jueves, 26 de marzo de 2009

Ungeduld


Dalibor es un chico de veinticuatro años, con pelo castaño, ojos verdes, mediana estatura y una hermosa voz de barítono. Nació en Bratislava en 1984. Estudió Medicina, pero el sueño de toda su vida fue cantar, y era lo que mejor sabía hacer. Al recibirse de médico, en la Universidad de Bratislava, ingresó al conservatorio de esa ciudad, y estudió técnica, armonía y contrapunto con el Maestro Petr Dvorský. A los veintitrés años, debutó como Papageno en “La Flauta Mágica” de Mozart, en la ópera de Brno, a raíz de este episodio, fue convocado para cantar ópera, pero principalmente Lieder en Bratislava, Brno, Budapest, Praga, Dresde, Munich, Linz, Salzburgo y Viena. Fue en una Schubertiada en la capital austríaca, cuando Eugenia von Papen, una joven viajera argentina y amante de la música, lo conoció, en el mes de octubre de 2008, y le propuso viajar con ella a Buenos Aires en diciembre. Dalibor había leído sobre el teatro Colón, Gardel, Piazzolla, y no mucho más.
Eugenia y Dalibor llegaron a Buenos Aires el 20 de diciembre. El joven se hospedó en un hostel cerca de la casa de la familia von Papen, en el barrio de la Recoleta, vio una ciudad calurosa, con gente amable y atolondrada, muy cosmopolita y llena de vida nocturna, tan distinta a su Bratislava, quedada en el tiempo. La Nochebuena la pasó en la casa de la abuela materna de Eugenia: Teresa de Calatrava, ahí conoció mucha gente interesante, pero le llamó especialmente la atención, una mujer de ochenta y cinco años, con rasgos típicamente centroeuropeos, piel muy blanca algo rosada y arrugada, pelo blanco, y ojos verdes. Se acercó a la señora, que dijo llamarse Emilia Popp y ser la abuela materna de Eugenia. Dalibor y Emilia hablaron en alemán, pero de pronto, la anciana comenzó a recordar primero palabras, luego frases, y finalmente habló fluidamente en su lengua natal, el eslovaco, Dalibor le preguntó dónde había nacido, y ella dijo que fue en algún pueblo, cuyo nombre no recordaba, que quedaba a mitad de camino entre Viena y Budapest, después dijo, que se casó con un guardabosques de un suburbio de Bratislava, con quien tuvo una hija en 1943, su marido murió en la guerra, y ella se fue de Checoslovaquia en 1946, pero tuvo que dejar a su hija a quien había llamado Lucia, al cuidado de una joven llamada Luba, quien había sido su mejor amiga e inseparable compañera de la infancia, Dalibor escuchó atentamente todo lo que le contó la anciana, y esa noche no pudo dormir.
El día siguiente fue soleado y fresco, luego del almuerzo, Dalibor ofreció una Schubertiada, una tertulia musical, con Lieder alemanes acompañados por un pianista, junto a Federico Hagen, un primo segundo de Eugenia, que era estudiante de canto, se cantaron Lieder exclusivamente de Schubert, veintidós en total, Federico, que era tenor, cantaría los primeros ocho, y Dalibor cantaría todos los demás. El concierto tuvo lugar en la sala de la lujosa casa de la señora Teresa de Calatrava, los cantantes se colocaron de pie delante de un magnífico Steinway de cola, ejecutado por el maestro Enrique Zanetti. Pero al llegar al octavo Lied: “Ungeduld” (Impaciencia), Dalibor pidió cantarlo él, no era lo estipulado, ya que ese Lied tenía que cantarlo Federico, que ya de por sí iba a cantar solamente ocho Lieder, pero Dalibor insistió y habló en voz alta, en inglés a toda la gente que había en la sala, dijo que ese era su Lied favorito, y quería dedicarlo a doce personas de su familia. Federico protestó y dijo que ese Lied le correspondía cantarlo a él, y esas personas estaban en Europa. Dalibor entonces dijo, que sólo una de esas personas estaba en Europa, y estaba muerta ya, enterrada en un cementerio de Bratislava, el resto de las personas estaban en esa sala, le pidieron que se explicara, y él contó que su madre, se llamaba Lucia y era hija de una madre soltera, que en realidad no era su verdadera madre, esta mujer, su abuela Luba, había muerto hacía tres años, la verdadera madre de su madre era la señora Emilia Popp de von Papen, sus hijos: Ana, Nicolás y Esteban eran sus tíos, y los hijos de Ana: Tomás, Eugenia, Agustín y Nicolás y los de Nicolás: Santiago, Lucía y Magdalena, eran sus primos, ellos once, más su abuela Luba, ya muerta, eran a quienes quería dedicar ese Lied.

Manuel Lamas.
Miércoles 24 de diciembre de 2008

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