miércoles, 30 de marzo de 2011

Bellevue



- HERNAN SPITTAL
- JOSEFINA GRIMAUX

Playroom de la casa de Hernán en San Isidro, él está con pijama azul marino y bata verde oscura, tomando un Dry Martini, ella está vestida con florcitas rosas y encajes, tomando un té de manzanilla, suena la ópera “Julio César” de Händel en la versión de Marc Minkowski con Marijana Mijanovic y Magdalena Kozena.

HERNAN: ¡La odio!
JOSEFINA: ¿Por qué la odiás?
HERNAN: Porque es millonaria…
JOSEFINA: ¿Y la única millonaria querés ser vos?
HERNAN: ¡Obvio! (pausa) Puta, sin talento… Comunista muerta de hambre, bien puesto tiene el nombre…
JOSEFINA: Está casada con el hombre más poderoso del mundo musical sobre la tierra.
HERNAN: Por eso la detesto con todas mis fuerzas… ¿Sabés donde nació esa arrastrada?
JOSEFINA: En Checoslovaquia…
HERNAN: Nació en Brünn…
JOSEFINA: Brno… (se ríe)
HERNAN: Vos, si querés que llevarte bien conmigo, no hables en lengua bárbara, ¡es Brünn!
JOSEFINA: Pero ese lugar ahora se llama Brno, ya no es más Brünn…
HERNAN: ¡La pindonga! Toda la vida fueron colonia, ahora que no se vengan a hacer los cocoritos… Magdalena… Mejor no le puede cuajar el nombre, lástima que tiene ese apellido tan horripilante…
JOSEFINA: A mí me cae simpática… Tu amiguito Matías está enamorado de ella…
HERNAN: Ese del único que está enamorado es de la loca Errázuriz…
JOSEFINA: Che, ¡que Pato no es loca!
HERNAN: Y yo soy Rambo… ¡Podés sacar esta porquería para maricones!
JOSEFINA: Pensé que te gustaba Händel…
HERNAN: Estas grabaciones historicistas de Birriowski como dice la Miguel Flórez me hacen acordar a maricas de la calaña de Till Aussie y el gordito que vino una vez acá y decía que había audicionado para cantar el Basilio en las Bodas en el Margarita Xirgu con la foca Di Pierro…
JOSEFINA: Vos te mordés la lengua, y te morís envenenada…
HERNAN: Sí, ya me lo han dicho…
JOSEFINA: ¿No te gusta la Marijana Mijanovic?
HERNAN: Sí, no sabés, me puede el tortillaje, sobre todo como canta esos duetinos mientras le mira las tetas a la puta gratis de la Kozena…
JOSEFINA: Puta sí, Hernán, per nada de gratis, fina y cara, como decía Madonna…
HERNAN: ¿Qué citás a Madonna? Si no la conociste…
JOSEFINA: Vos tampoco…
HERNAN: Pero la Ale sí, y ella me contó…
JOSEFINA: ¿Cómo anda la Ale?
HERNAN: Ni puta idea, ayer estaba en al oficina, hoy calculo que debe estar en el mismo lugar, a menos que uno de sus minos la haya acuchillado y tirado a una zanja en Garín… ¡Sacame a la von Otter! Me pone de pésimo humor…
JOSEFINA: Siempre te gustó la von Otter…
HERNAN: ¡Para rubios altos y remilgados estoy yo!
JOSEFINA: La von Otter es aristócrata de verdad, no como vos que sos sudaca, y además, ella nació en Estocolmo, vos en Buenos Aires…
HERNAN: Nací en San Isidro…
JOSEFINA: Es Sudacolandia…
HERNAN: No te voy a decir nada, porque es verdad… ¡Ay, mi Dios! Yo no tuve que haber nacido acá, soy ajeno a este mar de fango, mi lugar está en Prusia…
JOSEFINA: ¿Ahora vas a decir que sos una alemana prusiana, como decía tu tía Edna?
HERNAN: No lo voy a decir, Josephine, lo soy, y no soy mujer…
JOSEFINA: mmm… Con la Patito Errázuriz hablan en femenino…
HERNAN: Sí, claro, y con la Mati también, pero con vos es diferente…
JOSEFINA: Pardon? ¿Se puede ser semejante trolo, y machista al mismo tiempo?
HERNAN: Se puede ser puta y emperatriz consorte de la música en Alemania y el Reino Unido al mismo tiempo, aún habiendo nacido en Brünn, y aún llevando nombre de pecadora bíblica, ma chérie…
JOSEFINA: ¡Puta y emperatriz consorte! El sueño de toda loca…
HERNAN: ¡Claro! Daría mi ojo derecho por ser puta y emperatriz consorte, aunque sea de un lugar tan detestable como Francia…
JOSEFINA: Yo creía que todos los putos amaban Francia…
HERNAN: Justamente por eso yo la detesto… (pausa) La Hellekant es aún más desagradable que Mersenburg…
JOSEFINA: ¡Ay! ¿Te acordás de ese lugar?
HERNAN: Prefiero no hacerlo…
JOSEFINA: Estaba buenísimo…
HERNAN: Sí, para una película de terror…
JOSEFINA: Precisamente por eso…
HERNAN: Ni Chernobyl debe ser tan feo…
JOSEFINA: Me encanta que seas tan yegua, Ferrand…
HERNAN: ¿Qué se le va a hacer?, algunas nacemos con estrellas… Y otras nacen estrelladas…
JOSEFINA: ¿Ahora hablás en femenino?
HERNAN: Yo hablo como quiero y cuando quiero, propongo y dispongo, por algo soy un autócrata, Josephine…
JOSEFINA: Desgraciadamente, no lo sos en otro lugar que en tu casa, mon cher Ami… (pausa) Ou ma chérie Amie, como prefieras…
HERNAN: Ya te diré como me tenés que llamar. No te olvides nunca que “ego impero supra Sanct Isidrus”…
JOSEFINA: ¿Ah sí? Creí que ese era Posse…
HERNAN: mmm, no creo… Conozco otros que lo hacen más que él… Pero tarde o temprano, yo seré el autócrata, y no de San Isidro, sino de algo mucho mayor…
JOSEFINA: Sos ambiciosa, Ferrandine…
HERNAN: Lo soy, y muchísimo, también lo fueron otros putos famosos como Alejandro Magno y Federico el Grande…
JOSEFINA: No sabía que le profesabas afecto a Alejandro Magno…
HERNAN: No se lo profeso, detesto todo lo meridional… El mundo para mí se acaba al sur del Danubio, deberías saberlo, Josephe…
JOSEFINA: Vos vivís bastante mas al sur que eso, Spittal… ¡Ay! Ahora me doy cuenta de que tu apellido suena a “hospital”.
HERNAN: mmm, a mí me suena más a Frau Spitta…
JOSEFINA: Vos tenés un tema con Frau Spitta…
HERNAN: ¿Cómo no tenerlo? Viejas ridículas como esa se ven una vez por década, y yo todavía no tengo tres…
JOSEFINA: ¿Entonces conocés sólo dos viejas ridículas?
HERNAN: Conozco tres, frau Spitta, mi abuela Malela, y Checha Tezanos Pintos…
JOSEFINA: Y tu tía Edna…
HERNAN: Sí, es verdad, y también Magdalena Weiss, y Mema Vidal, conozco seis.
JOSEFINA: Osea que tenés sesenta años…
HERNAN: Y vos estás excedida de peso.
JOSEFINA: Y yo conozco varios secretos tuyos y te puedo extorsionar…
HERNAN: ¿Vos pensás chantajearme a mí, Doña Nadie?
JOSEFINA: ¡No, nunca dije eso!
HERNAN: Más te vale, porque no tengo el menor problema en ponerte de patitas en la calle, como lo hice con tantos otros…
JOSEFINA: Es verdad, te encanta hacerlo, sentís que sos poderoso así…
HERNAN: Y lo soy…
JOSEFINA: Como cuando delante de todos tus invitados, le rompiste las hojas del cuento que había escrito, dedicado a vos, dicho sea de paso, al pobre Felipe, las tiraste al piso, y lo obligaste a levantarlas, y después lo echaste de tu casa… El pobrecito se fue llorando…
HERNAN: ¡Desde luego! ¡Puto de mierda! ¿Qué tiene que andar trayendo cuentitos a mis reuniones para llamar la atención?
JOSEFINA: ¡Pero por supuesto! Si el único centro de atención siempre has sido, sos y lo serás vos…
HERNAN: ¿Pero qué duda cabe?
(los dos se ríen)
JOSEFINA: ¡Ay, Hernani, si no fueras puto, serías el marido perfecto para mí!
HERNAN: No te vengas a querer hacer la amiguita ahora, para desviar mi atención de tu falta, yo a mi gente, le exijo subordinación absoluta…
JOSEFINA: Sos muy dictador…
HERNAN: Soy “el” dictador, por qué te crees que me hago llamar “El Emperador”.
JOSEFINA: Todo emperador necesita una emperatriz…
HERNAN: mmm, es posible…
JOSEFINA: Hasta tu idolatrado Federico el Grande tenía una consorte, aunque ella tenía prohibida la entrada a la corte…
HERNAN: No me nombres a Federico el Grande, porque me acuerdo de Sans Souci, y me dan ganas de tener un orgasmo, y este no es un lugar propicio… (Josefina se ríe) No lo digo por vos, este país de dibujos animados no me inspira ni para eso, yo debo vivir en Prusia, Josephe, aborrezco este lugar, para mí entre vivir acá, y vivir en Uganda no hay diferencia…
JOSEFINA: Andate a vivir a Prusia…
HERNAN: ¡No! Porque en Prusia está la otra puta de mierda, que me opaca, allá no soy nadie, allá hay muchos rubios espléndidos como yo, y allá nunca sería tan rica como soy acá…
JOSEFINA: Entonces optás por ser el rey tuerto en el país de los ciegos, Ferrand…
HERNAN: ¿Me estás quitando uno de los ojos turquesas tan lindos que tengo?
JOSEFINA: Vos dijiste que serías capaz de darlo a cambio de ser una emperatriz consorte… Y puta, aunque sea de un lugar tan detestable como Francia… (pausa) Yo tengo apellido francés, Ferrand…
HERNAN: Estoy perfectamente al tanto de eso, Josephine…
JOSEFINA: Y yo estoy completamente al tanto de que vos lo estás, Ferrand…
HERNAN: Y… ¿Qué decir? Nadie es perfecto, Giuseppina… Figurate que hasta yo tendré algún defecto… (pausa) Es completamente natural que vos seas un cúmulo de los mismos…
JOSEFINA: Ti ringrazio, Fernando…
HERNAN: Ti prego, mia cara! Me sacás a la cornuda Hellekant ahogándose en los graves… Me desagrada más que el indio ese pegando alaridos en Viena y todas las locas retorciéndose de exultancia como si se tratara de un nuevo Wunderlich…
JOSEFINA: Tu forma de despreciar es tan sublime…
HERNAN: Mirá, Josefina, algo tiene de bueno escuchar esta inmundicia…
JOSEFINA: Inspira tu lengua viperina…
HERNAN: Esa está inspirada siempre… No va más bien desde un concepto que leí cuando era un tierno niño de diecisiete años, ¡Ay mi Dios! La Hellekant es como una descarga eléctrica en los huevos…
JOSEFINA: ¡Qué asco!
HERNAN: ¡Qué asco ella! Por suerte terminó… La von Otter tampoco es la Simionato, pero al menos no te relaja las piernas cuando la escuchás… Bueno, volviendo a lo anterior… Me viene como anillo al dedo para retomar el concepto… Si yo ahora estuviera escuchando a Wunderlich cantando Belmonte, Tamino, el timonel del Holandés errante, o Lieder, sería puro goce apolíneo, ocio por y para nada, actividad de mediocres… En cambio, oír como toda esta subgente destruye a Händel en Viena ¡Ay no!
JOSEFINA: ¡Magdalenita!
HERNAN: ¿Qué necesidad?, ¿qué necesidad? Y encima con una maricona francesa falseteando aún más feo que ella… ¡En fin! Te decía, la primera vez que leí La muerte en Venecia, Aschenbach, prusiano desde luego, en sus disertaciones que ahora no me acuerdo en su totalidad, hacía referencia a la belleza eterna y sufriente de la imagen del Martirio de San Sebastián… Ahora bien, Josefina, héte aquí un flagelo de alguna manera comparable al que sufrió ese santo varón al ser atravesado por las flechas, y ese terrible tormento, nos nutre el alma para ser creativos, el sufrimiento del alma y del cuerpo nos alimenta, el placer y la belleza nos atrofia y nos acerca a la condición de bestias, Josephine…
JOSEFINA: Para muchos ver a una checa rubia y hermosa hacer cuantas florituras son posibles en el registro medio, es altamente inspirador, Ferrand…
HERNAN: Ahora sí que no falta nada, llegó el indiecito, para colmo recita, ¡menos mal! Cuando empiece a gritar como Shiva poseído va a ser el tema…
JOSEFINA: Falta nada, Ferrand…
HERNAN: Lo sé, ahí empezaron los músicos del Louvre… ¡Qué belleza! ¡Qué maravilla! (se encoge de hombros) ¿Querés que te diga una cosa?
JOSEFINA: Decime todas las que quieras…
HERNAN: Escuchar a un indio gritón intendando hacer sobreagudos en la sala donde Bernstein dirigió su famosa octava de los mil, me inspira casi tan poco como imaginarme a a la Kozena chupándomela…
JOSEFINA: No sabía que eso era posible…
HERNAN: Nunca subestimes la exigua condición de hombre de alguien como Bejun Mehta, ma chérie…
JOSEFINA: ¿Por qué tenés que ser puto, Ferrand?
HERNAN: Mirá las cosas que me preguntás…
JOSEFINA: Tan perfecto sos, que aguantás este Julio Cesar, todo sea por sufrir, porque como decía Schopenhauer, no hay placer más sublime que el sufrimiento…
HERNAN: ¿Qué querés que te diga, Josefina? ¿Qué puedo hacer yo, más que lamentarme porque seas mujer?
JOSEFINA: Entonces, dejemos esto de lado, y escuchemos a Wunderlich…
HERNAN: ¡No! Hacer eso es rendirse, y eso lo hacen los cobardes, los inferiores…
JOSEFINA: ¿Y tenemos que sufrir porque sí?
HERNAN: Tristán e Isolda lo han hecho, y los mayores momentos de éxtasis que he tenido, anque mis mejores orgasmos, fueron con el Tristan, Josephe…
JOSEFINA: T gran defecto, Hernán, es no haberte dado por enterado de la llegada del siglo XX.
HERNAN: O mi mayor virtud, de esta manera no me contamino con la mediocridad de un mundo enfermo…
JOSEFINA: ¿Lo percibís?
HERNAN: ¿Qué cosa?
JOSEFINA: Yo no me animo a decir nada, vos sos el señor, vos dictaminás, estoy a tu entera disposición.
HERNAN: ¡Hablá, te lo ordeno!
JOSEFINA: Aún en la mediocridad de esto que oímos, llegué a percibir belleza y lirismo, señor…
HERNAN: Josefina, no aguanto más esto, voy a sacarlo, todos tenemos nuestras flaquezas, no puedo seguir oyéndolo. Voy a ir hasta Schoenstatt, necesito soledad, te encomeindo a María, si tenés, ganas, vení a verme a las cinco y media, y tomamos el té en el jardín si no llueve, y en la galería si llueve.
JOSEFINA: Como vos dispongas, Ferrand…
(Josefina se va)

No hay comentarios: