lunes, 3 de diciembre de 2007

Fusión






Y Nacho volvió! Él me había dicho que era pragmático; y una persona pragmática no es una persona consecuente. Volvió cual adolescente alterada; tildó mi anterior publicación de “insulto a la literatura”; pero no sin antes decirme que cuando muere un amigo, uno quiere decirle unas últimas palabras, aunque sea después de muerto. Admito que mi narrativa es poco consistente; pero el misterioso y siniestro Nacho se va desnudando lentamente ante mí… se muestra más como un jovencito vulnerable, que como un malvado tirano. El me aseguró que todo lo que me dijo era cierto; que la foto que me mostró de sus ojos era real. Yo le dije que no le creía, ni le dejaba de creer. Hablamos un rato de no me acuerdo qué; mi alegría era inmensa; tengo que admitir que desde que lo “borré de mi Messenger”, hasta que volvió, no dejé de pensar en él ni en sueños; él me buscó desde otra cuenta, me pidió que desbloqueara la cuenta que había bloqueado. Hago esfuerzos ahora por recordar lo que hablamos, pero sólo me vienen vagos recuerdos; y entre poco y nada, elijo nada. Mi mamá se levantó de la siesta y fui a tomar el té con ella. Me dijo que tenía ganas de ir a pasear por Martínez, el barrio en el que creció; me entusiasmó la idea, una vez que hubimos terminado de tomar el té, volví a mi cuarto; me fijé si seguía Nacho conectado, pero él no estaba; me vestí y salimos de casa; fuimos a buscar el auto al garage; llevé dos CD’s para escuchar en el auto, pero no los pude poner, porque a mi mamá le dolía la cabeza y dijo que no quería ruidos. Agarramos Libertador derecho; al pasar por la cancha de River, un montón de gente obstaculizaba el tránsito, era gente que iba al recital de “The Police”; cruzamos la General Paz; cuando llegamos a Olivos; mi mamá cargó nafta en una Shell, yo aproveché para ir al baño; otra vez en el auto seguimos por Libertador, cruzamos el puente del Tren de la Costa, la calle Paraná que divide loso municipios de Vicente López de San Isidro; Pacheco –donde vivía mi mamá- ; Alvear; llegamos hasta Pueyrredón y doblamos a la derecha, en dirección hacia el Río, fuimos hasta la bajada del Aguila, estacionamos el auto, y fuimos a dar una vuelta por las hermosas y tranquilas calles, con árboles bajos, tilos y jacarandaes en flor que cubrían las calles de una alfombra lila, lindas casas, vimos a unos chicos, según mi mamá drogadictos y pasamos por la puerta de un colegio; había mucho silencio, no se escuchaban ni siquiera los pájaros. Volvimos al auto, fuimos por Libertador hasta Alvear, y fuimos a comer panchos a Blancanieves. Comí dos panchos con mostaza y un helado. Volvimos a casa; esta vez sí estaba Nacho; no le hablé, esperé a que él me saludara, chateamos un rato largo; me contó su gusto por los baños largos y relajantes, con música “slow”, sales y mucho vapor, su gusto por la ropa, los perfumes; yo le hablé de mí, de mi antiguo amor por los perfumes; le dije que ahora no tengo ninguno; y que voy casi siempre vestido igual; que me gusta disfrazarme de rugbier, aunque en mi puta vida haya jugado al rugby. Hablamos de lo inescrupulosos que somos con el dinero; y llegó a parecer una competencia de nenes chiquitos; hasta que llegó el momento en que cual princesa o reina de un reino de fantasía me dijo “el baño está listo”, y se fue, yo me puse a escuchar el aria de Lensky, del Onegin, intenté aprenderme la letra; pero la fonética rusa es muy complicada para mí. Después traje el Don Carlo de Giulini; puse el “Tu che la vanità” cantado por la Caballé; no me gustó la dirección, me pareció apagada, prefiero la de Solti, tiene más ímpetu… Pero la voz de la Caballé es como dijo una vez un amigo: “la voz de los ángeles celestiales”; la imaginé como una joven cantante catalana de nuestros días, que va a tomar clases con Sophie Kempe; la madre del príncipe de Posen; quien queda deslumbrada; pero muestra siempre entereza. Volvió Nacho. Me saludó, le dije que estaba escuchando a Montserrat Caballé, le pregunté si la conocía; me dijo que no; le dije que era la gorda que cantó “Barcelona” con Freddie Mercury, y que eso era lo peor que había hecho: hay que escucharla en grabaciones de los años 70’ cantando Bellini, Verdi y Puccini. Me habló de algo llamado Bellini, creo que un vino; jaja, qué inculto soy! Luego de eso, me pasó un tema de la música que escucha él, música electrónica para relajación, “fusión de diferentes países y estilos” según creo recordar que me dijo él; música que se escucha en Ibiza, al ver el atardecer en el Mediterráneo; me pasó varios temas de “su música” y dos fotos de Ibiza. Yo le dije que le pasaría algo de “mi música”, elegí algo que me traía recuerdos que no voy a comentar ahora; el Lied número 18, de “La bella molinera”; luego le pasé el “Heidenröslein”; indudablemente, la música es algo que tiene que llegar a las personas; pero es difícil que entre “de una”; hace falta educar el oído…
Finalmente le dije que le iba a mandar una de las cúspides del arte occidental; el preludio de Tristán e Isolda; le dije que para entenderlo hay que leer varios libros, pero, quería que lo escuchara y lo “sintiera”; siguió mandándome temas de música electrónica hasta que terminó de bajar el Vosrpiel del Tristan, y le dije que quería que lo escuchásemos juntos. Y así fue; empezaron a sonar los primeros acordes, y de repente, vi la foto que me mandó de los que tengo que creer que son sus ojos, y decidí verlos mientras escuchaba el Vosrpiel. Le dije que los estaba viendo; y me preguntó si aún me causaban miedo, y fue en ese momento, cuando al verlos inmersos en el océano de sonidos cromáticos que es el Vorspiel del Tristan, descubrí quién era Nacho; fue un momento de arrebato, me hizo acordar a cuando en la óepra Turandot, la princesa, le dice al príncipe ignoto “So il tuo nome!”; y efectivamente, le dije: “YA SÉ QUIEN SOS!”; y él aseguró que no nos conocíamos, que nunca nos vimos en nuestras vidas; yo le dije que lo conocía muy bien, él me aseguraba que no lo conocía; le dije que iba a decirle quién era cuando terminase el Vorspiel; él se impacientó, dijo que estaba cansado; que le esperaba una ardua semana, y que hoy tenía que levantarse temprano; tanta fue su impaciencia, que al amenazarme con irse; yo le dije “alto!” , cuando el Vorspiel iba terminando, lo interrumpí y le dije “¿Estás preparado”; él asintió; “tu nombre es… Friedrich Sebastian Wilhelm August von Schloss-Hohenzollern, gran duque de Luxemburgo y de Posnania, duque de Sajonia y Varsovia, príncipe real de Prusia, príncipe de Pomerania, Brandenburgo, Danzig, Silesia y Lublin, y señor de la Orden Teutónica; “el príncipe de Posen”; esos ojos lo delataron, ojos no muy grandes, un tanto rasgados con un dejo oriental “wendo-eslavo” ojos de Pribislav; como dijo Hans Castorp; de un azul intenso, como las aguas del Báltico, que vi a los 14 años; un azul que no difiere mucho al del Mar Argentino, que vi unos meses después, ya cumplidos los 15; con la música de La Flauta Mágica en la cabeza; ese azul que vi en los ojos de un chico que se llamaba Sebastián, de pelo rubio oscuro y eran iguales al azul del Atlántico Sur y al del Mar Báltico. Nacho-Sebastián, me preguntó si yo creía que él era ese chico que conocí a mis 15 años en Miramar y le dije que no; que él era Sebastián de Posen; Sebastian von Schloss; aquél que le dio sentido a mi vida durante todos estos años, aquél que me mantuvo en pie, aquel que amé en infinitas noches, aquél a quien le di un hermoso joven para que fuese feliz, el virtuoso, bello y buen Gustl. El me preguntó si por él no me había suicidado estos años, no le contesté, creo. Le dije que no iba a descansar hasta tenerlo en mis brazos y recrear mi vista en esas dos gotas de Mar Báltico. Facciones que se asimilan mucho a la siniestra princesa Federica, y a la virtuosa y buena princesa Sofía, madre de Sebastián. El temió que yo lo buscase, y yo dije que sería paciente y mientras tanto fuese a disfrutar de los placeres, que yo; Benedicto I de Belgrano, cree para él; que fuera a dormir en brazos del bello Gustl. Hoy la vida te sonríe mi príncipe… El me saludó: “chau mi creador; hasta la semana que viene”.



Benedicto, Buenos Aires, 3 de diciembre de 2007.

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