la superlativa escena de la carta; y decime o ¡Dios de bondad! ¿Por qué tiene que terminar? Pero yo soy un argentinito caprichoso, y no vivo, ni en la Rusia zarista, ni en la Unión Soviética stalinista; y puedo poner "empezar de nuevo" cuantas veces quiera y vivir en la belleza "aparente" eterna; es algo así, como el jardín mágico de Klingsor en Parsifal... Hoy no soy más Tomás Reining; soy Tatyana Larina; mañana seré la princesa Gremina... Dios dirá...
Firma: Tomás Reining.

Wilhelm: Tengo que confesarte, mi amigo, que me preocupás y mucho…

Tomás: ¿Y por qué?

Wilhelm: Para vos no debe ser nada fácil vivir en un mundo como este…

Tomás: Wilhelm: ¿Vos leíste el Cándido de Voltaire?

Wilhelm: Creo que sé a dónde vas…

Tomás: ¿A ver qué crees?

Wilhelm: Prefiero que me lo expliques vos.

Tomás: Bueno, recordarás que el libro empieza describiendo Westfalia, “El mejor de los mundos posibles”… Bueno, yo vivo hoy en “El mejor de los mundos posibles”, pero con la terrible incertidumbre de saber que mañana, u hoy mismo, todo eso se puede derrumbar y ahí: “Dios dirá”

Wilhelm: Precisamente con ese “mejor de los mundos posibles”, Voltaire criticaba al conformismo de la Europa de su época, es verdaderamente peligroso y vivir con esa incertidumbre es enloquecedor.

Tomás: Wilhelm, puedo hacerte una pregunta, un tanto audaz, sé que en Alemania no se acostumbra a hablar de estas cosas que se consideran íntimas. Por otro lado, me producís un respeto gigantesco y me intimida, pero quiero hacértela…

Wilhelm: Preguntá…

Tomás: ¿Por qué motivo, un joven de tu edad y condición, sin impedimentos visibles, nunca tuvo nada con ninguna mujer, y ni siquiera habla de mujeres?

Wilhelm: Verás, me dedico de lleno a mi carrera, a decir verdad no tan de lleno, soy bastante hedonista, absolutamente hedonista, tanto como lo sos vos, y ahí tenemos nuestro punto en común que te hizo venir desde Argentina a Berlín: yo encuentro el placer más sublime y excelso en la música, dedico a ella todos mis ratos libres y es lo que me llena… Por otro lado: al menos acá, no sé si en tu país será igual: a las mujeres no les interesa tanto como a nosotros esta música.

Tomás: Yo creo que ellas son más terrenales y tienen los pies más en el suelo que nosotros, se ocupan más del aquí y el ahora, no les va volarse la cabeza con literatura demasiado compleja, ni tampoco es su naturaleza estar todo el día escuchando obras como el Tristan, la octava de Bruckner, la novena de Mahler o una Misa de Requiem, (se ríe) para ellas es inconcebible dilapidar el poco tiempo de ocio que tienen en algo como una Misa para muertos. Digamos que su placer pasa más por lo sensorial y lo directo, no por lo intelectual.

Wilhelm: ¡Exactamente! Además, no vas a ganarte una chica llevándola a ver una ópera o un concierto…

Tomás: Convengamos que no… Sin embargo, tengo que confesar que me he divertido invitando cincuentonas casadas, infelices en sus matrimonios, a ver obras como Boris Godunov, Tannhäuser, o la Séptima Sinfonía de Bruckner, luego llevarlas a comer a restaurantes elegantes, llenarlas de expectativas, y finalmente, llevarlas a sus casas y devolverlas intactas a sus maridos, dejándolas con las ganas…

Wilhelm: ¡Qué cruel sos!

Tomás: A veces, no obstante, las mujeres que acceden a mi jueguito, tienen mentalidad masculina, creo que no hay más que decir… (pausa) Sin embargo Wilhelm, te digo que los varones somos muy altaneros, si vas a ver una ópera o un concierto con un varón, él va a cacarear como un gallo para mostrar que ellos saben o tienen más, en mi país llamamos a eso “A ver quién la tiene más grande”…

Wilhelm: (ríe) Es verdad.

Tomás: Yo creo que a los varones nos gusta mostrarnos mucho más que a las mujeres, ellas se muestran en las tapas de revistas, su ropa y a veces sus cuerpos, o desnudan sus sentimientos más inmediatos con ciertas personas, pero a nosotros nos gusta hacer exhibiciones magistrales de lo que sea, ya sea dirigiendo una ópera o una sinfonía, o criticando el virtuosismo o la profundidad de la obra o la interpretación, hasta un partido de fútbol, pasando por casi todas las áreas.

Wilhelm: Cierto, concuerdo con vos… Ahora me toca a mí ser audaz: Sos joven, inteligente, atractivo, tu posición económica es muy sólida… No tengo noticia de que hayas tenido nada nunca con ninguna mujer, y tampoco hablás de mujeres…

Tomás: Amé a dos mujeres en mi vida, a una compañera de colegio, cuando tenía yo diez años, ella nunca lo supo, era bellísima, soñaba con ella dormido y despierto, en la secundaria se cambió de colegio y no la volví a ver nunca, terminé olvidándome de ella…

Wilhelm: ¿Y la otra?

Tomás: La otra la sigo amando hoy, y la amaré cada minuto de mi vida, hasta que sea el minuto extremo, a ella me debo, y no amaré a ninguna otra jamás. Soy un hedonista, que ama el placer, el que da la música, la literatura, el cine, el teatro, la pintura, la arquitectura, el paisajismo y la aeronáutica…

Wilhelm: ¡Tu madre!

Tomás: ¡Efectivamente!


Manuel Lamas, 16 de enero de 2009

Königsberg siempre, Kaliningrado nunca!


PERSONAJES:

Friedrich Sebastian Wilhelm Thomas Gottlieb August von Schloss-Hohenzollern (Sebastián), gran duque de Luxemburgo, Posnania y Lituania, duque de Hohenzollern, Hannover, Sajonia-Coburgo, Sajonia-Varsovia, Rutenia, Prusia, Masovia, Samogitia, Kiev, Volinia, Podolia, Podlasia, Livonia, Smolensk, Severia y Chernihiv, príncipe imperial de Alemania, príncipe real de Prusia y Polonia y señor de la Orden Teutónica.

Augustin Maria Ferdinand Franz Joseph Xaver Otto Karl von Reichenau-Esterházy et Ferenczy-Andrassy von Patáky (Agustín), príncipe Esterházy, conde Andrassy, conde Ferenczy, barón von Reichenau, barón de Gauensdorf, barón von Paraky, grande de España y caballero de Santiago.

Harald Friedrich Otto Siegfried Rudolf Bernhard von Wolfenbüttel-Darmstadt (Harald), duque de Darmstadt y de Sajonia-Altenburgo.


Salón en la casa Sebastián en Gelly y Obes y República del Líbano, Buenos Aires.




Agustín: (a Sebastián) ¡Qué puto que sos!

(Harald se ríe)

Sebastián: ¡Sí! ¿Y qué? Vos no sos muy heterosexual que digamos, querido…

Agustín: Sí, yo soy puto, pero con honra, vos sos una vergüenza…

Sebastián: ¡Andate a la concha de tu madre!

Agustín: No se me antoja…

Harald: (muriéndose de risa) Chicos, no peleen…

Sebastián: (a Harald) ¡Callate vos! (a Agustín) y vos: zorra austríaca…

Agustín: ¡Ay qué lindo! Soy María Antonieta…

Sebastián: Sí, y sos más puta que Catalina, la Grande…

Agustín: ¡Lavate la boca con lavandina, antes de decir que yo soy puta! ¡Bombacha elástico suelto!

(Harald se agarra la panza de la risa)

Sebastián: Te gusta el Schwanz más que el Strudel con crema, y lo que más te gusta es la crema, ¡austríaca de mierda!

Agustín: Y a vos te gusta la Pamplona…

Sebastián: Y decime una cosa, escritor de poca monta, ¿Por qué me decís que soy puto?

Agustín: Porque lo sos: cómo te vas a poner de Untertitel en el Messenger: “O du Knabe du Kind, du allmächtiger Gott!”

Sebastián: Herrgott im Himmel! ¡No tenés vergüenza! Vos mismo cantaste el Komponist…

Agustín: Encima de puto, grasa, hablás mezcolanza de alemán y castellano…

Sebastián: ¡Vos! Augustin Maria Ferdinand Franz Joseph Xaver Otto Karl, vos cantaste el compositor de la Ariadne… y dijiste eso… Además: mi madre santa lo cantó de joven, y fue uno de los caballos de batalla de mi abuela Irmgard…

Harald: (aniñado) ¡Qué gracioso! Tu abuela se llamaba Irmgard…

Sebastián: Sí, es un nombre de mierda, horrible, por eso nunca lo digo, pero ella fue una estrella de la ópera de Viena (a Agustín) entartete Schwul!

Agustín: (se mira las uñas y sonríe) Meine liebe Oma, war auch eine Kammersängerin der Wiener Staatsoper, sie war die “Arabelissima”, mein schönest Bastien… (lanza una carcajada).

Sebastián: Jesus Maria!

Agustín: Und der reilige Joseph!

Harald: (enérgico, pero divertido) Frieden wir haben! Ich bitte euch! (pausa, a Sebastián) Und deine altere Großmutter? Die Frau Fürstin von Schloss?

Sebastián: Ella se llamaba Federica, nombre paquetísimo, además ella era refinada de cuna, una wirkliche mariscala…

Agustín: Puta como una gallina, mala como el cáncer, ridícula como Mirtha Legrand, trepadora como una araña, y más nazi que Hitler…

Sebastián: ¡Dá las gracias porque no te hizo jabón!

Agustín: ¡Y vos también!

Sebastián: Yo soy su nieto, tengo tantos títulos nobiliarios como hijos que tienen las conejas opusdésicas de tus tías, y no son títulos de mierda, dos grandes ducados, tantos ducados que ya me olvidé cuántos tengo, soy príncipe real de Prusia…

Agustín: Un país que no existe hace un siglo…

Sebastián: (prosigue) y príncipe imperial de Alemania…

Agustín: En duodécimo grado…

Sebastián: Y vos, tu bisabuela era una prostituta que de puta casualidad tenía el título de baronesa, se la cogió un archiduque, si no fue un palafrenero, o un mozo de cuadras, y te hacés llamar “Baron von Reichenau”.

Agustín: Soy barón von Reichenau por parte paterna y príncipe Esterházy por parte materna, tu madre, a la que respeto mucho, no tenía título nobiliario, era bataclana.

Sebastián: ¡Decíselo en la cara!

Agustín: Claro que se lo digo, mi abuela paterna también lo era, no es ninguna vergüenza serlo, vergüenza es haber estado afiliada al partido nazi, haber estado en la Hitlerjugend, y haberse acostado con Goebbels… Y encima, ¡ella era polaca!

Sebastián: ¡Polaca las pelotas! Ella nació en Prusia Oriental…

Harald: ¿Dónde nació tu Oma?

Sebastián: ¿Federica?

Agustín: Es obvio que es Federica, encima sos medio pelotudo…

Sebastián: (haciendo como que lo ignora) Federica nació en Posen, Ost-Preussen…

Agustín: Andá a buscar Posen en un mapa de hoy en día, te volvés más puto de lo que sos antes de no encontrarlo nunca, y ni hablar de Prusia Oriental…

Harald: ¿Y tu otra abuela?

Sebastián: ¿Irmgard? Ella nació en Frankfurt.

Agustín: (se ríe estrepitosamente) ¡Pará de mentir! Nació en un pueblito de Hessen que queda relativamente cerca de Frankfurt, es como si a un argentino que nació en Chivilcoy, le preguntan de dónde es, y dice “Nací en Buenos Aires”.

Sebastián: ¡Bruto de mierda! Si el pueblo donde nació mi abuela estuviera tan lejos de Frankfurt, como lo está Chivilcoy de Buenos Aires, hubiera nacido en otro Bundesland…

Harald: ¿Y tu abuelo?

Sebastián: ¿Walther o Rudolf?

Harald: el marido de Federica.

Sebastián: Walther, ese nació en Posen también…

Agustín: Polaco…

Sebastián: ¿Por qué no te vas a la puta que te parió?

Agustín: Porque no tengo ganas. No es vergüenza ser polaco, no sé por qué renegás de tus ancestros…

Sebastián: Pero mi abuelo no era polaco, era prusiano, ¡y su madre era inglesa!

Agustín: Ellos inventaron el apellido “von Schloss” en el siglo XVIII, antes tenían uno polaco, además se convirtieron al protestantismo, porque eran católicos, tus antepasados Sebi, venían de Lituania, así que seguramente, tenés sangre tártara.

Sebastián: Mi tátara-chozno Segismundo, se cambió el nombre y el apellido, se hizo luterano y se casó con la hermana del rey de Prusia.

Agustín: Del cual era amante, y luego lo fue su hijo, y como era tan trucho que ni hablaba bien el alemán y se puso un apellido de mierda, añadió al suyo, el de su esposa…

Sebastián: ¡Callate idiota! Y morite de envidia porque llevo el apellido de la casa real de Prusia y el de la casa imperial alemana, y vos no podés llevar el apellido de la casa imperial austríaca, porque tu bisabuela fue una puta de mierda, aristócrata de bajo rango, que cogía con archiduques casados…

Agustín: Al menos soy descendiente de María Teresa de Austria, Francisco de Lorena, Eleonora de Gonzaga, Maximiliano de Austria, Carlos V, Felipe el Hermoso, y los reyes católicos…

Sebastián: ¡Yo también lo soy! La madre de Segismundo, era archiduquesa de Austria, princesa apostólica de Hungría y princesa real de Bohemia y Moravia, y yo soy legítimo, no bastardo…

Harald: Jesus Maria! Incesto!

Sebastián: Mein Gott! ¡Sí! ¡Somos primos!

Agustín: (se ríe) Mon Cousin!

Sebastián: Bueno, pero somos primos lejanos, además, este es un bastardo, no es mi primo…

Agustín: En cualquier caso… tu bisabuela, la madre de la vieja nazi era de Kaliningrado…

(Harald lanza una risotada)

Sebastián: De todas tus ofensas, esta es la mayor, ¡y exijo una satisfacción!

Harald: ¡Por favor señores! ¡Haya paz! ¡Compórtense de acuerdo a su rango!

Sebastián: No sé qué rango podrá tener el bisnieto de una puta, ¿y cómo querés que haya paz con lo que dice este infradotado? Mi bisabuela Elisabeth, nació en Königsberg, no sé de qué habla este idiota…

Agustín: Bueno, te informo Basti, que la ciudad de Königsberg, donde nació la madre de la vieja nazi de mierda esa, se llama Kaliningrado desde hace una buena cantidad de décadas. Y la casa hanseática donde nació tu bisabuela debe estar rodeada de unos monoblocks socialistas de lindos…







Augustin Maria von Reichenau, Buenos Aires 24 de octubre de 2008.

Ungeduld


Dalibor es un chico de veinticuatro años, con pelo castaño, ojos verdes, mediana estatura y una hermosa voz de barítono. Nació en Bratislava en 1984. Estudió Medicina, pero el sueño de toda su vida fue cantar, y era lo que mejor sabía hacer. Al recibirse de médico, en la Universidad de Bratislava, ingresó al conservatorio de esa ciudad, y estudió técnica, armonía y contrapunto con el Maestro Petr Dvorský. A los veintitrés años, debutó como Papageno en “La Flauta Mágica” de Mozart, en la ópera de Brno, a raíz de este episodio, fue convocado para cantar ópera, pero principalmente Lieder en Bratislava, Brno, Budapest, Praga, Dresde, Munich, Linz, Salzburgo y Viena. Fue en una Schubertiada en la capital austríaca, cuando Eugenia von Papen, una joven viajera argentina y amante de la música, lo conoció, en el mes de octubre de 2008, y le propuso viajar con ella a Buenos Aires en diciembre. Dalibor había leído sobre el teatro Colón, Gardel, Piazzolla, y no mucho más.
Eugenia y Dalibor llegaron a Buenos Aires el 20 de diciembre. El joven se hospedó en un hostel cerca de la casa de la familia von Papen, en el barrio de la Recoleta, vio una ciudad calurosa, con gente amable y atolondrada, muy cosmopolita y llena de vida nocturna, tan distinta a su Bratislava, quedada en el tiempo. La Nochebuena la pasó en la casa de la abuela materna de Eugenia: Teresa de Calatrava, ahí conoció mucha gente interesante, pero le llamó especialmente la atención, una mujer de ochenta y cinco años, con rasgos típicamente centroeuropeos, piel muy blanca algo rosada y arrugada, pelo blanco, y ojos verdes. Se acercó a la señora, que dijo llamarse Emilia Popp y ser la abuela materna de Eugenia. Dalibor y Emilia hablaron en alemán, pero de pronto, la anciana comenzó a recordar primero palabras, luego frases, y finalmente habló fluidamente en su lengua natal, el eslovaco, Dalibor le preguntó dónde había nacido, y ella dijo que fue en algún pueblo, cuyo nombre no recordaba, que quedaba a mitad de camino entre Viena y Budapest, después dijo, que se casó con un guardabosques de un suburbio de Bratislava, con quien tuvo una hija en 1943, su marido murió en la guerra, y ella se fue de Checoslovaquia en 1946, pero tuvo que dejar a su hija a quien había llamado Lucia, al cuidado de una joven llamada Luba, quien había sido su mejor amiga e inseparable compañera de la infancia, Dalibor escuchó atentamente todo lo que le contó la anciana, y esa noche no pudo dormir.
El día siguiente fue soleado y fresco, luego del almuerzo, Dalibor ofreció una Schubertiada, una tertulia musical, con Lieder alemanes acompañados por un pianista, junto a Federico Hagen, un primo segundo de Eugenia, que era estudiante de canto, se cantaron Lieder exclusivamente de Schubert, veintidós en total, Federico, que era tenor, cantaría los primeros ocho, y Dalibor cantaría todos los demás. El concierto tuvo lugar en la sala de la lujosa casa de la señora Teresa de Calatrava, los cantantes se colocaron de pie delante de un magnífico Steinway de cola, ejecutado por el maestro Enrique Zanetti. Pero al llegar al octavo Lied: “Ungeduld” (Impaciencia), Dalibor pidió cantarlo él, no era lo estipulado, ya que ese Lied tenía que cantarlo Federico, que ya de por sí iba a cantar solamente ocho Lieder, pero Dalibor insistió y habló en voz alta, en inglés a toda la gente que había en la sala, dijo que ese era su Lied favorito, y quería dedicarlo a doce personas de su familia. Federico protestó y dijo que ese Lied le correspondía cantarlo a él, y esas personas estaban en Europa. Dalibor entonces dijo, que sólo una de esas personas estaba en Europa, y estaba muerta ya, enterrada en un cementerio de Bratislava, el resto de las personas estaban en esa sala, le pidieron que se explicara, y él contó que su madre, se llamaba Lucia y era hija de una madre soltera, que en realidad no era su verdadera madre, esta mujer, su abuela Luba, había muerto hacía tres años, la verdadera madre de su madre era la señora Emilia Popp de von Papen, sus hijos: Ana, Nicolás y Esteban eran sus tíos, y los hijos de Ana: Tomás, Eugenia, Agustín y Nicolás y los de Nicolás: Santiago, Lucía y Magdalena, eran sus primos, ellos once, más su abuela Luba, ya muerta, eran a quienes quería dedicar ese Lied.

Manuel Lamas.
Miércoles 24 de diciembre de 2008

A Hans Castorp


Hoy escribo desde mí mismo, en primera persona, no digo mi nombre, porque lo considero inapropiado. Siempre anhelé conocerte, fuiste desde mi primera adolescencia, desde mi niñez casi, mi modelo a seguir; te dí mil nombres y encarnaciones en jóvenes que conocí aquí y allá. Deseaba conocerte desde antes de saber que existieras. Admiré en vos: tu sencillez, tu avidez de conocimiento, tu temperamento tranquilo y racional, en contrapartida a mí: tan pasional, temperamental, tan meridional y tan eslavo. Tus virtudes germanas: austeras y mesuradas, fueron lo que nos permitió a gente como yo, llamarte: “pequeño burgués mimado por la vida”, y fui yo tan simple de creer ser como vos, ¡más no! Fuiste cual Parsifal, disputado entre dos fuerzas, lo sobrenatural y la razón, el viejo orden y el progreso de la modernidad, los totalitarismos y la democracia, la Mongolia Moscovita y la civilización occidental.
Hoy entiendo que no estamos hechos el uno para el otro, mis héroes en los que te encarné: Sebastián von Schloss, Augustin von Reichenau, Sebastián Reining y Tomás Reining, sólo se parecen a vos en que son “niños mimados por la vida”, ellos no son arrojados, ni valerosos en el combate, están hechos para gozar con los sentidos y con el cuerpo, para amar y ser amados. Sin embargo, ellos son libres y vos no lo sos Hans, vos sos prisionero de tus circunstancias, y eso te hace a mis ojos, despreciable, como lo fue Goldmundo cuando lo conocí a los dieciséis años, ya que libre sólo es aquél que defiende sus convicciones hasta las últimas consecuencias, aquél que jamás reverenciará una ley tirana, ni una batalla que le dé honor. Mis héroes se parecen más bien a quienes han sido tus amores y contrapartidas: Clavdia Chauchat, Pribislav Hippe, y Narciso en el caso de Goldmundo. Hoy, me arrepiento de haber recreado tu escena del patio de la escuela, que tanta esperanza y alegría me dio durante años, ya que en realidad ni los encuentros entre Sebastián von Schloss y Agustín von Reichenau, ni Sebastián Reining y Vladislav von Wasserfahl, ni Sebastián Reining y Lenka Abdeyeva, ni Tomás Reining y Wilhelm Fassbaender, eran en realidad un encuentro entre vos y yo, sino un que fueron un encuentro mío, con lo que yo había soñado que vos fueras, que no es otra cosa que yo mismo.
No obstante Hans Castorp, hoy casi rompo a llorar cuando te vi a vos, el pequeño burgués, alemán, luterano, y extremadamente circunspecto, mimado por la vida, vos que eras tan ávido de conocimiento, que tu alma sencilla y pura, fue solidaria con todos a quienes conociste, que amaste en secreto cuando tenías trece años a Pribislav Hippe, y volviste a ver esos ojos de tártaro, en Clavdia Chauchat, de quien te enamoraste perdidamente, manteniendo siempre tu lugar y recato. Hoy, cuando te ví caer en un lodazal, en una espeluznante batalla, luchando para el Kaiser, vos, Hans Castorp, mi amado Hans Castorp, un soldado prusiano, sirviendo al progreso de la civilización occidental que pregonaba el asqueroso francmasón italiano, Lodovico Settembrini, levantándose torpemente rumbo a una muerte casi segura, y cantabas la Canción del Tilo de Schubert: ¿Te elevará algún día el amor?


Manuel Lamas, Buenos Aires, 26 de marzo de 2009