jueves, 22 de marzo de 2007

Las contradicciones del príncipe de Posen.

Me presento; yo soy el Príncipe de Posen; Posen fue hasta 1919 parte de Prusia Oriental y en la actualidad queda en Polonia y es el voivodato de Poznan. Otro día contaré el origen de este nombre... El tema que me concierne hoy son unas reflexiones que hice ayer.
Ayer a las 5 de la tarde, salí de mi casa en el barrio porteño de Belgrano, para ir a mi clase de alemán, en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Me dirigí a la estación, donde vi unos carteles de propaganda política -creo que de más está aclarar que este es un año electoral en la República Argentina, y todo el país está "empapelado"-; los carteles que vi en la estación Belgrano C del ex Ferrocarril Mitre, hablaban de un tal Pereyra de Olazabal, un político de rimbombante apellido, cuya trayectoria desconozco y pertenece a la "UCEDE" (Unión de Centro Democrático; un partido de derecha). Por mis ideas "socialistas", no pude menos que sentir cierta repulsión al ver dichos carteles. Pero lo más contradictorio ocurrió cuando el tren llegó y me subí a él.
Como es mi costumbre, me subí en el último vagón de la formación, porque suele ser el que menos gente lleva; me senté en un asiento sin tapizado -arrancado intencionalmente- y un grupo de niñoos marginales, probablemente homelesses, descalzos, con ropa agujereada, cara sucia, piel morena y pelo negro "cabecitas negras", que comían unos pedazos de milanesa, se sentaron frente a mí; yo inmediatamente me corrí al asiento de atrás; y empezó el viaje... Del techo caía agua, detrás mío se sentaban otros "cabecitas negras" obreros, un nauseabundo olor a ajo llenaba el vagón y un músico callejero con aspecto de hippie, con la camisa desabrochada, , los peloos desmarañados y prendedores de Bob Marley, aullaba, acompañado poor una guitarra, canciones de protesta de la década del setenta. Yo me sentía sumamente a disgusto en ese lugar, quería llegar lo antes posible; miraba con desprecio a los niños, a los "cabecitas negras", al vagón y al "artista ambulante", el panorama me parecía caótico... De repente, un señor bien vestido y arreglado, de unos sesenta años, que intentaba leer una revista en inglés, me dice en voz baja: "¿Este va a seguir ladrando hasta Retiro? Si le gusta tanto cantar ¿Por qué noo aprende?" y yo sentí "No estoy solo en este tren del infierno". Es muy curioso como yo, el "socialista", el "progre", me identificaba con la imagen de la derecha reaccionaria y desdeñaba a los pobres, marginados y quienes aboogan por sus derechos.
Una vez que hube llegadon a Retiro, salí lo más rápido posible de la estación de trenes, y me sumí en mis pensamientos. Yo fui quien creó al príncipe de Posen, que se llama Friedrich Sebastian Wilhelm von Schloss-Hohenzollern, pero es más fácil Sebastian von Schloss o Bastien; y a su mejor y más íntimo amigo, el barón Friedrich Maria Augustin Ferdinand Franz von Reichenau, más conocido como Augustin von Reichenau o Gustl. El príncipe Sebastian es un joven prusiano luterano, heredero de una gran fortuna, descendiente de las más rancias casas reales de Europa, excéntrico, caprichoso y hedonista, que se autoproclama "socialista" y dice odiar al Papa. El barón Gustl von Reichenau, es un joven diez días menor que Sebastian, nacido en Viena, católico y con una moral más fuerte que la de su mejor y más íntimo amigo. Al salir del edificioo de la estación de trenes y caminar por Maipú hasta Libertador, sumergido ya en mis pensamientos, imaginé un diálogo en alemán, entre estos dos personajes, luego de un viaje similar al mío, en un tren de algún lugar de América Latina. El "socialista" príncipe de Posen, hablaba con mucho desdén de esos "Lateinamerikanische farbigen" y no sentía por ellos la menor compasión, por el contrario "seine schwarze Farbe" le producía una sensación muy desagradable, casi asco. No sentía pena por ver a esos niños descalzos, más bien le molestaban, así como la presencia de esos "schwarzköpfige Arbeiter" y del "músico" hippie; Gustl, le preguntaba dónde estaban sus valores socialistas, a lo que el protestante príncipe de Posen contestaba "Ich bin der Wünsch des Gottes"; Gustl reprendía con severidad a su amado amigo, a la manera que el Padre Hoffmann lo hace con el protagonista en el film "Ludwig" de Luchino Visconti "¿Cóomo podés autooproclamarte socialista, progresiata y decir que sos la voluntad de Dios? ¿Y me llamás hipócrita a mí por ser católico?" Gustl obliga a su amigo a arrodillarse y pedir perdón por su sooberbia y a modo de sacerdote lo absuelve "Ego absolvo peccatis tuis in nomine Domini, etc".
Ahora bien; yo digo ser progre y socialista, pero los niños descalzos no generaron en mí piedad ni compasión, sino más bien rechazo; y para colmo soy racista, porque cuando estuve en Rusia y vi niños en similares condiciones, pero rubioos, como el Príncipe Sebastian, me inspiraron compasión y piedad y estos "Lateinamerikaner", me molestan ¿Soy hipócrita? Creo que la respuesta es obvia. Ayer confluyeron en mí el eurocentrismo, el clasismo, la contradicción de ser socialista y no poder serlo y el sentimiento religioso. Y hay algo más: yo soy homosexual confeso, no siento vergüenza de serlo, ni de decírselo a cualquier amigo o conocido, hasta el mismo Benedicto XVI; es más, soy un militante activo por la causa gay. No obstante, soy plenamente conciente de que los homosexuales somos una minoría segregada y marginada y ¿Puedo yo, un integrante de una minoría segregada y marginada, segregar y marginar?
Aún estoy en un estado embrionario, pero espero poder encontrar la respuesta para estas contradicciones.

1 comentario:

Federico Tagle dijo...

¿Puedo yo, un integrante de una minoría segregada y marginada, segregar y marginar?

Estimado amigo, creo que has formulado una exelente pregunta. La razón por la cual así la estimo, es que te abre al plano profundo del ser. Te plantea lo siguiente: Yo soy este ser, tengo esta inclinación y manifiesto mi voluntad de un determinado modo. Entonces, ¿estoy determinado a cierta forma de pensar acorde a lo anterior? O quizás puedo responder al NO-modelo, al no tener un patrón definido, como lo plantearía Sartre.
Siendo aún más concreto, esa pregunta te plantea lo siguiente; ¿Es acaso el ser humano predeterminado por un modelo? Quizás es libre de la estructura, libre absolutamente dentro de sus limitaciones físicas... Comprendo que mi comentario abre varios interrogantes, así mismo estos interrogantes son aquellos a los que yo busco respuestas, supongo que tú también. Debería decir, como lo dijo Kant, e interpretese a gusto personal; ¡ATRÉVETE A SABER!