jueves, 23 de diciembre de 2010

En la casa de Amalia Kempe III




- ESTANISLAO AUGUSTO SEBASTIAN FLEMING-PONIATOWSKI (SEBASTIAN), chico porteño de 20 años, de ascendencia escocesa, polaco-lituana, alemana, vasca e irlandesa. De pelo rubio. Melómano, germanófilo y eslavófilo. Tiene un programa de radio de música clásica un día a la semana. El resto de la semana está con su familia, y con su mejor amigo Agustín.

- AUGUSTIN MARIA VON REICHENAU (AGUSTIN), de la misma edad, austríaco de nacimiento, de pelo negro. Estudiante Filología Anglogermana.


Cuarto de Sebastián en la casa de su madre, ambientado igual que la escena anterior. Domingo a las cuatro y media de la tarde. Sebastián está vestido de etiqueta. Llega Agustín vestido con ropa de domingo.

SEBASTIAN: ¡Gustl! ¿Por qué entraste? Me hubieras llamado y bajaba, ¿dónde tenés el auto? (lo mira) ¿Qué hacés vestido así? No vamos al gallinero de Música para la juventud. ¡Es platea, boludo!
AGUSTIN: Blondi, te pido disculpas…
SEBASTIAN: ¡Dios! ¿Qué pasó?
AGUSTIN: Cuando llegué a mi casa, estaba muy cansado, me acosté a dormir una siestita, puse el depertador del celular y justo se quedó sin batería, y no sonó.
SEBASTIAN: Sí, pero te levantaste a tiempo, llegamos…
AGUSTIN: No, Sebas, mi vieja vio las entradas que estaban en el escritorio, y las agarró para ir con una amiga.
SEBASTIAN: Me estás jodiendo…
AGUSTIN: No, Sebastián, me quedé re dormido, y me olvidé de decirle a mi mamá que yo iba a usar las entradas.Ella las vio y las agarró.
SEBASTIAN: Agustín…
AGUSTIN: ¿Qué pasa?
SEBASTIAN: ¿Vos sabés lo que significaba eso para mí?
AGUSTIN: Bueno, Sebas, ya viste muchas óperas en tu vida, y vas a ver muchas más… No es grave…
SEBASTIAN: Agustín, esta era la primera vez que Gruberova iba a cantar una ópera completa en el Colón, y además la última. La mina está re vieja, y está haciendo su gira de despedida… Y va a ir tu madre, con una amiga, a mostrar la ropa, y seguro van a cabecear antes de que termine el primer acto. Yo te había dicho que no podemos usar nuestro palco, porque mi tío Ricardo y la mujer tienen que ir con el embajador de Alemania, la mujer, y el presidente del círculo Juan de Garay. Y conseguir una buena ubicación, cualquier otro día, es imposible, absolutamente imposible. Esta era la última chance que tenía de ir a ver esa Lucrezia… En fin, ¿qué se puede esperar de vos?
AGUSTIN: ¡Ay, Sebastián, por favor! ¿Por qué te preocupa tanto no ver a la Gruberova en su debut y despedida colonera? Al fin y al cabo, ya irás a Bayreuth, a ver el anillo, con el mejor elenco que pueda llegar a existir, y un príncipe, o archiduque, de veinte años, de un metro ochenta y cinco, de pelo rubio oscuro, ojos turquesa, cuerpo esculpido por Fidias, con aliento a fresas, que cague trufas, y que mee Champagne… Y se van a hospedar en un castillo de ensueños, adaptado para hotel siete estrellas, No veo por qué hacerse mala sangre…
SEBASTIAN: ¿Por qué son tan, pero tan sorete, Agustín?
AGUSTIN: ¿Sorete? ¿Por qué? ¿Acaso no es ese tu máximo anhelo? Encontrar a tu príncipe azul, que sea hermoso, fuerte y ario, casarte y tener hijitos, y vivir en una casita en los Alpes… Si sos la Susanita gay, Sebastián… (se ríe)
SEBASTIAN: A vos te importó tres carajos haberte quedado dormido, y que yo me haya quedado sin ver a la Gruberova en el Colón. Si te conoceré, puto de mierda, sólo tenés ganas de ir a hacerte la meretriz a lo de Rubiofuego…
AGUSTIN: Cierto que nos invitó…
SEBASTIAN: ¿Te das cuenta? Sos peor que un sorete, no valés una puteada.
AGUSTIN: ¡Pará un poco! Encima de que yo te iba a invitar a ver la operita al Colón, y lo hacía de buena fe. ¿Vos me tratás así? No se hace eso, Sebatito, si yo soy bueno y obsecuente con vos. Vos tenés que ser obsecuente conmigo… (le pone carita de bueno).
SEBASTIAN: ¡A ver! ¡Decime! ¿Para qué insistís en ir todo el tiempo a la casa de Marcos? ¿Qué mierda pretendés con él? ¿Querés aprovecharte de que tenés 20 años, y la gente dice que sos atractivo…
AGUSTIN: Vos el primero… Y mejor no sigo.
SEBASTIAN: para que el pobre Marcos, que al igual que el resto del mundo que no sos vos, te debe importar una mierda… Sólo para satisfacer tu narcisismo; para que él te trate como a una puta de lujo, y al igual que yo, te haga regalitos, para que te trate como a un hijo, entre comillas… ¿Es por eso? ¿Porque a tu viejo ni le importás, por eso buscás tipos que te mantengan, te me pegás a mí todo el tiempo, porque como tengo una obsesión con vos, soy tu más grande benefactor? ¿No es así?
AGUSTIN: ¿Sabés qué? ¡Sí! Esta puta casa del orto me agobia, vos no ves la enfermedad que se vive acá adentro, entre tu madre, tus dos abuelas, una es nazi, y la otra que está completamente chiflada, tu mucama que se creen que le dan un trato humano, y la tratan como a una esclava… Y el wankerito de su hijo…
SEBASTIAN: ¿Qué mierda pasa con ese?
AGUSTIN: ¿Hace falta que te lo diga?
SEBASTIAN: ¡Decilo!
AGUSTIN: ¿Estás seguro de que querés saber?
SEBASTIAN: (Dubitativo) Sí…
AGUSTIN: Si querés saber, preguntale a tu mamá.
(Pausa)
SEBASTIAN: ¿Y para qué insitís en ir todo el tiempo a lo de Marcos?
AGUSTIN: ¡Necesito un aguantadero! Esta casa me sirvió durante muchos años, ¡pero ya no! Me doy cuenta de que el aire está viciado y enfermo acá. Todo acá está enfermo, vos sos feliz en esta enfermedad. Mi casa es otro desastre, mi abuela es una vieja de mierda, con aires de no sé qué. Mi vieja no puede irse a otro lado, porque terminaría durmiendo debajo de un puente. Yo hasta ahora, viví ahí haciendo lo que podía. Ya no aguanto más. Mi mamá es depresiva, se la pasa tomando psicofármacos, vive de hija. Mi tío, es como vos querés ser, tiene casi cincuenta años, y vive en función de la madre, en su casa, limpia, cocina, plancha, borda, ¿te pensás que me gusta ver eso? Y mi abuela, vieja yegua, hija de mil puta, me habla en húngaro…
SEBASTIAN: ¿Eso qué tiene de malo?
AGUSTIN: ¿Qué qué tiene de malo? Es como hablar guaraní, yo trato de olvidármelo. Yo que nací y viví en Austria, y voy todos los años, nunca digo que hablo húngaro, ni que mi mamá se llama Ferenczy, allá es como llamarse Condorcanqui…
(Sebastián se ríe)
AGUSTIN: ¿De qué te reís, pelotudo?
SEBASTIAN: Es gracioso, Condorcanqui… (se ríe)
AGUSTIN: ¡Es la verdad! No está bueno, y la vieja hija de puta de mi abuela, trata a todo el mundo como si fuese una señora feudal… ¡Tenemos una mucama entrerriana!
SEBASTIAN: ¿Y qué tiene? Yo tengo una correntina.
AGUSTIN: Mi abuela trata a Adela como a una sierva de la gleba, le habla en húngaro, con algunas palabras mechadas en francés, que ella ni siquiera habla, así se cree superior a los sudacas. Y Adela y su familia duraron tres mil años en nuestra casa porque es gringa, si fuese negra, ya la hubiese echado hace rato.
SEBASTIAN: Te vas de tema, Agustín, e intentás justificar lo que hacés.
AGUSTIN: No, no intento justificar nada, te explico, a mí no me parece copado tener una familia entera trabajando al servicio de la nuestra, como si fuésemos nobles del Imperio Austro-Húngaro. ¿Te pensás que a mí me gusta que la arpía de mi abuela, que se re da cuenta que yo me la morfo, ande diciendo por ahí que yo me cojo a la hija de Adela, cuando en realidad, a mí me gusta su hermano?
SEBASTIAN: ¡Agustín, eso es típico de las abuelas!
AGUSTIN: ¡Sebastián, abrí los ojos! Nuestras situaciones no son de privilegio, vivimos de la limosna de nuestros parientes, en nuestras casas, la decadencia es el agua que sale de la canilla. Durante muchos años, quise irme del infierno que era mi casa, y venir a esta. Por otro lado, te veía a vos, tan desorientado, me hacía sentir que mi situación no era la peor de todas… Pero ya no aguanto vivir en estos lugares que huelen a humedad y a culo de viejas. Si voy a vivir disolutamente, quiero hacerlo por mérito propio. No quiero que Rubiofuego sea mi novio, ni mi benefactor, sólo lo uso por el momento, uso su departamento, su amabilidad. Él me cae bien, es lindo. Algún día podré vivir como quiero, cuando me reciba, cuando gane plata, voy a tener un novio que esté bueno, y del cual yo esté enamorado, yo también soy una Susanita gay… Vos estás muy conforme con esto que vivís, para vos es el mejor de los mundos posibles. Yo mientras tanto, estoy un poco acá, viendo lo ridículo y triste que es la casa de tu vieja, de tus abuelas. Viéndote a vos, tus locuritas, vestirte con ropa del romanticismo ruso, tomar el té con tus abuelas, ir a Misa con ellas. Escuchar ópera todo el día. A mí también me hacían y me hacen escuchar ópera, ¡y la detesto! Y me hablan el húngaro, ¡y lo detesto!, Daría cualquier cosa porque me vida fuese distinta. Y mi viejo me ignora, vive en Austria, no me llama ni para mi cumpleaños.
SEBASTIAN: Perdoname Agustín, fui un imbécil.
AGUSTIN: Sí, es fácil mandarse la cagada y después pedir perdón.
SEBASTIAN: ¿No vas a estar más conmigo?
AGUSTIN: No, parezco un hijo de puta, pero en realidad no lo soy, o no lo soy del todo. Yo ni pienso en ayudarte. Vos mismo sos feliz así, no te interesa hacer nada por vos mismo. Vos sos bueno, estás mal del coco, ¿qué sé yo? Yo voy a estar con vos, sin nadie, y en esta casa, vas a terminar como el opa de la piecita del fondo.
SEBASTIAN: No sé para qué me decís todas estas cosas.
AGUSTIN: Yo menos.
SEBASTIAN: ¿Vos no tenías ganas de ir al Colón a ver la Lucrezia, no?
AGUSTIN: Y, no, ya sabés…
SEBASTIAN: No vaya a ser cosa de que seas vos el que invites, y encima, le des a tu amigo, algo que le gusta…
AGUSTIN: ¡Ay, Sebastián! No empieces a psicopatearme…
SEBASTIAN: ¿No te quedaste nada dormido, no?
AGUSTIN: ¡Basta, Sebastián! Sí, me quedé dormido, no me jodas más, andá a cambiarte, Rubiofuego me llamó hace un rato, vamos a su casa.
SEBASTIAN: ¿A qué?
AGUSTIN: A estar con él, a pasar el rato.
SEBASTIAN: ¿Para que yo vea como le coqueteás?
AGUSTIN: ¡Dale, no rompas las pelotas! No me la hagas todavía más difícil.
SEBASTIAN: Bueno, pero llevo música.
AGUSTIN: Y bueno, llevala, al fin y al cabo, después no querés que te traten como a un débil mental.
SEBASTIAN: (Lo mira con odio) A ver cuanto te dura el Rubiofuego…
AGUSTIN: Rubiofuego es una escala, y un amigo, necesito amigos normales, andá a cambiarte, voy a buscar una copa de vino blanco, ¿querés algo?
SEBASTIAN: Nada, Agustín, no traigas nada.
AGUSTIN: ¡Dale, cambiate!
SEBASTIAN: Ya va.
(Sebastián entra al vestidor, Agustín sale del cuarto)
APAGON

En la casa de Amalia Kempe II




- ESTANISLAO AUGUSTO SEBASTIAN FLEMING-PONIATOWSKI (SEBASTIAN), chico porteño de 20 años, de ascendencia escocesa, polaco-lituana, alemana, vasca e irlandesa. De pelo rubio. Melómano, germanófilo y eslavófilo. Tiene un programa de radio de música clásica un día a la semana. El resto de la semana está con su familia, y con su mejor amigo Agustín.

- AUGUSTIN MARIA VON REICHENAU (AGUSTIN), de la misma edad, austríaco de nacimiento, de pelo negro. Estudiante Filología Anglogermana.

Cuarto de Sebastián, domingo a la madrugada. Llegan Sebastián y Agustín, Sebastián pone L’italiana in Algeri de Rossini en el equipo de música, y sirve té ruso con terrones de azúcar de un samovar, en tazas de porcelana de Meissen, con chocolates de Perugia. Agustín se sienta sobre la cama de Sebastián, a un lado hay un biombo chinesco, y al otro lado está la puerta al vestidor de Sebastián, junto a la puerta del vestidor, hay una silla, Sebastián entra y trae dos trajes de montar de principios de siglo XIX, uno con chaqueta salmón, y el otro con chaqueta verde agua, pantalones color natural, dos pares de botas de montar negras, y dos latiguillos de cuero.

AGUSTIN: ¡No, Sebastián, no! ¡No tengo ganas ahora, estoy cansado!
SEBASTIAN: ¡Dale!, no te cuesta nada… ¡No seas malo!
AGUSTIN: No soy malo, no tengo ganas de ponerme todo ese disfraz, para después sacármelo…
SEBASTIAN: ¡Si serás pelotudo! Con ese criterio, ¿para qué vas a comer, si después lo que comas, lo vas a cagar?
AGUSTIN: Mirá, podría contestar a la estupidez que acabás de decir, pero prefiero ponerme el trajecito, porque si no, no me vas a dejar en paz por tres días.
SEBASTIAN: ¡Bravo! ¡Te quiero mucho, Gustl!
AGUSTIN: ¡Vamos, vamos! No me rompas las pelotas, que para tomar un puto té, me hacés vestirme como Pushkin, y encima usar fusta y botas adentro de una casa porteña en pleno octubre, quien viera esto, diría que hay una sucursal del José Tiburcio en pleno Belgrano R…
SEBASTIAN: ¡Vamos Gustl, vení a cambiarte! (se ríe)
AGUSTIN: (yendo detrás del biombo) ¡Concha de tu tía! Tengo olor a pucho de la casa de Rubiofuego hasta en el tuétano…
SEBASTIAN: Si querés, podemos bañarnos…
AGUSTIN: Sí, me voy a bañar, detesto el olor a cigarrillo, me da náuseas, pero después de hacer tu puto showcito, ¡y no con vos!
SEBASTIAN: ¡Una lástima!
AGUSTIN: ¡lástima, la concha! Yo me baño en el baño de Casilda si es necesario, pero con vos no…
(pausa)
SEBASTIAN: ¿Qué te pareció Rubiofuego?
AGUSTIN: Rubio.
SEBASTIAN: ¡Eso no me dice nada, hombre! Yo también soy rubio…
AGUSTIN: Pero él es fuego.
SEBASTIAN: ¿Y yo no?
AGUSTIN: No, vos no.
SEBASTIAN: A ver… Divine! A vos que tenés el pelo negro, te queda mejor la chaqueta salmón… ¡Dios mío, quiero un consorte!…
AGUSTIN: Llamate un escort…
SEBASTIAN: Podría ser, sobre todo ahora que mi madre y mis abuelas están de viaje…
AGUSTIN: ¡Sí! Y nos lo enfiestamos con Casilda y el wankero del hijo…
SEBASTIAN: ¡Qué buena idea!
AGUSTIN: ¿Vos estás demente, Fleming?
SEBASTIAN: ¿Perdón?
AGUSTIN: ¡Desde luego que no, Sebastián! Tu estado mental es grave y mucho, sin embargo, yo como tu mejor amigo y guía espiritual, te ayudo un poco… (pausa) No te quedes mirándome así como corderito degollado, mi blondito… A ver, como vos proyectás todo, absolutamente todo, me hacés vestir a mí con este puto trajecito que evoca tus fetiches eslavos de la época de Glinka, etcétera, al fin y al cabo, de ser por vos, me violarías durante un mes segido, con este traje puesto, sin él o con la ropa que usa Rubiofuego en la oficina para vender pasajes a Bangkok.
SEBASTIAN: ¿Por qué decís Bangkok? Ese es uno de los destinos finales, no el único…
AGUSTIN: ¡Sebastián! ¡No podés ser tan literal! ¡Es una maldición ser literal! La gente te toma de pelotudo… A ver, ¡oíme, blondito! Tu inclinación enfermiza a proyectar todo, además de hacerte vestirte a vos y a mí con ropas pushkinianas-chejovianas, o lo que cazzo sea, tomar té de samovar con terrones de azúcar, te lleva a conocer a un rubiete vendepasajes que es prácticamente igual físicamente a tu adorado Slavic Male prostitute…El tenorcito ligero del que estás enamorado… ¿Me entendés?
SEBASTIAN: Es decir, según vos, ¿a mí me gusta la compañía de Marcos, porque lo comparo con Pasha?
AGUSTIN: ¡Más claro echale agua, Sebastián!
SEBASTIAN: Bueno, pero entonces, ¿no tendría nada malo, en que tuviese una historia con el Rubiofuego vendepasajes?
AGUSTIN: Absolutamente nada de malo, de acuerdo con el DCM4, y los códigos legales del país que habitamos.
SEBASTIAN: ¿Y Según Augustin Maria von Reichenau?
AGUSTIN: Y no emito juicio de valor. Necesito alguna espirituosa…
SEBASTIAN: Hay vodka en el mini bar. (Pausa) A ver si entiendo, ¿vos no te oponés… Pero vamos a la casa de Marcos… Y vos, a sabiendas de mis trastornos pisquiátricos, y toda esa cosa que siempre te gusta decir de mí… Teniendo en cuenta, que puedo tener algo con él, y mejorar este precario estado mental que de acuerdo con vos tengo desde que nací. Después de sacarle la mierda todo lo que podés cuando te comento acerca de su existencia… Me decís que querés acompañarme a su casa, ya ni me acuerdo con qué pretexto, me hacés llevar Amarula, te asegurás de que se embriague… Y ahí, te ponés a coquetearle cual Salomé ante el tetrarca Herodes Antipas, ?
AGUSTIN: ¿Qué culpa tengo yo de que el pibe me haya caído en gracia, y yo a él?
SEBASTIAN: ¿Y yo a él no?
AGUSTIN: Sebastián, mirate, mirame a mí, cómo estamos vestidos, sos inofensivo, porque estás correctamente tratado, tu madre, tus abuelas, viven en función tuya, pero no por eso dejás de ser un pobre orate, nadie en su sano juicio, a menos que fuese de clase baja, o monstruosamente feo, podría enamorarse de vos…
(Sebastián se sienta en una silla, Agustín se para detrás de él y le agarra los hombros)
SEBASTIAN: (con congoja) Sos un sorete, Gustl…
AGUSTIN: Te digo de frente, la realidad que nadie te dice, igual yo te aprecio, Blondi, ¿vos crees que a mí alguien me da algo por estar todo el tiempo con vos?
SEBASTIAN: No sé, vos decís que las relaciones siempre se basan en al conveniencia.
AGUSTIN: Vos no tenés que hacer caso a todo lo que yo te digo, rubitonto (le da un beso en la mejilla).
SEBASTIAN: ¿Vamos a bañarnos para ir a dormir?
AGUSTIN: Dale. Pero separados, (se ríe)

En la casa de Amalia Kempe I




- ESTANISLAO AUGUSTO SEBASTIAN FLEMING-PONIATOWSKI (SEBASTIAN), chico porteño de 20 años, de ascendencia escocesa, polaco-lituana, alemana, vasca e irlandesa. De pelo rubio. Melómano, germanófilo y eslavófilo. Tiene un programa de radio de música clásica un día a la semana. El resto de la semana está con su familia, y con su mejor amigo Agustín.

- AUGUSTIN MARIA VON REICHENAU (AGUSTIN), de la misma edad, austríaco de nacimiento, de pelo negro. Estudiante Filología Anglogermana.

Cuarto de Sebastián en la casa de su madre en Belgrano R. Un viernes por la tarde de octubre. Sebastián y Agustín están en jogging, buzo y medias, sentados en el piso tomando té y comiendo galletitas danesas y chocolates suizos. Agustín va y viene al vestidor y al baño, mientras se cambia de ropa una y otra vez, se pone base, cosméticos anti-age, auto-bronceante, se peina, se prueba varios modelos de ropa de Sebastián que es del mismo talle que él, se mira mucho al espejo, hace caritas y le tira besos a su imagen en el espejo). Una notebook conectada a parlantes hace sonar una y otra vez el Himno Nacional de Brasil.

SEBASTIAN: “Gigante pella propria naturessa, es belo es forte, impávido, colosso!”
AGUSTIN: ¿Quién?
SEBASTIAN: ¡Así dice el Himno de Brasil!
AGUSTIN: ¿Y por qué yo debería saber qué carajo dice el Himno de Brasil?
SEBASTIAN: ¿Qué sé yo? Es cultura general, creo. Además está sonando ahora…
AGUSTIN: En todo caso, vos quisieras tener un amante que sea “belo, forte, impávido e colosso”.
SEBASTIAN: ¡Ni en pedo!, traen muchos problemas. Yo quiero ir al sur de Italia y a Grecia con mi madre y mis abuelas, Ahí hay unos chongos que te la voglio dire…
AGUSTIN: ¿Y por qué no vas?
SEBASTIAN: ¡Ni en pedo! Se van mañana a la noche. Además, viajan con Coca, Chichita y mi tía Enriqueta…
AGUSTIN: ¿Y qué tiene?
SEBASTIAN: Son de la época de la Colonia, la más joven tomaba el té con Eugenia de Montijo…
AGUSTIN: ¿Y?
SEBASTIAN: ¿Y qué?
AGUSTIN: Y por qué no vas con ellas, la vas a pasar regio…
SEBASTIAN: Nah, ¿para qué? después hay que aguantar a los fósiles…
AGUSTIN: Sebastián… A vos te encantan las viejas. Perdón, vos sos una vieja….
SEBASTIAN: ¿Te parece?
AGUSTIN: Bueno, digamos que anatómicamente, sos un pibe de veinte. Pero en tu forma de proceder sos una vieja.
SEBASTIAN: ¿En qué por ejemplo?
AGUSTIN: Vas al Colón con tu ex profesora de Biología…
SEBASTIAN: Bueno, para muchos, salir con la ex profesora de Biología es cool.
AGUSTIN: Bueno, en tu caso, es quasi enfermizo… (pausa) No, perdón, es enfermizo del todo.
SEBASTIAN: ¿Por qué?
AGUSTIN: Porque tu ex profesora de Biología es tu amiga.
SEBASTIAN: ¿Y qué tiene eso de malo?
AGUSTIN: No es habitual que los chicos de veinte años sean amigos de sus ex profesoras de Biología, ni que vayan al Colón con ellas.
SEBASTIAN: Yo no solamente voy al Colón con mi ex profesora de Biología, también voy a comer a Edelweiss, y a tomar café al Torreón.
AGUSTIN: ¡Peor aún!
SEBASTIAN: ¿Por qué? No hacemos nada inmoral…
AGUSTIN: A lo mejor por eso es peor aún…
SEBASTIAN: Ave Maria purissima!
AGUSTIN: ¿No pensaste en ser actor?
SEBASTIAN: ¡Eso me lo dice siempre Rubiofuego!
AGUSTIN: What the fucking “Rubiofuego”?
SEBASTIAN: Rubiofuego es un amigo que vive en Núñez…
AGUSTIN: ¡Qué raro!
SEBASTIAN: ¿Qué es lo raro?
AGUSTIN: Que tengas amigos, y que yo no los conozca, digamos, vos no sos de tener muchos amigos, y si los tenés, debería ser todo un acontecimiento…
SEBASTIAN: Bueno, a Rubiofuego lo conocí en una de esas páginas de invertidos en las que ponés tu perfil y te contactan y todo eso.
AGUSTIN: ¡Ay Dios mío de cielo!
SEBASTIAN: No se llama así, ¡eh!
AGUSTIN: ¿Eh?
SEBASTIAN: No se llama así, Rubiofuego, se llama Marcos.
AGUSTIN: Eso supuse…
SEBASTIAN: ¿Qué se llama Marcos?
AGUSTIN: No, ¡pelotudo! Que no se llamaba Rubiofuego, no creo que dejen poner ese nombre en ningún lado… Bueno, a lo mejor en uno de esos países latinoamericanos dejan…
SEBASTIAN: Decís “países latinoamericanos como si vos fueses sueco”
AGUSTIN: Soy austríaco, me parece que hoy te olvidaste de tomar el Avivol…
SEBASTIAN: ¡Bueno, che! ¿No es re lindo el Hino Nacional Brasileiro?
AGUSTIN: No, es una garcha… Contame de ese Rubiofuego, ¿quién mierda es?
SEBASTIAN: Trabaja en una aerolínea de los Emiratos Arabes…
AGUSTIN: ¿Es azafato?
SEBASTIAN: No, vende pasajes…
AGUSTIN: ¿No había un trabajo más aburrido?
SEBASTIAN: ¡Che! Que hay trabajos peores…
AGUSTIN: ¡Nombrame dos!
SEBASTIAN: Mmm, basurero…
AGUSTIN: Sí, basurero es una cadorcha…
SEBASTIAN: Portero…
AGUSTIN: ¡No! Portero está bueno, te sabés todos los chismes de la gente del edificio, y edificios vecinos…
SEBASTIAN: Sí, puede ser, pero tenés que limpiar, y sacar la basura…
AGUSTIN: Bueno, por ahora portero descalifica como trabajo que sea peor que vender pasajes para una aerolínea de los Emiratos Arabes…
SEBASTIAN: Bueno, este… no sé, el que arregla las computadoras…
AGUSTIN: Sí, eso es espeluznante, tenés razón.
SEBASTIAN: ¡Ves! Rubiofuego no es un loser, hay trabajos mucho peores que el de él.
AGUSTIN: ¡Dios! ¿Qué edad tiene el espécimen ese?
SEBASTIAN: No sé, ni idea, veintipico…
AGUSTIN: ¿Veinti cuántos? No es lo mismo veintiuno, que veintinueve…
SEBASTIAN: No sé Agustín, veintilargos calculo…
AGUSTIN: ¡Lo que te faltaba, gerontofílico!
SEBASTIAN: ¡No che! Rubiofuego es un amigo, no quiero nada con él. Es muy divertido, son muy graciosas sus anécdotas…
AGUSTIN: ¿Qué anécdotas puede tener una persona de casi treinta años, que se hace llamar Rubiofuego en internet, y trabaja vendiendo pasajes de avión? ¡Las cosas que hay que escuchar! (pausa) ¿Desde hace cuánto que conocés al pasquín ese?
SEBASTIAN: Unas seis semanas.
AGUSTIN: ¿Y por qué no me dijiste de ese tipo?
SEBASTIAN: Vos siempre me tirás a la mierda todas mis cosas, incluída la gente que conozco, bueno hasta ahora conocí muy poca, prácticamente nadie, creo que a nadie, pero bueno, hete aquí un ejemplo….
AGUSTIN: ¿Ejemplo de qué?
SEBASTIAN: De la mierda que le vas a tirar a Rubiofuego, sólo porque fui yo el que lo conoció, y no vos.
AGUSTIN: Yo no dije nada de eso. Es más, quiero conocerlo.
SEBASTIAN: ¿Conocerlo?
AGUSTIN: Sí, conocerlo, ¿cuándo lo ves?
SEBASTIAN: Mañana.
AGUSTIN: ¿Pero mañana no vas al teatro con tu abuela?
SEBASTIAN: Pero al teatro voy a la noche, voy a la casa de Marcos después de almorzar, y me quedo ahí hasta las siete y media, y de ahí me pido un taxi y voy al teatro con mi abuela.
(pausa)
AGUSTIN: ¡Mañana quiero ir a conocer a Rubiofuego!
SEBASTIAN: Pero si no paraste de hablar pestes de él hasta recién…
AGUSTIN: Bueno, pero quiero ver qué tal es, me intriga esa persona.
SEBASTIAN: ¿Y para qué te interesa conocer a un tipo de casi treinta años, que se hace llamar Rubiofuego en internet, y trabaja vendiendo pasajes de avión?
AGUSTIN: Primero, porque no quiero que te metas en quilombos, para eso sos mandado a hacer. Me da desconfianza esa gente de los perfiles, más aún si usan esos nicknames tan sugerentes. Además, trabaja en una aerolínea de los Emiratos Árabes, sabés todas las cosas turbias que hay en esos lugares, tipo puede estar metido en una red de prostitución infantil, o de trata de personas…
SEBASTIAN: ¡Von Reichenau, sos un exagerado de mierda! Es un pobre pibe que emite pasajes de avión, y tiene una vida normal, ligeramente disoluta, pero nada alarmante, ¡no es alguien peligroso!
AGUSTIN: No sé, vos sos medio lelo, mirá si te secuestran, o te matan…
SEBASTIAN: ¡Dios, dame paciencia! Yo no seré muy vivo, ni tendré mucha calle, pero puedo cuidarme de un pibe que vende pasajes de avión en una oficina frente a Plaza San Martín. No necesito un custodio austríaco.
AGUSTIN: Por otro lado, me interesa conocer al Rubiofuego vendepasajes, porque me genera intriga.
SEBASTIAN: Seguramente me querés hacer quedar como un oligofrénico.
AGUSTIN: No hace falta que yo haga nada, de eso te ocupás siempre vos solito.
SEBASTIAN: Bueno Reichenau, no vas a venir conmigo ni en pedo a la casa de Marcos, ¡Ya hablé!
AGUSTIN: Bueno, pibe… Buscaré otros putos, gracias a Dios, pateás un adoquín en Buenos Aires y salen diez, nada ni nadie es imprescindible… Para vos en cambio sí, los únicos que te dan bola son tus abuelas, tu vieja, tu mucama, tu psicólogo y tus profesores. ¡Me hartaste flaco, me rajo! Pasala bien con tu Rubiofuego vendepasajes!
(pausa)
SEBASTIAN: ¡Esperá, Gustl!, no te enojes, está bien, ¡vamos a la casa de Rubiofuego!
AGUSTIN: ¿Ahora me decís de ir? ¡Ni en pedo!, no me hace falta ir a la casa de ningún expendedor de boletos de avión que vive en Núñez y usa nicknames de guerra en perfiles de putos. Si salgo al mundo real, existo…
SEBASTIAN: ¡No me agredas Agustín!, yo no te agredo… ¡Dale! Hagamos las paces, ¡vayamos a la casa de Rubiofuego, dale! Se van a caer súper bien…
AGUSTIN: ¡No, ahora jodete! Yo te dije que quería conocerlo, y vos me dijiste que no porque te iba a hacer quedar como un oligofrénico, decile a tu abuela ahora si te acompaña…
SEBASTIAN: Dale, Agustín, es que siempre me hacés quedar mal, pero yo sí quiero que vengas.
(pausa, Agustín crea intriga)
AGUSTIN: ¿Querés que vaya o no, ponete de acuerdo?
SEBASTIAN: Quiero que vengas, pero que no me hagas quedar como un retardado.
AGUSTIN: Eso va a depender de vos…
SEBASTIAN: Bueno, no voy a dar la nota, ¡te lo prometo! ¿Vas a venir?
AGUSTIN: Hay que ver…
SEBASTIAN: ¿Qué hay que ver?
AGUSTIN: ¡No jodas, Sebastián!
SEBASTIAN: Dale, Gustl, no seas así conmigo, ¡vení a lo de Rubiofuego! ¡Por favor!
AGUSTIN: Veré…
SEBASTIAN: ¿Qué verás?
AGUSTIN: Veré si tengo ganas de ir…
SEBASTIAN: ¡Por favor, Gustl! ¡Vení, yo te lo pido!
AGUSTIN: Bueno, pero no me rompas las pelotas, si querés, arreglá…
SEBASTIAN: Pero necesito que me confirmes, para decirle.
AGUSTIN: ¡Sos insoportable!, mirá, si querés arreglá con Rubiofuego para ir a su casa, mañana por el momento puedo, vamos después de almorzar, te paso a buscar con el auto, compramos algo de alcohol…
SEBASTIAN: Pero yo no tomo alcohol…
AGUSTIN: Llevemos Amarula…
SEBASTIAN: ¿Amarula para qué?, no da llevar bebida destilada a la casa de una persona que recién conocés.
AGUSTIN: ¡Ay Fleming, no entendés nada! Si le llevaras el apunte al mundo que te rodea además de mirarme a mí porque te gusto, sabrías que el alcohol es una buena forma de desinhibición que usamos las personas normales para relacionarnos. ¡Vamos a llevar una botella de Amarula, para ponerlo en pedo!
SEBASTIAN: ¿Y para qué querés poner en pedo al pobre Marcos?
AGUSTIN: ¡Vos no entendés nada!
SEBASTIAN: ¿Qué te traés entre manos von Reichenau?
AGUSTIN: Hace un par de años que ando con vos por las calles de Buenos Aires, explorando el mundillo homosexual…
SEBASTIAN: ¿En las calles? ¿Cuándo andás vos por las calles?
AGUSTIN: Lo digo en sentido figurado, sos más boludo… Lo que quiero ver es hasta dónde pueden llegar el puto…
SEBASTIAN: Decís el puto, como si vos fueses hetero…
AGUSTIN: Al menos no soy tan pusilánime y cagón como vos, tengo más autodeterminación, soy mucho más viril que vos... ¡Sebastián! Deberías estar agradecido por estar todo el tiempo con vos… ¿Quién más sale a comer con vos, va al cine con vos, está con vos en tu casa, con tus abuelas, tu madre, y tu mucama? Si no fuera por mí, estarías más solo que un hongo.
SEBASTIAN: ¿Osea que yo debería estarte agradecido de que no sientas vergüenza de mí?
AGUSTIN: Eso lo dijiste vos…
SEBASTIAN: ¡Sos mala gente, von Reichenau!
AGUSTIN: Ya te dije mil veces que soy malo, pero bueno, en eso se basan las relaciones humanas, en la conveniencia, yo estoy con vos porque me conviene, y saco un rédito, lo extremadamente obsecuente que sos conmigo. A cambio, vos también sacás un rédito de mí, que es que yo te haga compañía, y además podés mirarme y tenerme cerca todo lo que vos quieras.
SEBASTIAN: ¿Y para qué quiero yo gastar una fortuna para mirarte y tenerte cerca?
AGUSTIN: Sebastián, por favor, se nota a la legua que vos estás más caliente conmigo que el Coyote con el Correcaminos…
(pausa)
AGUSTIN: Es una forma de decir, Sebastián… Yo a vos te gusto, y mucho, y eso es evidente… Y a los dos nos conviene esta situación.
(pausa)
AGUSTIN: ¿Qué te pasa?
SEBASTIAN: No sé.
(pausa)
SEBASTIAN: ¿No estás enojado conmigo?
AGUSTIN: No.
SEBASTIAN: ¿Me querés?
AGUSTIN: No me rompas las pelotas.
SEBASTIAN: Pero yo sí te quiero.
AGUSTIN: Ya lo sé.
SEBASTIAN: ¿Me das un abrazo?
AGUSTIN: No te pongas cargoso Sebastián, me tengo que ir.
SEBASTIAN: ¿No te querés quedar hoy?
AGUSTIN: No, no, desde el viernes que no veo a mi vieja.
SEBASTIAN: Pero podés avisarle que estás acá.
AGUSTIN: No, prefiero irme. ¡Nos vemos mañana!
SEBASTIAN: Dale, Gustl, ¿no te querés quedar a comer? Casilda va a hacer pescado con espárragos.
AGUSTIN: No, gracias, quiero estar tranquilo en casa.
SEBASTIAN: Pero comés y te vas.
AGUSTIN: Nos vemos mañana, ¿Okay?
SEBASTIAN: Quedate sólo un ratito, hasta que esté la comida…
AGUSTIN: No, te dije, ¡caramba!
SEBASTIAN: Bueno, está bien, llamame mañana para arregar para ir a lo de Rubiofuego, (pausa) ¿Preferís que te llame yo?
AGUSTIN: ¡Dale! Pero no me llames antes de las diez.
SEBASTIAN: Oka, ¡Te quiero mucho.
AGUSTIN: Ciao, ¡Hasta mañana!
SEBASTIAN: Ciao, Gustl!
APAGON

La casa de Amalia Kempe




- AMALIA KEMPE, VIUDA DE GUILLERMO FLEMING-PONIATOWSKI, antigua cantante de ópera y música sacra. Viuda de un hombre rico y misterioso del que vivió separada la mayor parte de tiempo, hasta que éste murió. Tuvo fama internacional, y se retiró del canto para dedicarse a la crianza de su único hijo. Hija de un director de orquesta sajón luterano, y de una criolla de clase alta y católica. 55 años.
- ESTANISLAO AUGUSTO SEBASTIAN FLEMING-PONIATOWSKI (SEBASTIAN), hijo de Amalia Kempe, de profundas convicciones religiosas, personaje reaccionario y represivo. Abanderado y mejor promedio de un colegio católico muy conservador. De ascendencia escocesa, polaco-lituana, alemana, vasca e irlandesa. 17 años.
- FRIEDERIKE STARKGRAU, VIUDA DE WILLIAM FLEMING-PONIATOWSKI, suegra de Amalia Kempe. antigua profesora de música. Nacida en Posen, Prusia Oriental, luterana de nacimiento. Viuda de un empresario británico de ascendencia noble escocesa y polaco-lituana. Muy enérgica y de fuerte personalidad. 90 años.
- TERESA GUEVARA LYNCH, VIUDA DE HEINRICH KEMPE, madre de Amalia Kempe. dama de la sociedad porteña, educada por institutrices y preceptores franceses, ingleses, españoles e italianos. Viuda de un director de orquesta de Dresde. 86 años.
- CASILDA MANRIQUE, mucama correntina de Amalia Kempe, mujer sencilla, pero astuta y sagaz, tiene un hijo que vive con ella en la casa de Amalia Kempe. 40 años.
- MAXI MANRIQUE, hijo de Casilda, está en segundo año del Roca, repetidor. Muchacho desenvuelto y dicharachero, es la contrapartida de Sebastián, es fuerte, seguro de sí mismo, viril, bien plantado y ateo. Su accionar es reprobado por todos en la casa de Amalia Kempe, excepto por su madre, y por la misma Amalia Kempe. 17 años.

*Todos los personajes viven en la casa de Amalia Kempe. **Todos los personajes, a excepción de la abuela Teresa, Casilda y Maxi, tienen la categoría de “Belgranodeutsche” (alemanes de Belgrano). ***Los varones mayores de 18 años están excluídos de esta obra, casi siempre por defunción.

Comedor de diario en la casa de Amalia Kempe, una casona señorial en Belgrano R. A la izquierda, un bar o isla que da a la cocina, atrás, junto al bar o isla, una puerta que da a la dependencia de servicio. Se entra por la derecha. Puede hacerse al revés, si el escenario tiene entrada por la izquierda, en este caso, el bar o isla que da a la cocina, estaría del lado derecho. Entre la puerta que da a la dependencia de servicio, y la entrada al escenario, hay una mesa de diez sillas, que tendrá cuatro sillas mirando al público, y una silla en cada cabecera. Delante de la entrada de la cocina, ya sea a la izquierda o a la derecha, hacia el público, hay una gran pantalla de LCD con DVD-player y home-theatre. Este elemento puede omitirse de acuerdo a las capacidades de la sala. No obstante, es necesario un sistema de audio, que permita reproducir la música indicada.
Sebastián está sentado en la más cercana a la isla o bar que da a la cocina, de las sillas que miran al público, su abuela Teresa está sentada en la cabecera, junto a la silla de él. Es viernes por la tarde. Sebastián está con el uniforme, hay una carpeta, y algunos libros sobre la mesa. Teresa viste pollera dos centímetros por debajo de la rodilla, zapatos con taco bajo, blusa de gasa, collar de perlas y saquito de hilo, fuma y toma whisky. Suena “El ocaso de los Dioses” de Wagner. Casilda está presente en el escenario, preparando las cosas para la cena.

CASILDA: ¡Miércoles! Estos huevos vinieron todos podridos, (pausa) Sebi, ¡Andá a comprar huevos! ¿Querés?
SEBASTIAN: Casilda, andá vos. No estás haciendo nada…
CASILDA: ¡Yo estoy cocinando!
SEBASTIAN: Yo estoy escuchando una ópera, no la voy a interrumpir para ir a comprar huevos.
CASILDA: Entonces no sé qué vas a comer…
TERESA: (Toma un trago de Whisky) Dale Casilda, andate de una corrida. Sebastián está conversando conmigo. Además, como él te dijo, no se puede interrumpir una ópera para una tarea tan nimia, como comprar huevos ¡Hacéme el favor!
CASILDA: Siempre apañándolo la abuela… (pausa) voy a comprar los huevos, pero que quede claro que yo no me voy a ocupar de todo lo que nadie hace en esta casa. Ya voy a hablar con la señora Amalia…
TERESA: Bueno Casilda, ¡andá de una buena vez! Dejanos conversar un poco y escuchar música…
CASILDA: Usted, que tanto apaña a su nieto, a la señora Amalia no le gusta que usted esté tomando desde antes de la comida.
TERESA: ¡Lo que hay que oír! A mí nadie me va a decir dónde y cuándo tomar.
CASILDA: La señora Amalia no opina lo mismo…
TERESA: ¡Por favor Casilda! No me hagas hacerme mala sangre…
Pausa
CASILDA: Como usted diga, señora. Ya veremos qué dice su hija…
TERESA: Bueno, ¡andá! ¡andá!
Casilda se va.
SEBASTIAN: ¡Al fin se fue!
TERESA: ¡Es insoportable! ¡Ay, ay, ay, ay! ¿En qué estaba, Bastien?
SEBASTIAN: Ah sí… Me estabas contando, como Enriqueta, Clementina y vos, tomaban champagne en el palco.
TERESA: Ah, sí… ¡Dios mío! (pausa) Mis hermanas y yo íbamos generalmente a ver a Wagner, Strauss, y ópera francesa… (pausa) Birgit Nilsson, Christa Ludwig, Victoria de los Angeles, Régine Crespin y Barbara Le Blanc eran muy amigas nuestras. Barbara, incluso venía con nosotros a Mar del Plata, ella le daba clases particulares de canto gratis a tu madre, lo hacía por diversión. Cuando tu abuelo y yo íbamos a Francia, nos quedábamos en su petit hotel de la Ile de Saint-Louis, y a su casa de Saint-Tropez (le da un sorbo a su whisky, y una pitada a su cigarrillo y lo apaga)
SEBASTIAN: ¿Pero cómo hacían para tomar champagne en el Colón durante las funciones?
TERESA: ¡En el Colón, en la ópera de París, en la de Viena, en la Scala, en el Met, y en el Covent Garden! Eso era cuando ya estaba casada con tu abuelo (pausa) De soltera, íbamos, Enriqueta, Clementina y yo, a ver El caballero de la rosa, por ejemplo… En ese entonces, señoritas de nuestra condición, íbamos al Colón con una señorita de compañía (pausa) Pero nosotras nos las arreglábamos para engancharla con el acomodador, se iba y nos dejaba tranquilas en el palco. Y entonces, tomábamos champagne y otras bebidas espirituosas que llevábamos de contrabando.
SEBASTIAN: ¡Tremendo!
TERESA: Y a la Iglesia, en ese entonces la gente de calidad, iba a Misa, y no era un desparpajo como ahora… Era todo un acontecimiento la Misa del domingo a la tarde. Nosotros íbamos a San Nicolás de Bari, Enriqueta, Clementina y yo íbamos con capelina. La basílica tiene un banco con el nombre de la familia Guevara Lynch. Mi abuela, Ana Victoria de Álzaga, era la presidente de las damas de beneficencia. Su nombre está en una placa en la basílica. A Misa de las siete de la tarde, iban los muchachos más buenos mozos de Buenos Aires, que llegaban de hacer Equitación. (pausa, enciende otro cigarrillo) Tengo tantas historias para contarte, Bastien… (pausa) Finalmente me quedé con tu abuelo. A él no le faltaba pinta. Era un alemán de buen porte. Alto, imponente, muy caballero, vino a Buenos Aires en la época de la guerra.
SEBASTIAN: Y tu familia no puso ninguna resistencia…
TERESA: ¡Para nada! Los alemanes, y más aún si eran muchachos bien educados, eran bien vistos por las familias patricias argentinas de aquél entonces… Nos casamos un año y medio después de que yo lo hubiera conocido en Edelweiss, después de haber dirigido Lohengrin en el Colón. (pausa) Yo no hablaba una palabra de alemán. Lo básico y elemental de las óperas alemanas, pero él se acercó a mi mesa, y me dijo en francés con acento alemán: “Señorita, era usted la del palco de las tres señoritas que tomaban Champager” Tu abuelo decía Champagner, con erre al final, ¡ay, ay, ay!
Pausa, Teresa le da un sorbo a su whisky, le da una pitada al cigarrillo, y mira hacia un punto cualquiera, evadida.
SEBASTIAN: Y el abuelo se acercó a preguntarte si vos tomabas champagne durante la función…
TERESA: Sí, sí… Yo le contesté, también en francés: “Maestro, estuve atentísima a su labor, y créame como que me llamo María Teresa Guevara Lynch y Álzaga, que Lohengrin es una de mis óperas favoritas y su trabajo ha sido estupendo, más permítame preguntarle, caballero, ¿Cómo es que hizo usted para estar al mando de cien músicos, dirigirlos con maestría, y percatarse de nosotras?” A lo que él me contestó: “Yo tengo plusvalía, señorita”…
SEBASTIAN: ¡Wow! ¡Te conquistó con eso!
TERESA: Y yo era una verdadera valquiria de las Pampas…
SEBASTIAN: ¿Y no hubo problema con que él era luterano?
TERESA: Absolutamente ninguno. Yo siempre seguí siendo católica.
SEBASTIAN: Teresa…
TERESA: Sí, Bastien…
SEBASTIAN: En tus tiempos de gloria, no tomabas whisky en el comedor de diario…
TERESA: Yo siempre tomé de todo, y hasta en el baño… Además, ¡ya estoy vieja, che!
Entra Friederike en bata y caminando con un bastón, y se sienta en el otro lado de la mesa
FRIEDERIKE: ¡Casilda!
SEBASTIAN: Casilda salió un momento, Oma.
FRIEDERIKE: Mein Gott! ¡Sebastian!
SEBASTIAN: Oma…
FRIEDERIKE: Mucho ruido…
SEBASTIAN: Ya lo saco, Oma…
TERESA: ¡Pero déjalo que escuche la música, che!
FRIEDERIKE: La ópera se debe escuchar en los teatros.
TERESA: Pero no vivimos en los teatros…
SEBASTIAN: No hay problema, ya la saco.
TERESA: Los más grandes intérpretes de la música de todos los tiempos, muchos de ellos, amigos míos y de Enrique, ya no están en los teatros, porque están muy viejos como nosotras, o porque están muertos, como vamos a estarlo nosotras dentro de poco tiempo. Es muy bueno que vos los puedas escuchar, Bastien.
FRIEDERIKE: ¡Podés apagar ese cigarrillo que me hace mal a los bronquios!
TERESA: ¡Puf! (lo apaga)
FRIEDERIKE: Sebastián, ventilá un poco, ¿Me hacés el favor?
(Sebastián ventila)
FRIEDERIKE: Son comerciantes. Esos que están en el gramófono, no son verdaderos artistas, son sólo comerciantes…
TERESA: Como tú Marido, Friederike.
FRIEDERIKE: ¡Mí marido era un hombre de mucho mérito!
TERESA: Comerciante e inmigrante, igual que vos.
Sebastián saca la música, pero se divierte con la discusión de sus abuelas.
FRIEDERIKE: (ofendida) ¿Qué querés decir con eso de inmigrante?
TERESA: La pura verdad, sos una vieja malhumorada, y como buena inmigrante, adolecés de clase.
FRIEDERIKE: ¡Hablás de clase, vos! Estás todo el día medio borracha, y hablando de tus ancestros terratenientes que supuestamente vivían como reyes.
TERESA: ¿Te cabe alguna duda?
FRIEDERIKE: Bueno, es probable que sea cierto, pero también es cierto que vos y tu hija, viven como viven, gracias a lo que dejaron mi marido y mi hijo. Un inmigrante, y un hijo de inmigrantes.
TERESA: ¡Pero por favor! Yo no voy a discutir con vos, mejor me voy a leer un rato al escritorio, y a fumar tranquila.
SEBASTIAN: (entretenido) Bueno, ya está, saqué la ópera, ya no peleen más, Oma, quedate tranquila, ¿Te preparo un té?
FRIEDERIKE: No, dejá, no sabés hacerlo bien, ¡traeme un vaso de agua!
SEBASTIAN: Sí, Oma.
TERESA: Esta viejita, se va a leer y a fumar, y como dice el dicho, aunque la mona se vista de seda… “Au revoir, Bastien!”
Sebastián se ríe, Teresa se va.
FRIEDERIKE: Vieja y loca
(pausa)
FRIEDERIKE: ¿Y tú examen?
SEBASTIAN: Me fue bien, Oma.
FRIEDERIKE: ¿Cuánto te sacaste?
SEBASTIAN: Un diez, Oma. (baja la cabeza)
FRIEDERIKE: No esperaba menos. (pausa) ¿Dónde está tu madre?
SEBASTIAN: No sé, Oma.
FRIEDERIKE: Es raro, no está ni Amalia, ni Casilda.
SEBASTIAN: Casilda viene enseguida, fue a comprar huevos.
FRIEDERIKE: ¿Por qué no fuiste vos?
SEBASTIAN: Eh, yo…
FRIEDERIKE: Vos, ¿qué? ¿Estabas estudiando?
SEBASTIAN: Sí, yo, este…
FRIEDERIKE: Estabas de cháchara con Teresa y escuchando ópera.
SEBASTIAN: Sí, Oma.
FRIEDERIKE: Las cosas no son así, Sebastian. Tenés que ayudar en tu casa. Sino cuando vivas solo, vas a ser un inútil.
(pausa)
FRIEDERIKE: Herrgott im Himmel! Ich wüsche mir endlich Frieden zu haben…
SEBASTIAN: Va a estar todo bien Oma…
Pausa larga
Entra Casilda con los huevos, y los deja en su lugar.
FRIEDERIKE: ¿Dónde te habías metido?
CASILDA: Había ido a comprar unos huevos para hacer la comida.
FRIEDERIKE: Bueno, ¡hacéme un té!
CASILDA: ¡En seguida!
Casilda va a preparar el té.
SEBASTIAN: Casilda…
CASILDA: Sí, Sebas…
SEBASTIAN: ¿Qué hay de comer?
CASILDA: Milanesas con puré… Y de postre hice frutillas con crema.
SEBASTIAN: ¡Buenísimo!
FRIEDERIKE: Si seguís así, dentro de unos años vas a ser gordo.
Casilda lleva el té para Friederike.
FRIEDERIKE: ¡Gracias, podés irte!
Casilda sigue con sus quehaceres.
Entra Maxi
MAXI: ¡Hola vieja!
CASILDA: Hola, Maxi… ¿Cómo te fue?
MAXI: Todo joya, ¿Qué hay de comer? (Va buscar un vaso de Coca).
CASILDA: Milanesas con puré, y de postre hice frutillas con crema.
MAXI: ¡Mató, vieja! A las once salgo con los pibes, ¿Vos venís pescado?
Le toca el hombro a Sebastián
SEBASTIAN: Hace 17 años que no salgo con vos Maximiliano, ¿qué te hace pensar que hoy voy a salir?
FRIDERIKE: Sebastián… ¿Salir con vos? ¡Jesus Maria! ¿A dónde?, ¿a un burlesque? (se ríe burlonamente).
MAXI: A un boliche Fride, para que haga cosas de pibe normal.
FRIEDERIKE: ¡Por Dios!
MAXI: Che, Fride…
FRIEDERIKE: (con altanería) ¿Qué querés?
MAXI: En el comedor, el perrito de Teresa estaba arriba de tu juego de té.
FRIEDERIKE: (Consternada) Yo no sé por qué tu madre, Sebastián, le permite a tu abuela tener animales en esta casa… ¡No es un zoológico!
Se levanta con el bastón y sale.
MAXI: Escuchame pescado, ahora que se fue la momia, vamos a ir con los pibes, a un boliche en Ramos…
SEBASTIAN: Y el perro de mi abuela es un Yorkie…
MAXI: ¡Pejerrey! Vos tenés facha y sos chetito (lo mira), aunque tenés menos onda que las óperas que escuchás.
SEBASTIAN: Y vos tenés menos clase que las infra músicas que escuchás…
MAXI: Cómo se nota que vivís en una pecera, (pausa) ¡Dale, berberecho, ponete media pila y vení con nosotros!
SEBASTIAN: ¿Y desde cuándo vos querés que yo te acompañe a tus reductos de infra hombres?
MAXI: Es que a los pescaditos les viene bien salir un poco a la superficie y tomar un poco de aire, dale, quién te dice, tenés una alegría…
SEBASTIAN: No voy ahí ni que me paguen. Además, Ramos Mejía… a la noche, vuelvo deshonrado…
MAXI: ¡No, calamar! Ese favor no te lo hacen… además vas a estar conmigo y con mis amigos…
SEBASTIAN: Una tropilla de primates…
MAXI: Los seres humanos nos parecemos más a los monos que a los pescados, cornalito… (pausa), mirá, si venís con nosotros esta noche, la próxima vez que haya ópera en el Colón, voy con vos… (pausa) Y me la fumo toda…
SEBASTIAN: (Lanza una sonora carcajada) ¿Vos, al Colón, a ver una ópera?
MAXI: ¡En serio, surubí! ¡Voy! Si vos tenés balconcito…
SEBASTIAN: Palco…
MAXI: ¿Eh?
SEBASTIAN: El balconcito se llama palco. Y es de mi madre y mis abuelas.
MAXI: ¿Pero no podés llevar a quien quieras ahí? A veces van amigas de tu mamá o de tus abuelas, o vas con esa amiga tuya que tiene cincuenta, y está loca, o al amigo que tienen en común la vieja esa, y vos, el cura ese, que también es una loca…
Sebastián se ríe.
SEBASTIAN: ¡Pobre Padre Carlos, parece una señora gorda!
MAXI: Dale, si a vos te encanta…
CASILDA: Bueno, ¡terminen de hablar así del Padre Carlos!
MAXI: Bueno, vieja, no pasa nada. Decime, caballa, ¿Podés llevarme a ver la ópera al coso ese?
SEBASTIAN: Al palco, palco, como tienen las canchas de fútbol…
MAXI: ¿Sabés lo que es un palco en una cancha?
SEBASTIAN: No sé un comino, sé que las canchas tienen palco, porque mi tío Ricardo tiene uno, o algo así en la cancha de River (pausa) Mirá, técnicamente puedo llevar a quién quiera, siempre que no sea más de seis personas… ¿Pero llevarte a vos? ¡Es como tirar margaritas a los chanchos!
FRIEDERIKE: (Desde afuera del escenario) ¡Casilda!
CASILDA: ¿Sí señora?
FRIEDERIKE: ¡Vení ya mismo Casilda!
SEBASTIAN: ¿Qué pasa Oma?
FRIEDERIKE: ¡Me hice encima!
MAXI: ¡Dios mío!
Sebastián se mata de risa y Casilda sale corriendo.
MAXI: Dale, atún, ¿Qué me decís?
SEBASTIAN: (Le echa una mirada) Va a haber que vestirte. Pero la próxima ópera del abono, es Pélléas et Mélisande, y sólo el hecho de imaginarte tres horas y media en un palco del Colón mirando y escuchando a Debussy, me motiva bastante…
MAXI: ¿Tomo eso como un sí?
SEBASTIAN: Bueno, sí… ¡Dios! Yo, a un boliche, y en Ramos Mejía…
MAXI: Y yo a ver “peleás y no se cuanto” al Colón… Dale, salíte un poco de la rutina, pacú…
SEBASTIAN: ¡Cómo se nota que sos corentino!, Te sabés todos los pescados de río.
MAXI: No soy correntino, pa, además, vos sos todos los de río, los de mar, los de laguna y los de lago juntos (pausa)
SEBASTIAN: Pero no pienso hacer nada, voy solamente porque me divierte ver un reducto de lascivia donde va la gente básica a tener placeres báquicos...
MAXI: ¿Placeres qué?
SEBASTIAN: Nada, a mirar culos y tetas, y a… coger…
MAXI: Y sí, merluza, a los seres humanos nos gustan las tetas y los culos… Y cogemos…
SEBASTIAN: ¡Yo no!…
MAXI: Y… Vos no sos un ser humano, sos un pescado…
SEBASTIAN: ¡Decí lo que quieras! A mí lo único que me interesa es verte en el Colón viendo y escuchando a Debussy, perdido como turco en la neblina… (se ríe sarcásticamente)
MAXI: ¡Okay! (pausa) Al fin vas a hacer una salida de pibe normal, por primera vez en tu vida… ¡Y te aseguro que después de esta noche, dejás la huevada, y te convertís en un pirata, y le hacés honor a tu abuelo inglés! (se ríe)
SEBASTIAN: ¡Soñá! (pausa) ¿Pero venís al Colón? No te arrepentís a último momento…
MAXI: ¡No, boludo, voy, voy! (lo mira) Pero cambiate, que vestido de colegial vas a parecer una mojarrita…
Se escucha un alarido de Friederike desde afuera del escenario
APAGON

domingo, 19 de diciembre de 2010

El discreto encanto de la burgesía



Agradezco la colaboración de mi gran amigo J. en este post.


Benedicto Balaguer, muchacho de Belgrano

Harald von Schwan an den Bach, muchacho de Florida

Cuarto de Benedicto, en el departamento en el que vive con su madre en Belgrano. Hay una cama de una plaza y media a uno de los lados del escenario, al otro lado hay un silloncito, junto a él, hay una mesita con un samovar y un servicio de té, al fondo hay un escritorio de roble junto a un modular también de roble, donde hay muchos adornos, la mayoría recuerdos de viajes de Benedicto, entre ellos un abanico, hay también un equipo de música, y una notebook. A un lado del escritorio, hay una biblioteca de roble, abarrotada de libros, al otro lado hay una gran repisa, también de roble, llena de CDs y DVDs de óperas, música sinfónica, música sacra, conciertos instrumentales y Lieder alemanes, franceses, rusos y españoles. El proscenio hace las veces de gran puertaventana que da a una gran terraza.
Domingo a la tarde, Benedicto y Harald toman té ruso, jugo de naranja, y comen Banana Bread.

BENEDICTO: ¡Te agradezco muchísimo por haber venido a ver el oratorio, Hänsel! ¡Mil gracias, en serio!
HARALD: ¡No! ¡Por favor! Estuvo buenísimo, la verdad no me imaginaba algo tan bueno, en serio, esperaba aburrirme un poco, yo he ido a ver cosas así, y estuvo muy bien hecho. Con muchísimo criterio, de verdad, ¡te re felicito!
BENEDICTO: Bueno, te lo agradezco muchísimo, y la verdad, Hänsel, te felicito por el noviecito que te elegiste, es muy guapo el muchacho…
HARALD: Sí; ¡jaja! Txabi es lo más.
BENEDICTO: ¿Qué edad tiene?
HARALD: Veintinueve…
BENEDICTO: Sí parecía un poco más grande que vos. ¡Jaja! (Pausa) Che. ¿Conocés algo de la producción operística juvenil de Mozart?
HARALD: Poco, tu oratorio, ¡jaja! Pero eso no es ópera.
BENEDICTO: Es un oratorio pagano, es prácticamente lo mismo, pero lo mío fue semi-montado. Te voy a mostrar una verdadera ópera de juventud de Mozart, la compuso por encargo para los carnavales milaneses de mil setecientos setenta y tres, acá está (va a su repisa de música, y agarra Lucio Silla, y se la muestra a Harald).
HARALD: Lucio Silla…
BENEDICTO: Esperá que la pongo.
HARALD: Bueno, dale.
(va a ponerla)
BENEDICTO: Sabés que yo, cuando era adolescente, te imaginaba a vos cantando esta ópera…
HARALD: Lucio Sila…
BENEDICTO: Lucius Cornelius Sila…
HARALD: ¿Me veías a mí haciendo al tremendo dictador de Roma?
BENEDICTO: ¡Por supuesto que no! ¡Jaja! Vos no eras Sila… Vos también eras Lucio, pero no Sila, vos eras Lucio Cinna… Cinna es un joven patricio, amigo de Cecilio, el verdadero protagonista de la ópera, un senador proscripto, casado con la hija de Cayo Mario, y enemigo en secreto de Sila…
HARALD: ¡Qué fascinante!
BENEDICTO: Tanto el rol de Cecilio, como el de Cinna, son para sopranos masculinos. En la versión que me compré a los dieciséis años, Cecilio lo canta una soprano húngara, bellísima, y talentosísima, tuvo refinamiento, y del verdadero. Fue apodada “la diva de Transilvania”…
HARALD: ¡Wow! ¡Qué flash! Una soprano húngara y hermosa, que tenga el apodo de “La diva de Transilvania” que sea un senador romano proscripto por un cruel tirano… ¡Re loco!
BENEDICTO: Es que hay muchas similitudes con la vida real… Frau Varady, así se llama ella, Júlia Várady, se casó con el barítono más famoso de la posguerra, peleó en la II Guerra Mundial.
HARALD: ¿Para qué país?
BENEDICTO: Alemania, era re pendejo, lo tomaron prisionero los ingleses. El cantó el Requiem de Guerra que compuso Benjamin Britten, con a Peter Pears, que era inglés, y Galina Vishnevskaya, que es rusa, como símbolo de que la guerra había terminado. El tipo es más o menos como la Callas de los barítonos, de hecho, tuvo varias oportunidades de cantar con Callas, y nunca quiso, para no estar a la sombra de ella…
HARALD: Ah, divo mal…
BENEDICTO: Sí, terrible, y excesivamente amanerado, con muchísima musicalidad, un timbre muy lindo y aterciopelado, pero muy afectado. Algunos de mis amigos berlineses lo detestan. Marco, el chico del que te hablé el otro día lo aborrece, dice que Julia Varady es una de las mejores cantantes que han llegado a nuestros días, y su marido nunca la dejó surgir, porque en realidad, ella es mejor que él, y él nunca permitiría que su mujer lo opacase…
HARALD: ¿Entonces, por qué no soy yo el senador que canta la húngara esa? Además, a mí me encanta Hungría, si no tuviese novio vasco-criollo, me buscaría uno húngaro, ¡me vuelven loco!
BENEDICTO: No, ¡jajajajajaja! Yo jamás a vos te vi como una húngara misteriosa y exuberante, y tampoco como un senador proscripto. Para vos está mucho mejor el papel de joven patricio, y el tuyo lo interpreta una soprano lírico-ligera suiza, monísima, finísima, que es diferente a refinadísima, como lo es la húngara. La suiza es mucho más delicada y modosita, y menos conocida, es una soprano de súper élite, sólo los sibaritas culturales la conocen. La Julia Varady también es muy de élite, pero es algo más popular que la Mathis, así se llama la que hace tu rol, Edith Mathis… La Varady ha cantado Wagner, la Mathis jamás podría, le destrozaría la voz, ella es mucho más frágil.
HARALD: ¡Jajajajajaja! Seguís con la idea de que soy una florcita delicada.
BENEDICTO: El rol de Cinna a mí me encanta, nadie lo conoce, pero para mí tiene un aria que es bellísima, muy iconoclasta de la década de mil setecientos setenta.
HARALD: ¿Y quién haría al senador interpretado por la húngara sobrehumana?
BENEDICTO: Io stesso!
HARALD: ¿Vos? ¡Ja! Nunca me imaginé que querías ser castrado… ¡Jajajajajajaja!
BENEDICTO: A los quince o dieciséis años me obsesionaba el tema de las voces masculinas por encima del tenor.
HARALD: ¡Ja! ¡Buenísimo! Yo en esa época escuchaba música indie y pop.
BENEDICTO: ¿Ves que sos re naïf? Sos ideal para hacer un soprano masculino, un contratenor sopranista, pero bueno, buenísimo, excelente, te harías súper famoso, cantarías Nerón, Julio César, Orfeo, Xerxes, Orlando furioso, Cherubino, Sixto, Octavian, tantos otros, el público te amaría. Serías más ícono gay que Ricky Martin, y de putos de primerísima. Se volverían locos por vos… Tendrías contratos exclusivos con Lufthansa para viajar gratis en primera, y con Armani, para que te vistan gratis, de por vida…
HARALD: ¡Jajajajaja! Suena bien, igual, no me hacen falta tantos lujos. No estoy seguro de querer ser un contratenor sopranista. Más bien me gustaría administrar alguna radio de primer nivel. Ahí te daría tu espacio… ¡Jajajaja!
BENEDICTO: ¡Jajajajajajaja! ¿Vos conocés a algunos de los que escribían los libretos de las óperas del siglo XVIII, Metastasio, Goldoni, Da Ponte, Schikaneder?
HARALD: De esos, sólo a Da Ponte que escribía para Mozart, y a Schikaneder que escribió La Flauta Mágica… Pero mi vieja seguro los conoce a todos.
BENEDICTO: ¿Ella es licenciada en Letras?
HARALD: El título de ella es, doctora en Filología anglogermana, pero trabaja como profesora de Semiología en la UBA.
BENEDICTO: ¡Fah! Mete miedo… Me la he cruzado alguna que otra vez en el Colón, siempre iba a los pisos altos, y generalmente a ver óperas de autores contemporáneos, expresionistas, etcétera, Kurt Weill, Schönberg, Alban Berg, Stravinsky, Britten…
HARALD: Sí, le encantan Kurt Weill, Alban Berg, Stravinsky, Britten, Poulenc y Shostakovich.
BENEDICTO: Sí, también me la he encontrado cuando iba a caminar a la mañana, sentada en una mesita en la calle, en los barcitos de Belgrano R, desayunando y leyendo el diario.
HARALD: ¡Jajajajajaja! Sí, siempre hace eso los días que da clase en el Pestalozzi…
BENEDICTO: ¿También da clases de alemán en colegio?
HARALD: De Gramática y Literatura en alemán. En el Pestalozzi y en la Konrad Lorenz… Por eso te digo, ella ha leído mucho, ¡jajaja!
BENEDICTO: Qué loco que una mina así sea brasilera. Digo, en el imaginario popular del argentino promedio, una brasilera es otra cosa completamente distinta.
HARALD: Ella es del mismo pueblo que la madre de Thomas Mann.
BENEDICTO: ¿La madre de Thomas Mann era brasilera?
HARALD: Sí, nacida en el mismo pueblo que mi mamá…
BENEDICTO: Pero él nació en Lübeck…
HARALD: Sí, él sí, ella era criolla, descendiente de alemanes, como mi mamá. El hace una referencia a su madre en los Buddenbrooks, donde aparece una criolla sudamericana.
BENEDICTO: ¡Mirá! No sabía nada, y eso que me encanta Thomas Mann, leí la Muerte en Venecia cuando tenía diecisiete, y La Montaña Mágica cuando tenía dieciocho, me re marcó La Montaña Mágica.
HARALD: El otro día, yo salía de mi cuarto, y la veo a mi vieja en el pasillo que le caía una lágrima, le pregunté qué le había pasado, y me dijo que se había ido a fijar algo a la biblioteca, justo agarró La Montaña Mágica, leyó el final, y la hizo llorar un poco.
BENEDICTO: ¡Ya sé a quién me hacés acordar! A Hans Castorp, el protagonista de La Montaña Mágica, me lo imagino igual a vos.
HARALD: ¡Ja! No leí La Montaña Mágica, de Mann sólo leí La Muerte en Venecia, bueno, esa creo que la leímos todos, jaja
BENEDICTO: ¡Jajajaja!
HARALD: También leí Mario y el Mago. Y empecé Los Buddenbrooks, pero no lo terminé.
BENEDICTO: Yo completos de Mann, leí La Muerte en Venecia, ¡jaja!
HARALD: ¡Jajaja!
BENEDICTO: Bueno, La Montaña Mágica, y Carlota en Weimar
HARALD: Ah, yo tuve que leer el Werther para el colegio, pero el de Goethe, cuando nos dieron novela epistolar.
BENEDICTO: Sí, yo el Werther lo leí a los diecisiete años, casi simultáneamente con La Muerte en Venecia. Me impactó mucho en su día, luego lo volví a leer a los veinti algo, no me acuerdo de esa vez, y lo releí por tercera vez a los veinticuatro, y esa vez fue casi tan letal como la primera vez que lo leí a los diecisiete…
HARALD: ¿Algún amor no correspondido?
BENEDICTO: ¡En efecto! Un insano amore, como dicen en las óperas italianas, pero prefiero no hablar del tema.
HARALD: ¡Ja! No es ninguna originalidad lo tuyo…
BENEDICTO: Ya lo sé, pero se sufre igual, bueno, la cuestión, es que una profesora de Ballester, una chica de treinta y pocos años simpatiquísma que siempre iba a las Bierfest, una vez me dijo que si me gustaba Mann, y me había marcado el Werther, que leyera Carlota en Weimar.
HARALD: Yo intenté leer el Ulises de James Joyce a principio de año, y no pude, es demasiado para mí.
BENEDICTO: Sí, a mí me pasó exactamente lo mismo, es muy complicado de leer Joyce… (Pausa) ¡Ja! Me acoerdé de algo, voy sacar el Silla, y voy a poner La Valquiria un momento, no les digas nada a tus amigos de la cole, a ver si se enojan…
HARALD: ¡Jajajaja!
BENEDICTO: ¡Esperá!, es la producción de Patrice Chéreau en Bayreuth a principios de los ochenta. Me compré este anillo con la plata de un sueldo, cuando trabajaba de secretario en el consultorio de mi vieja.
HARALD: ¡Jajajajaja!
BENEDICTO: ¡Ahí, es ése!, el rubio, el que que hace de Siegmund…
HARALD: ¿Qué pasa con ése?
BENEDICTO: Mi ex me decía que yo me parecía a ese cantante, de hecho me decía Siegmund, por él…
HARALD: ¡Jajajaja! Sí, la verdad es que sí se parecen un poco.
BENEDICTO: Yo no veo el parecido…
HARALD: Bueno, tampoco es que sean dos gotas de agua.
BENEDICTO: Bueno, existe una similitud…
HARALD: ¡Jaja! ¿Cuál?
BENEDICTO: El tipo nació en una ciudad en la que yo estuve con mi abuela, cuando tenía quince años, donde nos peleamos feo, porque ella quería comprar cristal para regalarle a unos viejos amigos de ella, que cumplían cincuenta años de casados.
HARALD: ¿Tu abuela quería regalarles éxtasis a unos viejos que cumplían cincuenta años de casados? ¡Qué modernos!
BENEDICTO: ¡Jajajajajajajajajaja! ¡No ese tipo de cristal! Al final compró un botellón de lo más ordinario, en un negocio que había en el lobby del hotel, en Praga…
HARALD: ¡Jajajajajajajaja!
BENEDICTO: Además, el cantante ese, nació el mismo lugar donde nació mi actor porno favorito…
HARALD: ¡Jajajajajajaja! ¡Qué gracioso!
BENEDICTO: Igual, ni el cantante wagneriano, ni yo, nos parecemos al actor porno…
HARALD: ¡Jajajajajaja! ¡Dios mío!
BENEDICTO: Y mi ex, menos.
HARALD: No me habías dicho nada que habías estado en pareja.
BENEDICTO: Estuve sólo dos meses, era re wagneriano, y hablaba alemán. Era colorado…
HARALD: ¿Comunista?
BENEDICTO: ¡Jajajajaja! ¡No! Más bien era bastante de derecha, era pelirrojo, pelirrojo y pecoso…
HARALD: ¡Jajaja! Erik el rojo…
BENEDICTO: Éste se llamaba Sebastián, no Erik.
HARALD: ¿Y qué pasó?
BENEDICTO: No funcionó la relación, era muy buen pibe, cultísimo, le gustaba la ópera, muy caballero, pero me aburría, era demasiado formal, y extremadamente obsecuente conmigo.
HARALD: Comprendo… ¿Y el santafesino con el que te ibas a encontrar?
BENEDICTO: Al final canceló, lo llamaron del laburo, y se tuvo que ir el domingo pasado a las dos de la tarde adonde trabaja él, y se quedó hasta la una de la mañana.
HARALD: ¿Y no se vieron en otro momento?
BENEDICTO: No nos pusimos de acuerdo.
HARALD: Bueno, si no es él será otro…
BENEDICTO: Y sí…

sábado, 11 de diciembre de 2010

Hänsel, trufas, y champagne



BENEDICTO BALAGUER, joven de Belgrano

HARALD VON SCHWAN AN DEN BACH, joven de Florida

Cuarto de Benedicto, en el departamento en el que vive con su madre en Belgrano. Hay una cama de una plaza y media a uno de los lados del escenario, al otro lado hay un silloncito, junto a él, hay una mesita con un samovar y un servicio de té, al fondo hay un escritorio de roble junto a un modular también de roble, donde hay muchos adornos, la mayoría recuerdos de viajes de Benedicto, entre ellos un abanico, hay también un equipo de música, y una notebook. A un lado del escritorio, hay una biblioteca de roble, abarrotada de libros, al otro lado hay una gran repisa, también de roble, llena de CDs y DVDs de óperas, música sinfónica, música sacra, conciertos instrumentales y Lieder alemanes, franceses, rusos y españoles. El proscenio hace las veces de gran puertaventana que da a una gran terraza.
Es sábado de diciembre a la una de la mañana, llueve torrencialmente afuera, Harald y Benedicto conversan y toman té ruso, con trufas y champagne, mientras escuchan diversas piezas de música clásica en youtube. Suena el Himno Nacional de Brasil.


BENEDICTO: Un amigo asturiano dice que se parece a un aria de Rossini, yo siempre lo escucho, no sé por qué, me hace bien, me pone de buen humor, será porque en el fondo soy un Papatacci…
HARALD: ¡Muy gracioso! Un Papatacci…
BENEDICTO: A propósito, estoy escribiendo una obra de teatro, es sobre dos locas, de Belgrano R, re cajetillas ellas, y la obra empieza con las dos en el cuarto de la mansión de la madre de una, y escuchan una y otra vez el “Hino Nacional do Brasil”, y la loca que lo escucha, le dice a la otra, “Es belo, es forte, impavido, colosso”, y la otra, que es una yegua le dice que se busque un amante que sea, “belo, forte, impavido e colosso”, y la loca protagonista, que es regia y rubia, le dice a la otra serpiente, “¡A mí no me hace falta uno de esos, sólo traen problemas!” ¡Ay, Dios mío del Cielo! Si yo pudiese darme esos lujos…
HARALD: ¡Qué bueno que estés escribiendo una obra de teatro! Quiero estar en primera fila cuando la estrenes…
BENEDICTO: Sí, igual, primero, tengo que terminar de escribirla.
HARALD: Sí, lógico…
BENEDICTO: Hej!, Harald…
HARALD: Dime…
BENEDICTO: Si mal no recuerdo, tu madre es brasileña, ¿verdad?
HARALD: Eso mismo.
BENEDICTO: ¿Ella es Gaucha?
HARALD: Bueno, más o menos, los gauchos son del Rio Grande do Sul, mi vieja es de un pueblito que está cerca de Paraty.
BENEDICTO: Me causa gracia como pronunciás Paraty.
HARALD: Sí, es que es una palabra de origen guaraní, y la se te pronuncia como la te inglesa…
BENEDICTO: Entonces tu madre es trilingüe.
HARALD: Mi madre es pentalingüe, porque además de alemán y castellano, habla inglés, francés e italiano, pero portugués casi no habla.
BENEDICTO: ¿Cómo?, ¿es brasilera y no habla portugués? ¿Vino de muy chica?
HARALD: Vino cuando entró a la universidad. Igual, en el pueblo de ella, nadie hablaba portugués, y cuando vino acá, estaba todo el tiempo con alemanes, iba al club alemán de Ballester, a San Bonifacio, y se casó con mi viejo que es descendiente de alemanes y habla alemán, igual aprendió castellano en la facultad, pero portugués casi no habla…
BENEDICTO: ¡Qué locura! ¿Te acordás cuando tu viejo te llevaba a optimist? Y te hablaba en alemán, vos llorabas porque no querías quedarte solo, y él te cagaba a gritos en alemán, y vos te subías a la lancha de la instructora, y te quedabas charloteando conmigo, nunca queríamos navegar…
HARALD: Sí, ¡Jajaja! En esa época los dos, mi viejo y mi vieja me hablaban alemán puro y duro, que no se me escapara ni una palabrita en castellano, ¡jaja! Se re enojaban.
BENEDICTO: ¿Cómo le contaste a tus padres que sos schwul?
HARALD: ¡Ja! A mi vieja, estaba yendo con ella al dentista, en el auto…
BENEDICTO: ¿Qué edad tenías?
HARALD: Catorce, creo.
BENEDICTO: ¿Y le dijiste, “Mama, ich entschuldige mich sehr viel!, ich bin verliebt in das Gretchen nicht, ich liebe sein Brüderchen Hans… Noch nicht mehr für dich und für den Papa, die süsse Hofnung, dass Enkelkinder haben, tut mir Leid!”?
HARALD: ¡Jajajajajajajaa! No, no fue así, ¡jajajajaja!
BENEDICTO: ¡Jajajajajajaa! ¿Cómo fue?
HARALD: Estábamos en el auto, yendo al dentista, y yo le dije a mi mamá, “tengo algo que decirte”, “¿decime Harald?” Me decía ella, y yo le dije, “mama, quiero empezar a ir al psicólogo”.
BENEDICTO: ¡Jua! ¿Y ella qué te dijo?
HARALD: “¡Pero Harald, qué decís!, ¿para qué vas a ir al psicólogo vos, si estás perfecto?” Y yo le dije: “Pero yo quiero hacer terapia”, y ella me decía, “estas modas argentinas de mandar a todos los chicos al psicólogo, así hacen un país de locos”, y ahí le digo, “mamá, soy gay” Bah, no al principio le dije, “soy bisexual”, así el shock era menor.
BENEDICTO: ¡La dejaste lacia!
HARALD: Ahí ella me dijo, “Vas a ir al psicólogo”.
BENEDICTO: ¡Jajajajajajajajaja! Lo mío fue mucho más al estilo culebrón mexicano, se lo dije llorando, y con la nomenclatura médica…
HARALD: “Madre, ¡soy homosexual!”
BENEDICTO: Sí, así, pero no le dije madre, ¡jajaja! ¿Y a tu padre cómo se lo dijiste? A él lo recuerdo como a un marino nórdico muy bravo, tenía pinta de vikingo.
HARALD: ¡Jajajajajaaj! Mi novio le dice “el leñador”, igual, ahora está un poco avejentado.
BENEDICTO: El seguro te dijo. “Was höre ich? Du bist nicht mehr mein Sohn! Sohn Sodoms! Sohn Babilons!”
HARALD: ¡Jajajajajajajajaja! Hijo de Sodoma, hijo de Babilonia, no, no fue nada, un día estábamos de vacaciones en Córdoba, y yo estaba con él y con mi Oma, mirando tele, y justo pusieron en un canal, no me acuerdo cual, un desfile, y yo lo cambié, y mi Oma, me dijo, dejá el desfile, Harald, si a vos te gusta… Y él estaba ahí tomando un té de yuyos y ni se mosqueó.
BENEDICTO: ¡Jua! ¿Y con Mädchen nunca estuviste?
HARALD: Una vez, me quedé a dormir en lo de una amiga, y en el medio de la noche, empezó a sacarse la ropa, y yo aterrorizado le decía, “¡no, basta, no sigas, no sigas, soy gay, soy gay!” Y ella seguía más, y más…
BENEDICTO: ¡Qué gracioso! Yo chapé con varias, una era modelo, y con una gorda casi paso a mayores, pero por suerte, entraron mi amigo el suizo sanisidrense del que te hablé, junto con un montón de subnormales, y me agarraon en la cama con la gorda en llamas, quitándonos la ropa.
HARALD: ¡Jajajajaja! ¡Qué gracioso!
BENEDICTO: Sabés qué, Harald… Yo siempre supe que vos eras schwul, y todos estos años, te busqué para decírtelo…
HARALD: ¡Qué casualidad!
BENEDICTO: ¿Vos también sabías que yo era schwul?
HARALD: No, para mí vos eras el que estaba obsesionado con ir a Disney…
BENEDICTO: ¿Entonces?
HARALD: Yo siempre supe que yo era schwul… ¡Ja!
BENEDICTO: ¡Jajajajajajajajajaja!
HARALD: A todo esto, ¿cumplieron tu sueño, te llevaron a Disney?
BENEDICTO: Al de Orlando, no.
HARALD: ¿Al de Los Angeles?
BENEDICTO: No, a ese tampoco.
HARALD: ¿A Eurodisney?
BENEDICTO: Tampoco…
HARALD: ¡Jodeme que fuiste al de Tokyo!
BENEDICTO: Ecco!
HARALD: ¿Fuiste a Japón y no me dijiste nada?
BENEDICTO: Como no me fui de viaje de egresados, y mis primos, los Lizarrabengoa Karpaty tampoco se fueron…
HARALD: ¡Pará un poco! ¿Quién se llama así?
BENEDICTO: El apellido de mi madre es Lizarrabengoa Labourt…
HARALD: ¡Dios mío, terrible ikurriña!
BENEDICTO: Sí, aus den Baskenland…
HARALD: ¡Jajajaja! Das Baskenland, sí, mortal, tienen apellido de etarras, ¡es buenísimo!
BENEDICTO: Sí, pero no hablo ni una palabra de euskera, sólo sé decir Mariú, que es el nombre de mi mamá en vasco. Bueno y Martina, la mujer de mi tío Hernán, se llama Karpaty…
HARALD: Eso es húngaro…
BENEDICTO: Sí, el padre de mi tía Martina es húngaro, pero él en realidad nació en la Eslovaquia, en un pueblo que está muy cerca del punto tripartito entre la Eslovaquia, Hungría y Austria.
HARALD: ¡Re Bel Ami!
BENEDICTO: ¡No, nada que ver el tipo este, Tyto Karpaty se llama, es un magnate húngaro, vive en una fortaleza en San Isidro, y la mujer es una vieja re concheta que no se le entiende nada cuando habla. Ella es descendiente de sicilianos, mancha de tuco.
HARALD: Sí, mal…
BENEDICTO: Bueno, la cuestión es que mis primos se llaman Lucas y Lucía Lizarrabengoa Karpaty.
HARALD: ¡Me encanta!
BENEDICTO: Bueno, entonces como no nos fuimos de viaje de egresados, fuimos con mi mamá, mi abuela, mi tío Hernán, su mujer, y mis primos Lucas y Lucía a Malasia, Indonesia, Tailandia, Camboya, China, Hong Kong, y Japón.
HARALD: ¡Wow! ¡Ir a Japón es el sueño de mi vida!
BENEDICTO: Bueno, aprovechá que tenés marido, y andá con él.
HARALD: No es mi marido, todavía no me casé…
BENEDICTO: A ver para cuándo…
HARALD: ¡Dios! Todos me meten presión, por ahora no.
BENEDICTO: ¿Y, preparándose para el norte?
HARALD: ¡Sí! Salimos el dos de enero…
BENEDICTO: ¿Con tus Schwigeneltern?
HARALD: Con mis Schwigeneltern y mi Schwigenschwester.
BENEDICTO: ¡Buenísimo!
HARALD:. Che, ¿Y lo de Baden-Württenberg cómo va?
BENEDICTO: Mi mamá me dijo que es probable, el lunes tengo que llamar al Goethe, para averiguar, ¿a vos no te intesersaría?
HARALD: Me encantaría, pero tengo que trabajar.
BENEDICTO: Claro, comprendo. Ya nos iremos, vos con Txabi, y yo con Andriss.
HARALD: ¿Andriss?
BENEDICTO: Es un chico de Chacarita que voy a conocer personalmente mañana, no sé, me re gusta hablar con él, me pone contento, qué sé yo, es una esperanza, eine Hofnung, como dicen en las óperas alemanas…
HARALD: ¡Jajaja! Meine Hofnung… ¿Y se llama Andriss?
BENEDICTO: No, se llama Andrés, pero yo le digo Andriss, en letón, porque me gusta, ¿no suena lindo?
HARALD: Sí, suena bien, ¡jaja! Che, ¿y es sano, fuerte, y ario, como dice Micky Vainilla?
BENEDICTO: El vive en Chacarita, pero en realidad no es de acá.
HARALD: ¿De dónde es?
BENEDICTO: De Mecklenburgo-Baja Pomerania…
HARALD: ¡Jodeme!
BENEDICTO: ¡No boludo! ¿Cómo va a ser de Schwerin?
HARALD: O de Stettin, como Catalina…
BENEDICTO: ¡Jodeme que te gusta Catalina!
HARALD: No sé si me gusta o no, pero es híper bizarra, qué sé yo, es como un ícono ella.
BENEDICTO: Yo la adoro, mi máxima aspiración es llegar a ser como ella, es más estuve en todos sus palacios, incluídos en Petit-Hermitage, y Oranienbaum, ese casi nadie lo conoce.
HARALD: ¡Wow, qué flash! El Petit-Hermitage, donde hacía sus reuniones íntimas…
BENEDICTO: Sí, ahí llevaba a sus amantes, que eran como cuarenta años más jóvenes que ella, y les ponía retratos eróticos en las paredes, eran una especie de afiches porno del siglo XVIII.
HARALD: ¡Wow! ¿Entonces el chico este que conociste es de San Petersburgo?
BENEDICTO: ¡Jajajajaja! ¡Nada de eso! Es santafesino.
HARALD: Ah, ¡jajajaja!
BENEDICTO: Viste que ahí está lleno de gringos, que se llaman Knappertsbusch, o Isserstedt.
HARALD: ¡Jajajajaja! Sí, ¿y este se llama Andriss Flaumenkuchen?
BENEDICTO: ¡Jua! Se llega a llamar así y me caso, fuera de joda que me caso, y en San Bonifacio…
HARALD: ¡Jua!
BENEDICTO: ¿Te acordás en las clases de optimist, los sábados a la mañana, que vos me decías que te llevaban a San Bonifacio?
HARALD: Sí, jaja, no sé qué era peor, si San Bonifacio, o las clases de optimist…
BENEDICTO: Y al final, no fuiste ni Pater, ni Schiffmann.
HARALD: ¡Ja! Nunca quise ser un Pater, sólo iba al Bonifatiusheim porque me llevaban, y tampoco quise ser realmente un Schiffmann, sólo me lo hacían creer.
BENEDICTO: ¡Claro, si vos eras como una Blümchen!
HARALD: Una Blümchen, ¡qué gracioso!
BENEDICTO: Sí, si eras re delicadito, me acuerdo que llorabas todo el tiempo, hablabas con una cadencia entre kindlich y weiblich…
HARALD: ¡Jajajajaj! ¡Entre kindlich y weiblich! También se dice puto…
BENEDICTO: Una Gretel en cuerpo de Hänsel…
HARALD: ¡Jaaaa! ¡Buenísimo! ¡Gretel en cuerpo de Hänsel! ¡Me encanta!
BENEDICTO: Sí, mal, sos re Hänsel, ¿te gusta eso?
HARALD: ¡Claro que me gusta!
BENEDICTO: ¿Te gusta por lo kindlich o por lo goloso? ¡Jajajajajaja!
HARALD: No, me gusta porque a Hänsel me lo imagino como un nene, y me lo imagino lindo.
BENEDICTO: Sí, vos re das Hänsel, si fueses contratenor, podrías cantarlo perfectamente. Das el physique du role perfecto, no sólo para el Hänsel, para todos los papeles de Male soprano y Male alto, Cherubino, Octavian, todos los castrati del barroco…
HARALD: ¡Tercera vez que nos vemos, y ya me querés castrar!
BENEDICTO: ¡No, Mann! Yo te conocí cuando teníamos siete años, tu padre quería hacer de vos un rudo marinero, y yo te digo que debés convertirte en un contratenor sopranista, ¡Sos ideal para eso! Además, el noventa por ciento del público operómano son varones gays, y los contratenores, y más si son jóvenes y bien parecidos, son ídolos, ganan fortunas, viven como duques de Sajonia-Teschen…
HARALD: ¿Vos crees que sigo teniendo esa cadencia tan weiblich que tenía cuando era chiquito?
BENEDICTO: No es necesariamente weiblich, más bien kindlich, diría yo. Y no, la voz te cambió, ahora tenés voz de varón adulto, del mismo modo, no creo que sigas con ese pánico atroz a las chatas areneras, aunque comprendo que no te gustara subirte al velerito, y prefirieras quedarte conversando el la lancha conmigo, o suburte conmigo al optimist, por terror a tumbarnos, y para que te contara los cuentos de los enenitos verdes…
HARALD: ¿Te acordás de los cuentos de los enanitos verdes? A mí me fascinaban, yo después iba y los contaba en el colegio, y se cagaban de risa, lástima que vos tuviste tu optimist antes que yo, bueno, yo a decir verdad, nunca tuve uno propio, y ahí ya no podíamos navegar juntos.
BENEDICTO: Sí, y no sé bien cuando dejamos de vernos, yo siempre quise encontrarte.
HARALD: Y me encontraste, y al parecer, sigo teniendo la cadencia kindlich o weiblich que tenía cuando era chiquito…
BENEDICTO: Bueno, te diré, no es una cosa que uno te vea y diga, ¡qué bruto este pibe, qué machazo cómo habla! Seguís siendo bastante Bube, pero al menos ya no perforás tímpanos.
HARALD: ¡Jajajajajajajaja!
BENEDICTO: ¿Yo te parezco weiblich?
HARALD: Yo no diría weiblich, kindlich claro está que no, vos serías como la Mariscala, o como Catalina la Grande… Una dama rica, noble, fuerte, poderosa y devoradora de hombres jóvenes y apuestos…
BENEDICTO: ¡Ay, Hänsel, te agradezco por lo que me toca, lástima que no sea cierto!
HARALD: Me encanta que me llames Hänsel…Ya llegará tu momento, Benedictus, me gusta Benedictus, me hace acordar al Requiem de Mozart. Mañana tenés que ponerte lindo para deslumbrar al santafesino.
BENEDICTO: Espero no espantarlo.
HARALD: Recordá esto siempre, Benedictus, “sei so nett!” Eso siempre me lo decía mi maestra de primer grado, “ser so nett!” Yo siempre lo apliqué, y tan mal no me va…
BENEDICTO: ¿Sabés, Hänsel? Yo tengo un cyberamiguito, también de Santa Fe, es un gringuito, fan del animé, en ese pueblito donde vive él, ser schwul es muy difícil, entonces, toda su vida gay, se reduce a amistades virtuales por internet, yo soy una de ellas, hasta ha tenido novios virtuales de otros países, él dice que en el animé gay, yo no entiendo nada de eso, hay un tipo de relación, al estilo de la amistad griega, en la que hay uno que es seme, y otro que es uke, el seme es generalmente mayor en edad, y es como más protector, y el uke, vendría a ser el protegido. Vos, en términos de mi amigo santafesino, me das al sensación de uke, no por lo inmaduro, vos sos más maduro que yo, pero me das uke, ¡jaja!
HARALD: Claro, por eso me decís Hänsel…
BENEDICTO: Mirá como llueve, ¿te querés quedar a dormir?
HARALD: ¡Claro! ¿Por qué no?
BENEDICTO: El gringuito este, dice que así como no existe la amistad entre el varón heterosexual y la mujer heterosexual, siempre hay fines ulteriores o tensión sexual entre dos varones gays. Eso es mentira, ya ves como vos y yo somos amigos, Hänsel…
HARALD: ¡Claro!

viernes, 10 de diciembre de 2010

La Miseria


BENEDICTO BALAGUER, muchacho de Belgrano.

HARALD VON SCHWAN AN DEN BACH, muchacho de Florida.

Cuarto de Benedicto, en el departamento en el que vive con su madre en Belgrano. Hay una cama de una plaza y media a uno de los lados del escenario, al otro lado hay un silloncito, junto a él, hay una mesita con un samovar y un servicio de té, al fondo hay un escritorio de roble junto a un modular también de roble, donde hay muchos adornos, la mayoría recuerdos de viajes de Benedicto, entre ellos un abanico, hay también un equipo de música, y una notebook. A un lado del escritorio, hay una biblioteca de roble, abarrotada de libros, al otro lado hay una gran repisa, también de roble, llena de CDs y DVDs de óperas, música sinfónica, música sacra, conciertos instrumentales y Lieder alemanes, franceses, rusos y españoles. El proscenio hace las veces de gran puertaventana que da a una gran terraza.
Harald von Schwan an den Bach, un joven que se acaba de recibir de productor de radio, hijo de un marino retirado de ascendencia alemana de Baja Sajonia, y de una brasileña de una colonia de alemanes del estado de Paraná, fue compañero de Optimist de Benedicto, cuando ellos eran niños. Luego de más de diez años, se han reencontrado por medio de una red social, y luego de haberse encontrado a almorzar tres meses antes, Benedicto invita a Harald a su casa a conversar mientras escuchan música.
Es miércoles de diciembre a las diez de la noche. Benedicto tomó un high tea a las siete, y se ha estado preparando desde entonces. En la casa, además de él, está su madre y su mucama, que está ahí con cama. Golpean la puerta, Benedicto dice que pasen, entra Harald vestido con ropa de verano, Benedicto está vestido de entre casa. Suena el Eugenio Onegin de Tchaikovsky, en la versión del sello Melodiya, con la Orquesta y el Coro del Teatro Bolshoi en 1955 con Galina Vishnevskaya y Sergei Lemeshev, dirigida por Boris Khaikin.

BENEDICTO: Czesc!
HARALD: Szervusz!
BENEDICTO: ¿Cómo estás, nene?
HARALD: Todo bien, ¿y vos?
BENEDICTO: Todo bien también…
HARALD: ¿En qué andás?
BENEDICTO: De vacaciones. El finde que viene es el estreno del oratorio en versión de concierto, semi-montado, donde yo hago la regie...
HARALD: ¡Qué bueno! ¿Es un oratorio que habías subido la letra en alemán a un blog o una que me habías pasado una parte hace un tiempo?
BENEDICTO: Es el Apollo et Hyacinthus, de Mozart.
HARALD: Ah, sí, ya me acuerdo, qué onda, contame…
BENEDICTO: Todavía no vi como quedó completo y pulido, el miércoles es el ensayo general... (se ríe)
HARALD: ¿Son todos cantantes jóvenes?
BENEDICTO: Sí, en el oratorio hay una sola mujer, y en mi producción, hay un solo varón en escena...
HARALD: Bendito él sea…
BENEDICTO: Mein Gott! ¡Qué modales los míos! ¿Querés algo para tomar?
HARALD: Agua.
BENEDICTO: ¿Querés té, café?, tengo té ruso, el café no es muy bueno, Noescafé, como le dicen los mexicanos, un Nesquik, Orangensaft, alguna espirituosa, tengo Stella, whisky, Bailays, no sé si hay alguna otra cosa…
HARALD: Te acepto una taza de té ruso.
BENEDICTO: ¡Buenísimo! Tengo un samovar, lo compramos cuando estuve allá con mi Oma, siempre me sirvo Chai a la noche, acá tengo terroncitos de azúcar, así es como lo sirven en Rossiya, A ver, en esta lata hay chocolates…
HARALD: ¡No, gracias! El Chai sólo está bien…
BENEDICTO: ¿Un vaso de Orangensaft?
HARALD: Por ahora no, ¡muchas gracias!
BENEDICTO: Okay! (Sirve una taza de té para Harald, y otra para él, pausa) Contame, Haroldo, ¿en qué andás vos?
HARALD: Todo muy bien… ¡Me recibí! Contento por eso. Estoy trabajando.
BENEDICTO: ¡Te re felicito! ¿En qué estás trabajando?
HARALD: Nada que ver con lo que estudié… Estoy en una empresa de capacitación a distancia. Armamos cursos, los subimos a internet y nos encargamos de que los sitios funcionen correctamente. Yo estoy en el área de programación y administración de los sitios.
BENEDICTO: ¡Buenísmo! Te re felicito, Harëldchen... ¿Te vas de vacaciones?
HARALD: Sí. Al norte. Por primera vez…
BENEDICTO: Mi primo Lucas se va a Perú por segunda vez.
HARALD: ¡Qué lindo Perú! Yo tan al norte no voy. De hecho no voy a salir del país.
BENEDICTO: Lucas el año pasado hizo Perú y Bolivia. Este año, Perú y Ecuador.
HARALD: ¿Se va con la mochila?
BENEDICTO: Mmm…Esta vez va en avión , un poco más burgués.
HARALD: Está bien ¿Y el año que viene qué hace? ¿Ecuador y Colombia? Es como que va de a poquito tu primo… Recién al otro llega a Venezuela… Yo también me voy medio burgués. En auto con los viejos de Txabi…
BENEDICTO: ¿Tu Ehemann?
HARALD: Así es… Ya hace un tiempo que no me iba con algún tipo de familia
BENEDICTO: Mirá que tengo ganas de ir a un casamiento...
HARALD: (se ríe) Todo el mundo me dice lo mismo… Dos años, estaría bueno que se casen... Tengo amigas que me dicen, "quiero ir a un casamiento gay" por ahora no va a haber nada…
BENEDICTO: Okay...
HARALD: ¿Tuviste algún conocido que se haya casado?
BENEDICTO: Un abogado que conozco. Se va a casar.
HARALD: Ajá, tu primera boda gay, como titularía La Nazion, con zeta.
BENEDICTO: Haräldlein… El sábado que viene es el estreno del oratorio este que te digo, En el auditorio del Colegio Pestalozzi. Si no tenés nada mejor que hacer, y querés, vení.
HARALD: Voy a ver si puedo. El sábado tengo la despedida de una amiga que se va a Inglaterra, y no sé si antes de la fiesta vamos a hacer algo más temprano en su casa.
BENEDICTO: Okay, sin ningún tipo de compromiso.
HARALD: Okay! Lo voy a tener presente de todos modos
BENEDICTO: Yo voy a irme a algún lado, todavía no sé a dónde.
HARALD: ¿Tenés pensado algo?
BENEDICTO: Te va a resultar gracioso (le muestra una partitura que se titula “Deutschlandlied” , el Himno Nacional de Alemania).
HARALD: (se ríe) ¡Hacelo! ¿Vos ya conocías, no?
BENEDTCTO: Sí. Pero quiero ir de nuevo. A esos cursos que hay que te quedás tres semanas en la casa de una familia o en un albergue.Y después una o dos semanas más para recorrer.
HARALD: ¡Qué bueno! ¡Hacelo! ¿En qué Bundesland te gustaría estar?
BENEDICTO: Baden-Württenberg
HARALD: Schwarzwald
BENEDICTO: Sí, en un Dorf donde se viva como vivía Schneewittchen. Quiero que sea como el mundo ideal de Micky Vainilla, no quiero ver nada feo.
HARALD: A mí me gusta Schleswig-Holstein... Pero sólo porque me gusta pronunciar el nombre.
BENEDICTO: Por eso te digo, recorrer, entre comillas
HARALD: Se entendió ¡Qué gracioso! Micky Vainilla
BENEDICTO: Ni en pedo me voy a París, ni a Londres, ni a Amsterdam, ni cosa parecida, a lo sumo a Freiburg, Baden-Baden, o a Basilea.
HARALD: Claro, si te vas a una ciudad grande seguro va a haber algo de caos… Muchos magrebíes diría Txabi.
BENEDICTO: No es de hijo de puta, o sí, no sé.Pero ya tengo bastante con verlos todo el año acá, por Cabildo, y en el Barrio Chino.
(Harald se ríe)
BENEDICTO: Vos vivís en Florida. Ahí es otra cosa. Es como una sucursal de Heidelberg a metros de la Capital.
HARALD: La parte en donde vivo si, igual hay una "saladita" en la parte de Florida de Puente Saavedra. Pero Puente Saavedra es un no-lugar…
BENEDICTO: Sí, conozco, donde está mi casa es igual o peor. Por eso, cuando viajo, quiero ir a bolulandia. El año pasado, cuando elegí mi destino de vacaciones, elegí Patagonia Austral, primero porque es re lindo, y segundo, porque casi no hay pobres.
HARALD: Querés estar en tu nube de pedo, como Moria Casán cuando va en su auto importado
BENEDICTO: Bueno, yo soy consciente de mis limitaciones, como me dice un amigo, mi vieja tiene auto de remisero. Pero no me importa. Che... ¡Fuera de joda que soy la Susanita gay! Ahora sólo me falta el príncipe azul de un metro ochenta y cinco, ojos azules, cara perfecta, cuerpo esculpido por Fidias, y que cague trufas y mee champagne, y tener hijitos sanos, fuertes y arios...
HARALD: ¿Qué tipo de trufas? ¿El hongo o de patisserie?
BENEDICTO: De patisserie. El viejo oso, en La Lucila, o Élite, o Säntis…
HARALD: ¡El viejo oso! ¡Muy chic!
BENEDICTO: Y que mee Champagne Alamos. Dom Perignon es exceso de lujo. ¡Voy a poner música para la ocasión! (Benedicto saca el Onegin, y hace sonar la obertura de Los maestros cantores de Nürnberg, con Karajan y la Staatskapelle Dresden)Los maestros cantores de Nürnberg…¡Con Karajan a la batuta! Es con la Staatskapelle Dresden. Son comunistas, pero en fin...Peor sería Ataque setenta y siete... como le digo a mi Oma, yo siempre escucho orquestas coros y cantantes socialistas, como ser la Sächsische Staatskapelle Dresden, la Gewandhaus de Leipzig, la Filarmónica Checa, y la Orquesta del Bolshoi, en detrimento de cumbias y reggaetones capitalistas…
HARALD: ¿Los comunistas están desterrados de la política alemana?
BENEDICTO: Yo no me meto en política. Lo mío es la apología de la estética.
HARALD: (Se ríe) Muy Wilde tu frase…
BENEDICTO: Ich danke dir, mein Liebling! Me gusta hablar con vos, Haräldchen… Con vos no tengo que adoptar una pose. Puedo ser yo.
HARALD: ¡Qué bueno! Me alegra que puedas decir eso…
BENEDICTO: Yo tenía una amiga que decía que tenía orgasmos wagnerianos. Yo no sé si alguna vez tuve alguno.
HARALD: ¡Qué orgasmo trascendental! ¡Me gustaría tener un orgasmo wagneriano! Pero no se lo diría a mis amigos de la cole… Por las dudas…
BENEDICTO: Mi abuela ahora estuvo en Europa, y me trajo el anillo que dirigió Zubin Mehta en Valencia con La Fura dels Baus, los wagnerianos más acérrimos dicen que es el anillo del s. XXI. Son 8 DVD's de puro sonido e imágenes orgásmicas.
HARALD: ¡Qué intenso!
BENEDICTO: ¡Sí! ¡Qué lindo tener sexo escuchando el Wintersürme y la noche de amor de los Welsungos, o cuando Siegfried se encuentra con la virgen guerrera dormida y la despierta, y cantan con voces sobrehumanas sobre una orquesta de más de cien músicos, ¡qué erótico! O cuando Brünnhilde despide a su héroe que cual He-Man, va a tener aventuras por ahí, y después se inmola... Además, tiene su morbito, porque los Welsungos son hermanos gemelos, y de su amor nace Sigfrido, que se coge a su tía... Ideal para hacerse la paja...
HARALD: ¡Qué pervertidos!
BENEDICTO: ¡No digas eso! La Associació no sé que verga de Wagner en Catalunya diría que sos un degenerado por insultar al maestro de Leipzig...
Viste que Catalunya es como una filial del Reich en la península, hasta las palabras parecen alemanas...
HARALD: Manejo un sitio en catalá. Escriben muy mal en Castellá. Cuando me piden algún cambio en el sitio, me mandan mails ilegibles.
BENEDICTO: Yo tenía una bisabuela catalana. Se llamaba Consuelo Paredes, no tenía nombre catalá.
HARALD: ¡Qué gracioso! ¿Les daba consuelo a las paredes tu bisabuela?
BENEDICTO: Es que esas cosas pasan sólo en mi familia…(los dos se ríen) No sé si escuchar la Cuarta de Brahms con Giulini en Chicago, o la Octava de Bruckner con Karajan en St. Florian. (Pausa) Voy a poner la octava... (cambia de idea y trae La clemenza di Tito de Mozart dirigida por István Kértész con Teresa Berganza) Puse la ópera que compuso Mozart para la coronación de Leopoldo II como rey de Bohemia y Moravia. ¡Con esto se puede tener un orgasmo mozartiano! ¡Jaja! Tengo ganas de ir a Praga...
HARALD: ¡Prag!
BENEDICTO: Mi mayor deseo sería ir a ver La clemenza di Tito a la ópera de Praga, y después ir a comer comida moishe al Josefov, pasando más o menos cuarenta cuatro por cuadra...Ahí yo sería muy feliz.
HARALD: Los músicos adoran Praga…
BENEDICTO: ¡Claro! ¿Por qué te crees que Mozart, que fue el mejor de todos, estrenó el Don Giovanni ahí? Viena es para los retrógrados que no apoyan el Homoehe... Praga es para la gente pro, ¡no la gente del Pro, eh! Esos van a Miami, o a Dubai... (pausa) La Homoehe, el matrimonio en alemán es nena. ¿Viste que yo logro los mismos efectos de la marihuana sin tener que gastar plata en comprarla?
HARALD:¡Homoehe! (se ríe) ¡Es genial! ¡Mucho mejor que la marihuana! Praga es para el bohemio, valga la redundancia... para el hombre de mundo.
BENEDICTO: ¡Claro! Una pregunta... ¿Si voy a Praga... Me hospedo en un albergue de HI, en un hotel recauchutado de la época comunista, o en uno medio pelo onda NH o Meliá?, para el Hilton creo que no me da el cuero...
HARALD: Hotel recauchutado o albergue…
BENEDICTO: Mmm…Los albergues me dan cosita.
HARALD: Hotel recauchutado es muy de diseñador gráfico, ¡hacete hombre! ¡Andá a un albergue! (se ríe)
BENEDICTO: Un hotel que se llame por ejemplo Olimpik Penta, construído en los años setenta, en uno de esos barrios que tienen número, y una estación de metro cerca que termine con –ová, con tilde en la “a”. Y que las habitaciones tengan secador de pelo, gorra de baño, caja fuerte, frigobar, miniplasmas, necessaires, y toda esa puta mierda que hace que uno se sienta bien.
(Harald se ríe estruendosamente)
BENEDICTO: ¡Me re gusta la idea! Te diría de ir si no tuvieras planes...
HARALD: Me encantaría… Praga es como un sueño para mi
BENEDICTO: Ves, para estas cosas estaría bueno tener marido...
HARALD: ¡Nos podemos ir unos días a Bratislava a conseguir Bel Amis!
BENEDICTO: iNi en pedo! Yo estuve en la Eslovaquia. ¡Es horrible! Se parece a La Matanza, la única diferencia es que son rubios…
HARALD: ¿Para tanto? (Se ríe)
BENEDICTO: Bueno, ahora que entraron en la Unión Europea, dicen que mejoraron, los alemanes pusieron todas sus plantas industriales ahí, por eso los gallegos se están cagando de hambre.
HARALD: Eslovaquia tiene paisajes muy pintorescos.
BENEDICTO: Por ejemplo, no sé donde leí, que ahora los BMW se fabrican, no me acuerdo si en la Eslovaquia o en Königsberg.
HARALD: ¡Los puentes de Königsberg!
BENEDICTO: Tenés un BMW para mandarte la parte cuando vas a comer con un gato a Puerto Madero, y lo hacen unos muertos de hambre en Königsberg que ni se llama así, se llama Kaliningrado…Te querés pegar un tiro en las pelotas.
HARALD: ¡Kaliningrad! ¡Qué horror!
BENEDICTO: Immanuel ,a quien nunca leí, debe estar retorciéndose en su tumba.
(Harald se mata de risa)
HARALD: Por lo menos no lo hacen en Bielorrusia.
BENEDICTO: ¿Bielorrusia?
HARALD: Belarus
BENEDICTO: ¿Qué es eso?
HARALD: Minsk, Brest-Litovsk…
BENEDICTO: ¿Qué otros países empiezan con Be y terminan con A?
HARALD: Burkina
BENEDICTO: ¡Basta! Que voy a tener que tomar un sublingual…
HARALD: Bretaña, Benezuela… (se ríe) Bulgaria…
BENEDICTO: A mí me arrastraba el ala, un pibe que era nacido en Leipzig, vivía en Berlín, y su padre era de Bulgaria.
HARALD: Hay Bulgaros muy monos…
BENEDICTO: Este se llama Marco. Ahora creo que vive en Varsovia. Le gustaba irse de vacaciones a Portugal.
HARALD: ¡Opiná sobre Polonia! por favor…
BENEDICTO: No estuve.
HARALD: No importa.
BENEDICTO: Los polacos son aún más mandapartes que yo…
Y eso ya es mucho decir.
(Harald se ríe)
BENEDICTO: Y son muy amanerados. Creo que una de sus formas musicales características, los define muy bien. ¡La "Gran Polonesa"! Así, con mayúsculas.
(Harald se ríe muchísimo)
BENEDICTO: Son como franceses de baja estofa, rusos refinados y sin guita, lameculos de los alemanes, les falta el encanto de los checos, la originalidad de los húngaros, y la miseria de los ucranianos, rutenos y rusos blancos…. Algo así como escandinavos sin esa cosa de "¡hazme tuyo en la cama!" que exclamás cuando ves un modelo sueco…
(Harald se ríe aún más)
BENEDICTO: ¿Te sirve?
HARALD: ¡Me encantó! Me quedé con la originalidad de los húngaros.
BENEDICTO: Igual... Hay alguno que otro polaquito, que luego de ser sometido al aseo forzoso, estaría bueno para un poco de sexoterapia...Pero eso sucede hasta con los peruanos.
HARALD: (se ríe) A mi me pasa que me gustan algunos peruanos. Me atrae su falta de vello corporal…
BENEDICTO: Sabés qué Haroldo…Necesito un varón...Urgente...
HARALD: Y yo necesito un amigo.
BENEDICTO: Yo puedo ser tu amigo. No sé si te gusta mi humor subnormal. Necesito que me consigas un Mänsch. Aunque sea un taxiboy.
HARALD: ¡Qué gracioso! Debe ser una experiencia extraña estar con un taxiboy
BENEDICTO: A mí a esta altura, medio que no me queda otra...O Callboy...
U onanismo "auf ewigen Zeit..." Me creo incapaz de seducir por mi cuenta a un hombre.
HARALD: ¡No digas boludeces!
BENEDICTO: ¡Es verdad! Todo el mundo piensa que la puesta en escena no es un trabajo, y me toman por vago, mis gustos no son compartidos por nadie, salvo por la gente que está en el ambiente de la música, como yo. Y que dicho sea de paso, hay bastante pocos de mi edad, y prácticamente ninguno potable. Soy re aparato, no estoy interesado en cambiar, tengo menos calle que Venecia, y una pretendida autosuficiencia que irrita a mucha gente. Si no pago, muero "casi virgen" como la putita del aviso del diario, porque ni siquiera puedo ostentar el título de morir virgen. Haräldli, ein Moment bitte! Quiero mostrarte algo re nett.
HARALD: A ver
(Benedicto hace sonar el aria de concierto de Mozart “Schon lacht der holde Frühling” cantada por Edita Gruberova)
BENEDICTO: Escuchá eso…Es como vivir en una auténtica nube de pedo centroeuropea... Y para coronar la bella escena, ¡acá tengo mi abanico!
¿No es una monada?
HARALD: ¡Me encanta!
BENEDICTO: Es literalmente "vivir en Marte"… Ahí abajo, pasa toda la "cosa fea" y yo ni me entero...Vivo "en el mejor de los mundos posibles"
(Se quedan callados hasta que termina el aria)
BENEDICTO: Noch nicht mehr, richtig?
(Harald sonríe)