miércoles, 4 de abril de 2012

El cara de torta frita




En una panadería del barrio de Vicente López, vivían la torta frita, el churro, la bola de fraile, la dona, la cremona, la medialuna de grasa, la tortita negra y el mil hojas de crema pastelera. No se podía decir que eran amigos, porque como dice el dicho, pueblo chico infierno grande.
En la parte de abajo de la estantería, vivían el churro, flaco y rubio, que era muy piadoso, la bola de fraile, un tanto atolondrada, la dona, muy conventillera, aunque con aires de grandeza, y la cremona, que era una mafiosa. En el estante del medio, vivían la torta frita, una intelectual venida a menos y con lengua viperina, y la media luna de grasa, chiquita y muy nerviosa. Y por último en el estante de más arriba, vivían felices la tortita negra, que aseguraba ser suiza y el mil hojas de crema pastelera, que era la más deseada por todas y también por los clientes, La tortita negra y el mil hojas eran novias.
En el estante de abajo, el churro, la bola de fraile y la dona, vivían para levantarse a los sánguches de miga y se sacaban los ojos entre sí… El churro rezaba todo el día, hasta que llegaba un buen sánguche triple de jamón y queso y se lo quería levantar. Pero llegaba la dona, que era una vampiresa, y se lo arrebataba… La pobre bola de fraile, intentaba pero no podía, era tan atolondrada… Y últimamente estaban las tres peleadas entre sí. Mientras tanto la Cremona, era música como Monteverdi y les enseñaba a cantar a las pepitas y en sus ratos de ocio, salía pasear por la panadería con su amigo, el churro. En el estante del medio, siempre se reunían en la bandeja de la media luna de grasa, su vecina, la torta frita, que era acomplejada porque sentía asco de sí misma, sus amigas las tortas e iban a menudo, la tortita negra, con su novio, el mil hojas de crema pastelera. La torta frita, a la que no le gustaba ir abajo, estaba mucho con la media luna de grasa y se la pasaba hablando de sus "amigas" de arriba, en el fondo las envidiaba… Hasta que un día llegó una rosquilla, que se puso de novia con la media luna de grasa y la torta frita les sacó una foto y la pegó en la vidriera, luego, la torta frita, una fea con fama de letrada, anduvo diciendo que la tortita negra era una piojosa resucitada y de suiza no tenía nada y su novio, el mil hojas de crema pastelera, era una pretenciosa que vivía en esa panadería. La media luna de grasa lo contó y la torta frita, quedó sola en su canasta, recibiendo cada tanto la visita de su mejor amigo el churro. La verdad es que la media luna de grasa y la tortita negra tampoco eran unas santas, trataban bastante mal a la torta frita y la usaban de sirvienta...
Una noche, después del cumpleaños de la factura vienesa, la abuela de la torta frita, fueron a caminar por el mostrador, y unos grisines las asaltaron. Faltaba poco para el cumpleaños de la tortita negra, y la torta frita, que quería componer las cosas con sus amigas, se le ocurrió una idea. Ir al estante de arriba de sorpresa, con el churro, la bola de fraile, la dona y la cremona, para saludarla por el cumpleaños, pero cuando llegaron, la tortita negra estaba muy triste y lloraba, porque había perdido a su novio, una señora que vivía en la calle Malaver se había llevado al mil hojas de crema pastelera, para tomar el té con las amigas.

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